La Real Academia Española (RAE) incorporó en su diccionario de la lengua española el termino posverdad definiéndolo como la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Destacando que existen tres elementos claves en esta definición:

1.- Su relación con la mentira “entendida como una distorsión de la realidad, lo que la convierte en una práctica manipuladora”.

2.- La intencionalidad, “lo que significa que para que haya posverdad ha de existir un agente que, deliberadamente, difunda esas realidades distorsionadas para influir sobre la opinión pública, en la mayor parte de los casos en el ámbito político”.

3.- También destaca “el.. hecho de que esta práctica se dirija no solo a las creencias (o pensamientos) de los ciudadanos, sino también a sus emociones, que son las que más movilizan el comportamiento humano”.

Precisamente y a propósito de la intencionalidad en este proceso de campaña electoral que actualmente vive la República Dominicana, nos encontramos con un discurso por parte de funcionarios del gobierno, comunicadores y medios de comunicación pagados y hasta el mismo presidente de la República, que buscan dibujar una realidad contraria a lo que estamos viviendo los dominicanos, con la intención de vender la idea de que en nuestro país en estos últimos tres años y meses, se han producido importantes cambios que contribuyen al bienestar de la población.

Es a partir de eso que se quiere vender una situación de bonanza e influir en el ánimo de la población para que crea en eso. Es por eso que se levanta la consigna que para seguir con los cambios el actual presidente debe reelegirse y que eso se justifica porque tiene la aprobación de la inmensa mayoría de los dominicanos.

Pero nos surgen dos preguntas: ¿Quién quiere tener pesadilla cuando está durmiendo? ¿La mayoría prefiere eso? Porque a decir verdad objetiva en los últimos tres años los cambios que se han producido han sido de retroceso para la gran mayoría de la población que vive en la República Dominicana, porque los precios de los principales productos de consumo se han duplicado y más, incluyendo el precio del arroz, que lo definía el expresidente Joaquín Balaguer como un producto político y si no es así pregúntele a Hipólito Mejía lo que le sucedió con la famosa “quema de arroz”

No solamente los productos de primera necesidad han aumentado, también debemos agregarle los materiales de construcción, para solo poner un ejemplo el cemento en el año 2020 su precio estaba a RD$260 la funda y hoy está a mas de RD$500 y a eso debemos agregarle más que duplicados las varillas, los blocks, materiales eléctricos y de plomería.

También el cambio ha significado un aumento al doble de los intereses sobre prestamos y el que pagaba en el 2020 12% de interés, ahora en el 2024 debe pagar 24%, eso ha tenido un impacto negativo sobre las actividades empresariales y a nivel familiar.

Pero el costo del servicio eléctrico, quienes pagaban RD$2,000 por la factura mensual, ahora paga RD$5,000 y más.

Los apartamentos y casas para alquiler han aumentado entre un 40% y un 100%, lo que representa un golpe demoledor para trabajadores fijos y chiriperos que no tienen vivienda, que según información reciente de la Asociación Dominicana de Constructores y Promotores de la Vivienda (ACROPROVI), el déficit de vivienda en la República Dominicana supera las 1 millones 400 mil viviendas.

Es por lo tanto inconcebible que se quiera, en base a informaciones que faltan a la verdad, por parte del gobierno y sus aliados, dentro y fuera, querer vender una bonanza que la mayoría de la población no usufrutua, para vender un proyecto reeleccionista que más que cambio sería un retroceso.