Una tarde-noche, la veterana periodista Dania Goris me llamó para comunicarme que “Corporán quiere reunirse contigo mañana, quiere que seas el director de Noticiario Popular”. Los siguientes minutos de la breve conversación los agotó en inesperados consejos con tinte materno, como otro ducho de la profesión, Nelson Guillén, lo haría al día siguiente en que nos encontramos en el pasillo brilloso de la influyente Radio Popular, 950 AM, en la calle Charles Summer, Distrito Nacional. Ella y él tenían en común que eran íntimos del empresario-locutor y habían sido directores del noticiario. Se iniciaba el 2,000 y yo había renunciado como locutor y director de noticias de Radio Mil Informando.

Esa mañana, hube de esperar en una sala porque Rafael Corporán de los Santos no había llegado a la oficina. Una señora –luego me enteré que contaba con su absoluta confianza y le llamaba Cheíta- había salido a mi encuentro invitándome a esperar porque “él viene en camino y llega en breve”. Y así fue.

Eran tiempos de buena cosecha para el viejo Corpo y su circuito, en su kilométrico programa Sábado de Corporán, y en el Sábado Chiquito de Corporán, por Color Visión (canal 9). Tenía copada la audiencia del cierre de la semana, como la dominó con su dominical radiofónico Gozando con Producciones Corporán.

Cuando alguien alertó que “viene el jefe”, desde la conserje hasta los ejecutivos se realinearon. Se impuso un silencio compulsivo. Decían que él no comía cuentos con su empresa; era como su novia nueva, “La novia del pueblo, Radio Popular”, y no titubeaba para invertir en ella cualquier cantidad de dinero. Los cristales, pisos y paredes debían estar relucientes; el personal, cada quien en su sitio. No se trataba de una estación cualquiera. Era la matriz de una poderosa cadena de cobertura nacional que operaba en un edificio propio (donde ahora funciona Pro-consumidor), con los equipos de transmisión más modernos. Con tres emisiones de noticias y avances intermedios en su parrilla. Brillaron en esa etapa los lectores de noticias: Víctor Gómez, Félix Nova y Eduardo Santana.

La propuesta musical resultaba muy variada con excelentes locutores. “Tócalo tú mismo”, con Raphy Miliano/Ray Carrión; “Cien canciones y un millón de recuerdos”, Fabio Taveras; “El Gran Musical”, con José Enrique Trinidad; “Gozando con Producciones Corporán”, con Corporán de los Santos. En la mañana, Nieves Corniel.   

LA GENTE DICE POR AHÍ

Al entrar al despacho, me recibe un hombre negro, de una 160 libras, 5.8 pies de estatura, con bigotes y cabello crespo. Se ha quitado la chaqueta azul cielo y se ha quedado con su camisa blanca y corbata azul oscuro. Frente a mí, un tipo cercano, campechano, sin pose. Antes de ir al grano, activa el botón del intercom, justo debajo de la plataforma de su escritorio, frente a él. Con su voz fañosa, le ha dicho a Cheíta que traiga café para los dos. Cumplida la orden, sólo acompañados de la bebida aromática, comenzó a hablarme en su peculiar estilo.

“Mira yo te conozco, he seguido tu trabajo en Radio Mil Informando, soy amigo de Manuel (Manuel Pimentel, el dueño) y me interesa que venga pa cá pa que me dirija Prensa… Tengo problema ahí. Tengo toda la tecnología, más que cualquier medio, pero no hemos podido usarla; tengo dos unidades móviles que ningún canal de televisión tiene, y tampoco le sacamos provecho. Te la voy a mostrar ahorita. Yo invierto to pa que estemos en primer lugar. Por ejemplo, yo no soy intelectual, me atacan y dicen que analfabeto, pero, mira, yo aprieto este botoncito (intercom) y le digo a Cheíta que llame a Tony, y tú estás ahí, busco los talentos. Yo tengo olfato y agallas, aunque no hable fino, pero mira el anuncio que acabo de escribir (y me lo leyó, y le brotó una carcajada)”.

Corporán de  los Santos no escondía su intención de competir, desplazar a Radio Mil y posicionarse en el primer lugar. Llegaba casi a la obsesión con esa aspiración. Por eso, en momentos diferentes, tuvo en su staff de locutores noticiosos a Fernando Valerio y Wilfredo Muñoz (f) y José Bejarán, tres de las voces de la emisora de la Máximo Gómez con San Martín.

Esta semana, reconocidos locutores de la época, José Fracisco Núñez y Enrique Fernández (Radio Comercial y Radio Visión, de La Cadena Brea Peña), lo han confirmado en sus comentarios en Facebook.

