Antes de que llegara la moda de ser “influencer”, esa sensación de poder estaba representada por los “superhéroes”. De hecho, cuando se realiza una entrevista de semblanza o de perfil, todavía es muy común que se pregunte: si te dieran oportunidad de tener un superpoder, ¿cuál escogerías?
Es así como, durante el último tercio del siglo pasado, ante la embestida de superhéroes del mundo anglosajón, Hispanoamérica encontró expresión en uno que acudía dispuesto ante la exclamación de: Y ahora, ¿quién podrá defenderme?
La remembranza viene a colación porque ahora, ante la necesidad de mantener la comunicación como vía para sobrevivir, característica común para todos los seres vivos, sumada a las complejidades que caracterizan a la comunicación humana, la propuesta de contar con un Día Nacional de la Oratoria surge como expresión de alguien dispuesto a asumir la defensa.
La iniciativa ha surgido como algo aislado, pero ya cuenta con una fuerza que alimenta la confianza. Personas de diversas generaciones, pero con gran énfasis en la juventud, están dispuestas a defender y a mantener la comunicación como una vía para que, además de ayudarnos a sobrevivir, encontremos oportunidades para cooperar y formar alianzas que nos ayuden a mejorar.
El pasado 8 de septiembre, un auditorio repleto y con muchas personas de pie sirvió para demostrar que la comunicación sí tiene quien la defienda. Sencillamente, con el propósito de redefinir la comunicación en la era digital y rendir homenaje al maestro Yaqui Núñez del Risco, el Consejo Nacional de Comunicadores Sociales (CNCS) conectó con la idea de que la comunicación humana es flexible y puede cambiar con el tiempo, creando nuevos significados y adaptándose a diferentes situaciones (Chomsky, 2006).
Justamente cuando cualquiera dice y tanta gente le cree y hasta replica lo que recibe, esta iniciativa nos indica que no todo está perdido. Lo ocurrido en el Centro Cultural del Indotel, en la Zona Colonial, fue espacio para tomar de una fuente que permanece: el legado de un auténtico referente del bien hacer desde la comunicación. Por eso sirvió para recordar y reconocer con justeza, pero también sirvió para el aprendizaje, la reflexión y para reiterar la importancia de la comunicación para la sociedad.
La primera celebración del Día Nacional de la Oratoria fue escenario para novedosas plataformas y para diversos espacios en los que se promueve con el ejemplo la práctica con apego a reales valores. Se ha tratado de un motivante primer paso para recordar que más que la simple generación de emociones, entre otras acciones que degeneran su uso, la comunicación es la única vía para cooperar, trabajar juntos, pero fundamentalmente para mejorar las relaciones y el entorno.
La real trascendencia de esta iniciativa estriba en la imperiosa necesidad de redefinir la comunicación. Vale recordar que la comunicación fue inventada por la humanidad para resolver una necesidad: entendernos. Pero ocurre que, con el paso del tiempo y de manera creciente, acciones comunicacionales han sido usadas para influir, incidir y hasta para manipular a las personas.
Hemos llegado a una etapa caracterizada por la infoxicación. Ahora disponemos de un número tan excesivo que parece infinito de vías para hacer saber algo que inicialmente parece positivo, pero ha terminado ocasionando que, muchas veces sin saberlo, provoquemos graves daños a las relaciones tanto con vinculados nuestros como entre personas que muchas veces ni siquiera conocemos.
Ocurre que ahora hay gente de sobra creyendo que “comunicar” es lo mismo que “decir”. Por eso sobra gente dedicada a “crear contenido”. A eso ha ayudado esa especie de deslumbramiento que produce el hecho de ser centro de atención. Y esa “sed de reconocimiento” le ha provocado terribles daños a la comunicación y, en consecuencia, a la humanidad.
Por fortuna, ante gente que hace lo indecible con tal de usar esa vía rápida y fácil para lograr reputación y hasta prestigio al vapor, el Consejo Nacional de Comunicadores Sociales sale en defensa de la comunicación.
Celebremos la acogida de una propuesta que toma de una fuente como Yaqui Núñez del Risco, involucra a diversidad de generaciones y alimenta una marcha orientada a que la comunicación siga sirviendo para que nos entendamos y nos mantengamos humanos.