El próximo 19 de mayo, además de la elección del próximo presidente de gobierno, las dominicanas y dominicanos habilitados para ejercer el derecho al sufragio tendrán la oportunidad de fortalecer la democracia del Estado dominicano y procederán a escoger a sus nuevos representantes dentro del Congreso Nacional para los próximos cuatro años. Ante dicho evento es necesario concienciarse sobre el privilegio y la responsabilidad que conlleva dicho proceso para el fortalecimiento de nuestra democracia.

En días recientes el pueblo dominicano ha podido observar a través de diferentes medios de telecomunicación, debates políticos enfocados en las elecciones congresuales. Dichos debates son bien recibidos por la población ya que no solo contribuyen hacia el desarrollo de una tan deseada cultura de intercambio de ideas de manera democrática, sino que también ayudan ex ante a los votantes (siendo sinceros, probablemente a los menos "partidistas") a conocer mejor tanto las propuestas como las personas que pretenden representarles en el congreso, y a reafirmar su (des) acuerdo con las mismas. Una manifestación de democracia.

En sí, democracia no significa nada más que el poder o gobierno (kratos) del pueblo (demos). Según explica el politólogo alemán Wolfgang Merkel, el concepto de una democracia de rango medio se basa en tres principios fundamentales: i) libertad, ii) igualdad política; y iii) control o limitación de poder[1]. Este último punto es de suma importancia ante la inminente elección de los nuevos senadores y diputados.

Nuestra Constitución en su artículo segundo[2] establece claramente que la soberanía reside exclusivamente en el pueblo. Esta soberanía es ejercida por el pueblo, de manera directa o por medio de sus representantes. A través del derecho fundamental al sufragio, el soberano pueblo no solo tiene un derecho y deber, sino que tiene una responsabilidad de contribuir al fortalecimiento de la democracia, a la formación de la voluntad estatal y disfruta de un privilegio, ya que no todos pueden ejercer el mismo.

Por otro lado, están los que aspiran ser elegidos como representantes del pueblo. El orden político actualmente predominante en el mundo fue inspirado en los revolucionarios americanos y franceses del siglo XVIII[3]. Dicho orden contempla el principio de separación de poderes del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial). Según Gröpl[4], este principio tiene tres motivos: i) evitar la conglomeración de poderes en un órgano para que no ocurra abuso de poder, ii) razones de efectividad y (buen) funcionamiento; y iii) razones democráticas: busca integrar tantas opiniones políticas como sea posible. En base a esto, y como establece nuestra carta magna, el legislador no solo debe impulsar nuevas leyes (rol que debe desempeñar con seriedad, como por ejemplo no aprobar legislación sin haberla leído o entendido o evitando crear leyes innecesarias que no aporten valor a la sociedad), sino que debe fiscalizar el trabajo realizado por el gobierno y la administración pública. Esta doble función, que le otorga un poder de control o de pesos y contrapesos (checks and balances), es indispensable para el buen funcionamiento de un Estado y de una democracia.

Ante lo escrito anteriormente, exhorto este próximo mayo a mis conciudadanas y conciudadanos a analizar detenidamente las propuestas de los que pretenden ser elegidos al congreso (independientemente de los colores de los partidos) antes de proceder a delegar el su poder de control a través del ejercicio del derecho que les ha sido otorgado. Tomando parte en este proceso, podrán contribuir al fortalecimiento de la democracia y de las normas de convivencia que desean regulen a la sociedad dominicana.

A los candidatos que buscan ingresar al Congreso Nacional les exhorto que sean humildes y que tengan en cuenta que allí se va a representar los intereses del pueblo y no de un partido político. Es un privilegio recibir dicho mandato, pero el mismo conlleva una gran responsabilidad. De los congresistas dependerá en gran parte la manera en que se desarrolle nuestra sociedad, la democracia y nuestro Estado de derecho. El soberano es el pueblo y no el legislador. El pueblo espera y desea que cumplan con su función de legislador y fiscalizador, fungiendo como contrapeso a los demás poderes del Estado y como guardianes de la democracia. Los estaremos vigilando.

[1] MERKEL, Wolfgang. "Im Zwielicht; Zerbrechlichkeit und Resilienz der Demokratie im 21. Jahrhundert". Campus Verlag Frankfurt/New York (2023).

[2] Constitución de la República Dominicana, Gaceta Oficial No. 10805 (2015).

[3] FERRERES COMELLA, Víctor. "Una defensa del modelo europeo de control de constitucionalidad". Marcial Pons Madrid, Barcelona, Buenos Aires (2011).

[4] GRÖPL, Christoph. "Staatsrecht I: Staatsgrundlagen, Staatsorganisation, Verfassungsprozess". Verlag C.H. Beck München (2022).