En 1985 hubo en Panamá elecciones muy cuestionadas y surgió ganador el panameño con el perfil más adecuado para dirigir la nación: Nicolás Ardito Barletta. Doctorado en la Universidad de Chicago, prestigioso tecnócrata, fue negociador del Tratado Torrijos-Carter y había alcanzado la Vicepresidencia del Banco Mundial para América Latina.
Ardito Barletta nombró embajador en Estados Unidos al prestigioso Gabriel de la Guardia, que fue mi amigo. Gabriel duró pocos meses en el cargo porque ocurrieron sucesos trágicos en Panamá.
Noriega, heredero de Torrijos, jefe de la Guardia Nacional era el verdadero poder y no toleraba críticas. En septiembre 15 de 1985 asesinó a Hugo Spadafora que había denunciado las relaciones de Noriega con el narcotráfico internacional. Spadafora fue decapitado y castrado. Le arrancaron las uñas. Su cabeza nunca apareció.
Spadafora se graduó de médico en Italia y, cuando Torrijos derrocó al presidente Arias, se hizo guerrillero. Estando preso se reconcilió con Torrijos y fue nombrado viceministro de Salud, pero renunció para luchar junto a los sandinistas contra Somoza. Regresó a Panamá como héroe en 1979. En 1981 murió Torrijos y Spadafora confrontó a Noriega.
Ardito Barletta creó una comisión para investigar ese asesinato y, presionado por Noriega, renunció a la Presidencia. Lo sustituyó Eric Arturo del Valle, “Tuturo”. A su vez, Gabriel renunció como embajador. Años después, estando en Panamá, me invitó a almorzar junto al carismático opositor Guillermo “Billy” Ford. Allí hablamos de la conformación de la oposición a Noriega. Me comentaron que días antes el presidente “Tuturo” había ido a comer al exclusivo club en que nos encontrábamos y Billy inició una protesta golpeando su copa con un cubierto. El tintineo se hizo contagioso y se convirtió en alboroto. Tuturo, avergonzado, se marchó cabizbajo.
En 1989 Billy copó las portadas de prestigiosas publicaciones: Time, Newsweek, US News and Word Report y El Miami Herald. Aparecía bañado con su sangre y la de su guardaespaldas, Manuel Alexis Guerra, asesinado en plena calle. Aun desarmado se enfrentó con valentía a los “paleros” de Noriega llamados “Batallones de la Dignidad”. Billy había sido electo vicepresidente en mayo 7 de 1989 ,junto a Guillermo Endara como presidente.
Noriega desconoció las elecciones y en diciembre 15 de 1989 declaró a Panamá en Estado de Guerra contra Estados Unidos. El 20 de diciembre el presidente Bush invadió a Panamá. Noriega huyó y se entregó sin pelear. Estuvo encarcelado más de 20 años en Estados Unidos y Francia. Fue extraditado a Panamá y murió arrestado.
Me encontré aquí con Billy, ya como vicepresidente. Lo elogié, exaltando su coraje frente a los sicarios. Me dijo que aquello fue un instintivo acto de defensa propia, intentando sobrevivir. Agregó, sin jactarse, que se sentía orgulloso de haber participado en el rechazo al presidente “Tuturo” con tintineo de copas para que tuviera que escabullirse, despreciado por ser un presidente títere de Noriega. Recalcó que muchas veces en nuestros países los tribunales descargan a dirigentes prevaricadores y que, como contraparte, los gobernantes y funcionarios indignos, estando dentro o fuera del poder, debían recibir una condena social inapelable, simbolizada en un pacífico, civilizado e imprescriptible repudio ciudadano.
Al concluir su discurso de juramentación como vicepresidente Billy, con su voz de “gallo ronco”, sepultó el régimen de Noriega diciendo: “Se acabó esta vaina”. Billy murió en 2011. Su carroza fúnebre fue un camión de bomberos. Los llantos contrastaron con el sonido solidario de cacerolazos, como homenaje por su lucha democrática.