Hace tiempo escuché decir que mostrar la realidad a través de una fotografía empieza en el momento de elegir el encuadre. El fotógrafo escoge si destacará el rostro, las manos, o una parte del paisaje que desea inmortalizar con su captura y, al hacerlo, decide cuál fragmento de la realidad impactará a quienes observen su trabajo.

Las personas que se involucran en los temas sociales con mucha frecuencia hacen “el encuadre” para destacar la repercusión del trabajo solidario en las poblaciones a las que sirven. Buscan destacar cómo los esfuerzos por mejorar la sociedad van dando resultados positivos. En la República Dominicana, por ejemplo, es muy visible el impacto favorable de instituciones como la Asociación Dominicana de Rehabilitación o Fundación La Merced —ambas modelos de éxito en la gestión de programas— en la calidad de vida de las personas. Las organizaciones empresariales o las fundaciones que aportan recursos para apoyar a las organizaciones sociales han ayudado a cuantificar los beneficios del servicio que se realiza para así hacerlos más eficientes.

Sin embargo, muchas veces en ese encuadre “de impacto” se pierden las historias pequeñas, no solo la del adulto que aprendió a leer porque alguien le enseñó o de la niña que fue feliz porque aquel año por primera vez tuvo pijamas nuevas para Navidad, sino también la de aquellos que discretamente lo hicieron posible.

A lo largo de 20 años, en el Servicio de Voluntariado Ignaciano de República Dominicana (SERVIR-D) se ha estado haciendo el encuadre para poner la mirada en la gente que, para hacer de la República Dominicana un mejor país, entrega —de entre todas las cosas que tiene— lo único verdaderamente irrecuperable: su tiempo. Este vigésimo aniversario, celebrado el pasado 3 de diciembre, nos ha permitido recordar a los voluntarios y las voluntarias que en determinados momentos de sus vidas han creído ser necesarios para la recuperación de la dignidad de alguna persona, para la restauración de la justicia, para la construcción de un mejor país…

Las historias que hemos traído a la memoria me hacen pensar en el gesto de la viuda del evangelio. Se cuenta que, al observar que una viuda sin recursos echaba dos moneditas al tesoro del templo, Jesús dijo: “ha echado más que todos ellos, porque todos esos han dado de lo que les sobra, mientras que ella, no teniendo recursos, ha echado todo lo que tenía para vivir” (Lucas 21, 1-4). Resulta que de aquella mujer sabemos muy poco, solo intuimos que aquel día seguramente se privó de algo importante o necesario para destinar ese par de monedas a la ofrenda del templo.

En SERVIR-D no sabemos qué otra cosa pudo haber hecho aquella semana el voluntario que decidió irse a Rabinzal, un paraje enclavado en plena Cordillera Central, para ayudar en la construcción de una capilla comunitaria. Tampoco tenemos ni idea del tiempo que dedicaba la voluntaria que preparaba sus clases de español, usando textos de Pedro Mir, para enseñar el idioma a migrantes haitianos. Intentamos imaginar a cuántos encuentros sociales y familiares dejó de asistir aquella mujer que cada semana enseñaba inglés a las niñas de un hogar-escuela o el ingeniero que en medio de sus rutinas ofrecía tutorías de matemáticas a estudiantes de primaria.

¿Cuánto tiempo que bien pudo destinarse al descanso, al ejercicio físico o a ordenar la habitación de unos hijos adolescentes desordenados, fue dedicado en cambio a la alfabetización de adultos, a celebrar la Navidad con unos niños o a organizar una graduación para los internos de un centro penitenciario que eligieron estudiar durante su reclusión? ¿Cuántas salidas con amigos se pospusieron para dar apoyo a una ONG pequeña en la organización de su contabilidad, corregir textos o tomar fotos que luego se utilizarían para la celebración de un aniversario? ¿Cuántos maratones de Netflix se interrumpieron o se postergaron para crear publicaciones para las redes sociales de una fundación, diagramar un libro, coordinar reuniones o responder correos electrónicos necesarios en la organización de actividades a favor de poblaciones vulnerables? No lo sabemos, pero lo imaginamos

Según datos de la Organización de Naciones Unidas, la mayor parte del trabajo voluntario se realiza de manera informal puesto que el 14.3% de la población mundial lo hace en esa modalidad mientras que apenas el 6.5% lo hace formalmente. Mencionar el dato de cuántas personas en el mundo conforman estos porcentajes no parece necesario: hay tantos voluntarios en el mundo que, si fueran un país, sería el tercero en población a nivel mundial, solo detrás de India y China y superando a Estados Unidos. Por tanto, en el arca del tesoro del templo sagrado que habitamos, serían un montón de pequeñas moneditas de horas y minutos, entregadas como una ofrenda de bondad y de esperanza en todo el mundo.

En República Dominicana, y solo a través de SERVIR-D durante sus veinte años de ininterrumpido servicio a la comunidad, más de 5,000 personas han sido sensibilizadas y capacitadas para un voluntariado eficaz a través de sus ciclos de formación, charlas, conferencias, talleres y cinefórums, entre otras actividades formativas. De entre esos 5,000, SERVIR-D ha vinculado a más de 3,000 voluntarios y a las empresas en las que muchos de ellos trabajan, con obras de bien social que buscan hacer del país un mejor lugar para todos.

“La ofrenda de la viuda” es un pasaje de San Lucas que raras veces se asocia con el trabajo voluntario dirigido a la construcción de un mundo más fraterno y solidario, pero que viene bien recordar. El tiempo es el tesoro más valioso de las personas y cada día lo ven mermar, porque lo pierden en el tráfico o porque el pago de las cuentas les exige dedicarlo a buscar un segundo salario o sencillamente porque la salud les pide priorizar en qué y con quiénes lo gastan. Por todo esto y mucho más, este 5 de diciembre, Día Internacional de los Voluntarios, ponemos el encuadre de la realidad en las personas que ofrecen servicio voluntario, y con gratitud celebramos a toda esa gente que utiliza lo más valioso que posee, su tiempo, para darle sentido a su vida sirviendo a quienes más lo necesitan, especialmente a las personas mas vulnerables.