Esta entrega, la cual hacemos como una dedicatoria inmemorian al autor de dicho canto lírico, el poeta nouelense Héctor -Papi- Bueno, asumiendo que el suscrito, por encargo de dicho vate, le tocó hacerle algunas consideraciones a tan sublime producción, para lo cual, sin dudas sin ambages, lo propio es, sin rodeos, asumí humildemente mi rol de escritor, poeta, prologuista y mediamente crítico literario, por lo tanto, hoy me estoy dando la licencia de compartir con mis asiduos lectores de mi columna de opinión en este prestigioso rotativo digital, lo que además, nos permite un respiro a los temas que en mi calidad de tratadista de los asuntos políticos y electorales, que abordo de ordinario los domingos con el fin de involucrarnos en los debates en la materia, más que así socializo nuestro rol en los quehaceres literarios, hoy, reitero, lo haremos en este caso particular haciendo una simple ojeada al gran esfuerzo intelectual y literario que el laureado poeta nouelense, don Héctor -Papi- Bueno pusiera en mi mano de simple mortal para que hiciéramos unos comentarios, a modo de apertura en el acto de presentación pública -por cierto en la Plaza de la Cultura y Museo Cándido Bidó, harían unos 10 años- de su trabajo Elegía a José Francisco Peña Gómez, el cual hoy nos atrevemos a compartirles.
Como confesión franca, debo manifestar que me llenó de bombos el cumplir con esta tarea de hacer una exégesis hermenéutica o lo mismo que decir, interpretar o explicar, la obra que se nos puso como encargo a fin de que sirviera de trasfondo en su escenificación, en una síntesis de su profundo y lírico contexto poético. Por lo tanto, en mis palabras expresé que no podía iniciar mis comentarios de otra forma} que no fuera a través de un trozo de su primer tramo, titulado El Estribo y la muerte.
¨El brioso potro de las mil leguas, que avienta a sus pasos una tormenta, en noche de vuelo vino a matar la muerte, y con su celaje grande como niebla del camino, cayó tendido a tu lado José Francisco. ¡Leñador, de tus rusticas manos, dame una cruz de monte fresco.¨ (Héctor Bueno a Peña Gómez)
Y continué diciendo, como se aprecia, Elegía por la muerte de José Francisco Peña Gómez, a partir de estos versos y su profundidad lírica, a seguida nos adentra en la excelsa sublimidad de un grito mudo que se expresa simplemente con el silbido del viento huracanado, de un poeta que pulveriza sus musas al estampar en versos por el amigo fiel, que se ha ido de su lado. Y diría yo, la marca del clivaje de los liderazgos ortodoxos y carismáticos de América.
En su obra denota con poca simulación que aquí no escribió solo el poeta, sino, que se transcribe su propio dolor.
Elegía por la muerte de José Francisco Peña Gómez retoza con muchos elementos literarios que a simple vista no nos resulta fácil encajarlo en un solo género.
Ora resulta épico, ora resulta lírico, ora epopéyico y ora una oda, por tal, me permito enmarcarlo en una simbiosis híbrida de sentimientos compungidos con dolor de pueblo, sangre y canto herido.
Se debe connotar, que mayormente, bordea una estructura de composición poética del genero lirico, la cual se sintetiza en un profundo alago merecido a la dimensión sin muralla de un líder, dándole la categoría, aunque es una elegía, o sea, composición poética del género lírico en la que se lamenta la muerte de una persona u otra desgracia, y que no tiene una forma métrica fija, se adentra al subgénero de la oda.
Basta bebernos un simple sorbo del siguiente verso:
¨Yaciente padre o hermano, a viva voz haznos saber, si la oscura muecas de dolor en los ancestros, en qué momento hemos de rodar hacia la rústica cruz de los pies sangrientos, de un nuevo cristo moreno en el caribe?
Estos versos, también denotan la vinculación con el ritmo epopéyico, y nos conectan con Homero y la Ilíada, o la Odisea sobre la narrativa del héroe Odiseo, a su llegada a su lar de Ítaca. –También denota sabiduría-
En esta Elegía por la muerte de Peña Gómez, se nota un vivo clamor a Eros, dios de la vida, desafiando a Tanato, dios de la muerte, de que la partida de Peña Gómez, resulta cual buril, tallando una réplica a la resurrección de sus sueños y sus ideas. Como referencia, me permito, ofrecer algunos poetas clásicos que fueron exponentes de este género: Fray Luis de León,1 Garcilaso de la Vega, Herrera, Quintana, Cienfuegos, Juan Nicasio Gallego, Espronceda, Neruda etc., pero bien, seguimos en punto.
Aunque es una elegía, sin dudas, es una simbiosis literaria que enuncia, canto, Poético, político, canto de grito de América, canto de amor, clamor de tiempo ido, clamor de muerte y canto de resurrección, y sobretodo, canto de redención.
Y digo yo como humilde poeta, interpretando a Héctor Bueno. En el silencio de los nudos en su garganta, su muerte fue capaz de irrumpir grandes torbellinos en las sienes del poeta…. Y con glamour y pura sinfonía poética, a modo de introspección lirica ha expuesto versos tipos tarjas cervantinas aferrado a que, de la mejor forma que los exponía, era bajo el género literario de ELEGIA, géneros este que de forma épica y lirica-repito-, o como oda, eleva un canto de dolor y exclamación, que en definitiva siendo poesía, es una libación a los dioses, y las grandes epopeyas que solo se le tributan a los héroes.
Dice Héctor en su elegía, subió de la sepultura entre crespones de besos, y se fue a contemplar el hijo, María Marcelino. Vámonos al arroyuelo a lavar caracoles, para sembrarlos entre flores del huerto, hasta que José Francisco despierte…
Y finalmente, en el acto, de ese homenaje póstumo tras cumplirse 20 años de su asiento en el cielo -asúmalo 20 años en ese momento-, Héctor Bueno imploraba al todopoderoso dejar que su aura descienda en esta Plaza de la Cultura a ser testigo de lo que su platea, a través de la literaria, la dramaturgia, pantomimas y gesticulaciones de las gargantas atragantadas que ha dejado su partida, y que de forma sin parangón, expresa con sus musas, el gran poeta y excelso letrista Héctor -Papi- Bueno. Por siempre, mi amigo Papi, al irte al cielo, la más posible manifestación de conformidad al irte, muchos años después de tu Elegía, sería que allá, en un olimpo de héroes, podrían volver a prender de nuevo el jacho que enarbolaron juntos como fuego votivo de la libertad, la redención de las masas y su primero es la gente. ¡Elegía a Peña Gómez!