Me gusta recordar que pertenezco a una generación que conoció la época cuando ciertos haitianos se reunían con chaqueta y corbata de la última moda para escuchar un disco de 33 revoluciones de Lope Balaguer, cantando magistralmente las obras de Rafael Solano. En aquel entonces, cuando se hablaba de elecciones en el país de nuestros vecinos los mayores afirmaban de antemano: «El doctor Joaquín Balaguer ganará». A pesar de los años, me había quedado muy impresionado leyendo en las paredes de Santo Domingo, durante mi primer viaje. «lo que diga Balaguer». Con la mayor determinación, deseaba escribir una nota 72 horas antes del domingo 19 de mayo para comentar los ecos de las elecciones en la opinión de la población de Haití, atrapada por las complejas crisis y las sofisticadas expectativas. Se rumoreaba que la misión policial internacional desembarcaría el día de la celebración de la fiesta de la bandera (18 de mayo).

Las elecciones siempre han sido un asunto muy complicado en Haití. Alrededor de las del 22 septiembre de 1957, se puede leer en una de las obras de Clément Célestin (Compilaciones para la historia), «se consiguió contabilizar una urna quemada». Durante la presidencia vitalicia (1957-1986), los resultados de las selecciones parlamentarias se decidían en el Ministerio del Interior y de Defensa. Las primeras elecciones después de Duvalier, el 29 de noviembre de 1987, fueron ahogadas en sangre.  Las del 17 de enero de 1988 se realizaron con muchas irregularidades. En diciembre de 1990, el Departamento de Estado de los Estados Unidos tuvo que amenazar seriamente a las autoridades de Puerto Príncipe para la realización de las elecciones. Nunca se podrá discutir la espontaneidad masiva de diciembre de 1990. Sin embargo, también hay que tener el valor de cuestionar la originalidad en cuanto a la metodología para el resultado final: un corresponsal de prensa internacional con sede en Santo Domingo declaró el nombre del ganador…

Al margen de las consideraciones de especialistas y analistas, dos temas resultan urgentes para la formación de la juventud haitiana: el estudio de la historia dominicana y la observación de los progresos registrados en la organización – que se moderniza rápidamente – de las elecciones. No hay generación espontánea en torno a la lucha por una democracia aceptable. En estas elecciones dominicanas del 19 de mayo de 2024, mi voto fue pedagógico, mucho antes del descubrimiento de la maravillosa sonrisa que acompaña este texto. Sé que para la próxima década, el deterioro institucional de donde me encuentro no permitirá organizar competiciones de esta dimensión. ¡Además, hemos dejado de organizar campeonatos deportivos de pequeña dimensión!

Gracias por esa sonrisa de un domingo extraordinario.