EN LA OFICINA

Acordado salario y fronteras de las funciones, que debían ser respetadas;  aceptados mis compromisos viejos, procedió a un proceso de inducción por las diferentes áreas de la empresa con énfasis en el departamento de noticias. Al día siguiente, a las cinco de la madrugada, comenzaba la misión.

El equipo de periodistas fue reforzado con nuevos talentos jóvenes, la red de corresponsales también. Todos fueron orientados sobre la política informativa de la dirección y las innovaciones en los contenidos.

El noticiario, como producto radiofónico, debía ser producido y súper actualizado de modo que se convirtiese en referencia de los impresos y los programas televisuales, nunca al revés. La introducción de la sección “Lo que pasó anoche”, reflejaba los hechos acontecidos hasta bien entrada la madrugada; el levantamiento de las antenas de las móviles en los barrios para hacer valer las voces de los silenciados, ser garantes de sus derechos y acompañarles en la búsqueda de soluciones a sus necesidades (no sólo la denuncia). Se implementó por primera vez la transmisión en secuencia de los corresponsables con informaciones de interés provincial. El sensacionalismo fue echado a un lado.

Pronto se logró el tránsito de la producción análoga de la información a la digital. Por primera en la historia de la radiodifusión dominicana, los locutores pasaron de leer las noticias escritas en papel a hacerlo en una pantalla de computadora que las recibía de la sala de radioredacción (radioprompter). El sistema sigue vigente.

Hubo cambios importantes pero manteniendo los colores originales del noticiario y aportes de otros directores.

Corporán comentaba a menudo que “me siento feliz con ese muchacho como director, tiene el departamento sedita”.

Cierto, todo marchaba muy bien. La penetración era cada vez mayor, hasta que un día me planteó que yo debía vivir contiguo a la estación, en un apartamento que tenía disponible.

“Deberías dejar los otros trabajos. Así estarías todo el tiempo observando, porque, desde que sales…”, sugería.

Le respondí que era imposible salvo que su empresa se responsabilizara de mi futuro económico, bajo contrato. Uno de los trabajos era como académico en la Escuela de Comunicación de la UASD, donde había ganado un concurso; el otro, en el periódico Hoy, donde ya tenía suficientes créditos ganados como reportero investigador. Lo comprendió. Pero un mes después, repitió el relato. Preferí irme, pese a su resistencia.

Seis meses después, la Goris volvió a llamar, por encargo de él. Me invitaba a su casa del kilómetro 12, de la avenida George Washington (malecón). Quería hablarme otra vez. Accedí no muy gustoso.

Aquella mañana, en las afueras de su residencia había grupos de personas,  incluidas del mundo artístico, a la espera de ayuda, como si operara allí un local gubernamental de asistencia social. Esperaban a que despertara. Supe luego que la escena era cotidiana, pues él solía auxiliar a muchos.

Al entrar, estaba sentado, en short kaki y franelilla blanca, y los pies fuera de las sandalias. Entre sus piernas, un niño semidesnudo de unos dos o tres años, Ángel Luis, que había procreado con su pareja, la cantante Grisel Báez.

En su estilo campechano, le pidió a ella que me brindara un trago o un café, que no dilató en llegar. Y, sin rodeos, con dos lágrimas sobre sus mejillas, se disculpó por pedirme dejar otros compromisos laborales, y me pidió volver a la dirección del noticiario, porque “eso se volvió a dañar”.

Ofreció un incremento salarial y otras facilidades. Le respondí positivamente, pero advirtiéndole que no bastaba el dinero sino tener presente los acuerdos. Volví al puesto. Noticiario Popular retomaba su agilidad informativa y sumaba cada día más audiencia, pero, en cualquier momento cumbre de la transmisión, llamaba para autorizar la interrupción y ceder espacios a amigos políticos en quienes confiaba ciegamente.

Yo, que había llegado con el rigor de Radio Mil Informando en el entrecejo, nunca entendí aquellas intervenciones abruptas en aquello que había asumido como el templo de Radio Popular. Y llegó mi segunda salida. Sólo ahí comprendí los consejos de los exdirectores. “Él es un excelente ser humano, fuera de serie, es como mi hermano más querido, pero es muy cambiante. No te aferres demasiado”.

El 5 de marzo de 2012, Corporán de los Santos, 72 años, moría desgastado, sin más riqueza que su familia más cercana, con la tristeza insoportable de la traición de sus mejores amigos y la pérdida de su niña mimada, Radio Popular, que había fundado el 12 de octubre de 1975, y un año más tarde el noticiario.