Reflexionemos sobre la pregunta: ¿Es Haití una amenaza para República Dominicana? No se puede desvincular esta pregunta de nuestro contexto político actual. ¿Quiénes dicen que Haití es una amenaza? En primer lugar el gobierno de Abinader, cuyo ministro del Interior dijo el 23 de junio del año pasado que Haití no solo era una amenaza sino "la principal amenaza" para la República Dominicana. Alegando que Haití es una amenaza para República Dominicana, el presidente Abinader ha pedido la ocupación militar de Haití en la ONU y en la OEA, también lo planteó recientemente el canciller Roberto Alvarez hablando de una "fuerza pacificadora". ¿Qué pensaríamos como pueblo dominicano si las autoridades de otro país exigieran que seamos invadidos por fuerzas imperialistas?

Lo de la amenaza haitiana lo plantean los funcionarios de este gobierno haciendo alusión al concepto de la "invasión silenciosa de inmigrantes", lo cual también hacen de manera permanente organizaciones de ultraderecha, algunas abiertamente neonazis, por ejemplo en la marcha del 6 de agosto en Santo Domingo y la del 1 de octubre en Santiago.

El tema de la “invasión silenciosa” es un típico recurso neofascista, se genera miedo a una supuesta amenaza por parte de un grupo oprimido para así justificar la violencia contra ese grupo. Fue lo que hizo en el pasado Trujillo, cuando aplicó la limpieza étnica en 1937 argumentando que era una acción de defensa de la soberanía. En el documento apócrifo generado por neofascistas titulado “Teclado de guerra” se enumeraron una serie de supuestos actos de guerra que se planificaban desde de Haití contra la República Dominicana. Más de ocho años después de que el documento fuera difundido por la ultraderechista Luz Brito, no se ha realizado ninguno de los actos citados en ese documento. Recordemos que el uso de documentos apócrifos para incitar los linchamientos racistas fue uno de los recursos del régimen zarista contra los judíos. También la propaganda nazi presentaba a los judíos como victimarios del resto del pueblo alemán, mientras que la propaganda neofascista en República Dominicana busca justificar un nuevo genocidio como el de 1937, presentando a los trabajadores haitianos como victimarios, siendo evidentemente la comunidad más oprimida y explotada en nuestro país. Cada vez que se difunden teorías conspirativas racistas y xenófobas, se está ayudando al avance del neofascismo y colocando en peligro nuestros propios derechos democráticos.

Este tipo de propaganda que pretende generar condiciones subjetivas para una limpieza étnica o un genocidio también es difundida por intelectuales vinculados al gobierno de Abinader, como el director del Archivo General de la Nación, Roberto Cassá, o el historiador Frank Moya Pons, quienes han hecho declaraciones y firmado artículos que alimentan teorías conspirativas sobre supuestos planes internacionales para modificar la historiografía o incluso una supuesta negación por parte del pueblo haitiano del derecho a la autodeterminación del pueblo dominicano. Estas mentiras también tienen la función de legitimar políticas de limpieza étnica mientras se victimiza falsamente a un Estado cuyas políticas racistas son cuestionadas dentro y fuera de la República Dominicana.

La manipulacion de informaciones juega un papel fundamental para promover el odio hacia los inmigrantes haitianos. Según la derecha, desde los partidos tradicionales del PLD, PRM, FP y PRSC, hasta la ultraderecha neonazi, está en marcha un supuesto proceso de haitianización y sustitución de población. Ese es el mismo discurso que utiliza la ultraderecha racista en EEUU y Europa contra los inmigrantes dominicanos y de otras partes de Latinoamérica, el Caribe, África y Asia, diciendo que están sustituyendo a la población blanca. En ese marco, los discursos de odio en contra de las mujeres haitianas que dan a luz en nuestro país, acusadas falsamente de consumir el presupuesto de salud publica, le sirven al gobierno para lanzar operativos de violación masiva de los derechos humanos, con la detención ilegal de mujeres embarazadas y niños y niñas, cientos de casos en el último año según ha admitido el propio gobierno.

Pero la realidad es muy diferente a como la plantea la derecha. En 2021 hubo 35 mil partos de mujeres inmigrantes haitianas. Según estimados de funcionarios de este mismo gobierno, el gasto que supone al Estado dominicano un parto vaginal fue de 7 mil pesos y 11mil 500 por cesárea, lo cual implica un gasto menor al 0,5% del presupuesto de salud, que en 2021 fue de 148.3 mil millones de pesos. Mientras tanto, es el propio gobierno de Abinader el que incumple con el 5% del PIB que según la ley debe invertirse en la salud pública. Se usaron los discursos de odio contra las mujeres embarazadas haitianas para distraer a la opinión pública mientras se aplicaba un gran recorte presupuestario a la salud.

