I.- Moviéndome en hospitales y ante médicos

 

1.- Desde niño, por el trato respetuoso que mi madre dispensaba a los médicos, me formé la idea de que ese era un ente digno de ser honrado.

2.- Para afianzar más mi creencia de la época de niñez con relación a los médicos, ocurrió que siendo un jovencito mi primer contacto directo con un facultativo resultó ser con uno sumamente bondadoso y compasivo.

3.- El día viernes 18 de abril de 1958, en el edificio que ocupaba anteriormente el hospital José María Cabral y Báez, por primera vez en mi vida fui objeto de una intervención quirúrgica, de las amígdalas, llevada a cabo por el humanista doctor Pedro Guzmán García.

4.- Al transcurrir los años he comprobado que estando físicamente presente en el territorio de un determinado país, ante un conjunto de condiciones atmosféricas, si previamente no me he sometido a inmunización, mi sistema inmunológico resulta vulnerable. De inmediato llega la afección respiratoria, por lo que me veo obligado a requerir cuidados médicos para recuperar mi salud. En situaciones semejantes he tenido que ir a hospitales en Estados Unidos, Cuba, Puerto Rico, Panamá, Francia, España, Rusia, Alemania, Corea del Norte, Polonia y Libia.

5.- Por mi estadía en los diversos lugares del mundo donde he recibido atención médica, he aprendido cómo cambia el trato a los enfermos dependiendo del régimen social predominante en cada país, el esmero brindado en los centros de salud, la calidez de los galenos y sus asistentes, así como establecer lo que hace digno de elogio o censura a esas personas.

6.- En el trajinar por los distintos continentes, los imprevistos relacionados con mi salud me han llevado a ponerme al alcance, voluntad y disposición de personas cargadas de cariño o apatía.

7.- En los últimos años, por diferentes quebrantos, he tenido que permanecer ingresado en los más variados centros hospitalarios de mi ciudad natal.

II.- Conociendo nuevos médicos

8.- El proceder marca para lo que sirve o no una persona. Su accionar, el trato a los demás pone a prueba su distintivo, la pasta de la que está formada y enseña si está hecha para compadecerse por sus sentimientos tiernos que motivan alegría y traerán sanación y confianza.

9.- El paciente interesado en establecer con su médico relaciones de respeto y confianza en su diagnóstico debe procurar conocerlo, estudiarlo, observarlo detenidamente.

10.- Para moverse como paciente en busca de la consulta honesta de un médico, hay que comportarse lo suficientemente agudo para penetrar a la conciencia del clínico.

11.- Hay que ir al consultorio esperando con firmeza lo que le diga el médico, luego de que usted se ha franqueado, demostrándole confianza y de que está dispuesto a creer y no dudar luego de un examen concienzudo.

12.- Particularmente yo, cuando visito por primera vez a un médico lo hago como estando ante cualquier persona. Le veo su cara, para por medio de sus facciones empezar a conocer lo que es o aparenta ser. Al hablar, sus palabras, el tono de pronunciarlas me van permitiendo leer su conciencia, su sentido de la bondad o la maldad.

13.- Una vez el médico comienza a hablar, es posible darse cuenta si está interesado en el caso, si ha reflexionado o, por el contrario, ha estado distraído con su imaginación apartada de la narración que le ha hecho el que convalece.

14.- El tono, la elevación o atenuación de la voz de un facultativo permite conocer su intención ante el paciente. Su hablar, la entonación que da a las preguntas que hace al enfermo, la modulación al expresarse lo van identificando como ser humano.

15.- De las preguntas que el facultativo hace a la persona que tiene al frente en la consulta, prueba si está ubicado, si ha puesto su cabeza en el asunto con atención, es decir, a funcionar su imaginación.

16.- El galeno debe envolverse, mezclarse para bien compilar lo que le llevaría a circunscribirse en lo que aqueja al que se siente enfermo, y así ponerse en condición de aportar el parecer que se ha formado para opinar convencido de lo que aconseja al paciente.

III.- Algunas experiencias como paciente

17.- La lección que se saca al mucho tratar como paciente a los profesionales de la medicina aporta conocimientos que se convierten en provechosas y a veces dolorosas experiencias.

18.- Me ha correspondido llegar a la tercera edad en un medio social degradado ética y moralmente, totalmente deshumanizado, dominado por el dinero y donde el enfermo es un cliente y la salud una mercancía cualquiera, una bagatela.

19.- Nuestro país cuenta hoy con médicos que son eminencias, pero les falta calidez para con los pacientes, lo que evidencia que llegaron a su quehacer ausentes de vocación. Su excelente preparación no guarda relación con la frialdad que exhiben.

20.- En ocasiones, me lamento de estar en la obligación de visitar a nuevos facultativos porque al tratarme noto que están subestimando mi mediana inteligencia.

21.- Cada vez que llego al consultorio de un médico, me sale del alma el deseo de ser recibido por una doctora o un doctor de la calidad humana del doctor Pedro Luis Veras Nicasio, Benjamín Hernández, Rafael Estévez Reyes, Rolando Báez, Juan Vargas, Julio Burdiez, Rubén Russell, Gloria Velásquez, Santiago García, Nicolás Batlle Portela, Richard López, Eliana Diná, Liliana Fernández, Juan Félix Capellán, Rafael Gutiérrez Pilarte, Rossy Belliard, Persio López, Pedro y Sebastián Guzmán, y otros que al verles comienza mi alivio y siento que me llega la sanación.

22.- Por un conjunto de circunstancias, muy propias de la ciudad donde resido, me mantengo asistido como paciente por médicos que por su manera de portarse me generan confianza. De ellos recibo un trato exquisito, lo que me hace recordar a los profesionales de las ciencias médicas que en el pasado hicieron de la ciudad de Santiago de los Caballeros, lugar de facultativos cargados de generosidad y caballerosidad.