Si algo vital ha planteado el Ministerio de Turismo en cuanto al Proyecto de Desarrollo Turístico de Pedernales es la construcción de un destino en el que los municipios no sean ciudades del padecimiento versus ciudades escenarios del disfrute (hoteles), sino espacios de bienestar general con sólida cultura y sujetos activos en capacidad de interactuar y compartir experiencias con el turista.

En República Dominicana no hay antecedentes de discurso tan novedoso en boca de las autoridades del sector.

Los polos existentes, norte y este, nacieron lejos de tales criterios. Como consecuencia, el impacto ha sido bestial: anarquía en el ordenamiento territorial, debilitamiento de la identidad, promiscuidad, consumo de sustancias prohibidas y degeneración de las comunidades a ciudades para dormir.

La creación del destino Pedernales, al comenzar de cero y con el aprendizaje de errores de otros desarrollos, debería representar un modelo de turismo sostenible y regenerativo en el que la comunidad sea protagonista, no un ente pasivo relegado a un empleo y a sobrevivir al día a día.

Lograrlo pasa, sin embargo, por el cumplimiento temprano de una serie de soluciones por parte del Gobierno. Entre ellas, programas de fortalecimiento de la cultura local, viviendas dignas para la gente, modernización de las oficinas públicas, incentivo a las micro, pequeñas y empresas, creación de atractivos, promoción de los municipios como espacios de inversión privada; servicios de salud, educación, electricidad, recolección, disposición y tratamiento de desechos sólidos, así como un sistema de manejo de aguas sanitarias.

El manejo de aguas residuales, por ejemplo, siempre ha sido preocupante en esta comunidad del extremo sudoeste del territorio nacional. Ahora, con los proyectos turísticos, adquiere mayor relevancia.

La provincia Pedernales jamás ha contado con un sistema de recolección, disposición y planta de tratamiento de esos contaminantes. Allí, nunca se ha medido el impacto de las letrinas y sépticos al manto freático y a las aguas subterráneas. Mucho menos su relación con tasas de enfermedades hídricas y dermatológicas de la población. Nadie duda, sin embargo, que nada bueno aporta a la salud.

Tenemos en la coyuntura actual una oportunidad de oro para resolver esa carencia.

El director del Instituto Nacional de Aguas Potable y Alcantarillados (Inapa), Wellington Arnaud, aseguró en enero de este 2023 que, a final de año, será inaugurado el exclusivo acueducto de Cabo Rojo, construido a un costo de RD$1,200 millones.

E informó que, para el casco urbano de Pedernales, se ejecuta un nuevo depósito regulador para un millón de galones de agua y la respectiva planta de tratamiento, a partir del crecimiento poblacional previsto por el impacto del turismo.

Las obras hidrosanitarias consisten en la construcción de 9,2 kilómetros de alcantarillado sanitario, el drenaje pluvial, 8,3 kilómetros de alimentación de agua potable y la planta de tratamiento de aguas residuales, según la información servida hace dos años por la estatal Alianzas Público Privadas.

O sea, están trabajando. Comprenden el problema.

El Gobierno, entonces, debe replicar esa obra en los dos municipios, Pedernales y Oviedo.

El gasto de millones de pesos en la pavimentación y repavimentación en curso de las calles, sin soterrar las alcantarillas pluviales y sanitarias, desanima porque haría pensar en falta de planificación.

El presidente Luis Abinader haría muy bien si instruyera a la dirección del Inapa y a los titulares de los ministerios de Obras Públicas y Turismo para que se convenzan de la pertinencia de tal infraestructura, y resuelven sin mayor dilación.

Se trata de una cojera peligrosa. Es alto riesgo para la salud de nativos y turistas que el Gobierno debe eliminar.

Importante entender que no basta con Cabo Rojo. Se trata de un todo. Una falla en un filón del sistema afecta a todas sus estructuras.

Suponemos que los turistas no se quedarán en una burbuja, 23 kilómetros al sureste del pueblo. Recorrerán cada rincón de la provincia y el resto de la Región Enriquillo, según las autoridades. La salud de las comunidades y de ellos, entonces, en ningún sitio debería estar en juego.

Comencemos por eliminar ahora la referida fuente de transmisión de parasitosis.