En el caso de educación, también la extrema derecha y el gobierno acusan a los niños haitianos de desplazar a los estudiantes dominicanos, pero la realidad es que los estudiantes inmigrantes constituyen apenas el 4% del estudiantado, y es el gobierno el que mantiene cientos de escuelas sin terminar, es el que viene planteando eliminar el 4% del PIB para la educación pública, el que impulsó una enorme corrupción con el ministro Furcal entregando más de 13 mil millones de pesos al PNUD para supuestas asesorías para la compra de equipos electrónicos, y es este gobierno el que decidió este año usar parte del presupuesto de educación para subsidiar a la educación privada. El colmo del cinismo es que Abinader se asigna para en el presupuesto para 2023, desesperado por reelegirse, 119 mil millones de pesos, casi lo mismo que se invirtió en salud en 2022. El gobierno de Abinader es el único responsable de que haya estudiantes sin cupo y pacientes sin atención adecuada en los hospitales, no la comunidad inmigrante. ¿Ya nos vamos dando cuenta de cuál es la verdadera amenaza que enfrenta el pueblo dominicano?

Estos temas son utilizados para mostrar a la comunidad inmigrante como una supuesta carga económica para el Estado. Pero está demostrado que no es así. Según los estudios existentes de la UNFPA, los trabajadores haitianos aportan más del 7% del PIB y el comercio con Haití favorece a la República Dominicana en una proporción de 97,5 a 2,5. O sea que trabajadores y trabajadoras inmigrantes de nacionalidad haitiana aportan mucho más en términos económicos que los pocos servicios que reciben del Estado dominicano, pagando impuestos como el ITBIS o los impuestos a los combustibles como cualquier dominicano. Y el intercambio comercial desigual permite a la burguesía dominicana exportar a Haití 40 veces más de lo que se importa desde ese país. Incluso conseguir productos como la cerveza Prestige o el ron Barbancourt es difícil y caro por los obstáculos a las importaciones desde Haití..

La relación con la clase trabajadora haitiana y con el pueblo haitiano es muy lucrativa para la burguesía dominicana y beneficia también al conjunto del pueblo dominicano. Si queremos una relación justa y equitativa con Haití lo que debemos rechazar es la superexplotación que aplica la burguesía a los inmigrantes y el comercio desigual con Haití. Esas son injusticias que debemos corregir en aras de mejores relaciones entre los dos países.

El gobierno y la ultraderecha insisten en la mentira de que una minoría inmigrante es una amenaza a la soberanía y a la existencia misma de la República Dominicana. Se trata de la reproducción de la ideología trujillista detrás de la masacre de 1937, de la que se están cumpliendo 85 años. ¿Existía esa amenaza en 1937 u hoy? Por supuesto que no. En otros países hay muchos más inmigrantes que en el nuestro, y eso no amenaza su soberanía. En El Líbano hay 1,5 millones de refugiados sirios, que son el 25% de la población de ese país, y no está en peligro su soberanía. En Colombia hay 1,8 millones de venezolanos y eso tampoco amenaza la soberanía colombiana. Claro que en esos países también hay derechistas y neonazis que afirman lo mismo que dicen Abinader y la derecha dominicana, que está en peligro su soberanía, pero es totalmente falso. Los sectores antidemocráticos y de extrema derecha incluso se oponen a la realización del censo nacional, lanzando teorías conspirativas sobre supuestos planes fusionistas. O sea que están en contra de tener estadísticas actualizadas sobre nuestra propia sociedad. Es un verdadero peligro para la República Dominicana que crezcan estos sectores con discursos irracionales y antidemocráticos.

En República Dominicana nuestra soberanía está amenazada, pero por el imperialismo. En el siglo XX fue el imperialismo yanqui el que invadió dos veces a la República Dominicana, fue Estados Unidos el que apoyó dos dictaduras y un golpe de Estado y el que impuso un tratado de libre comercio lesivo de nuestra soberanía. Estados Unidos sigue lesionando nuestra soberanía con la complicidad del gobierno de Abinader, al participar de la remodelación del puerto de Manzanillo, imponer el prechequeo en nuestros aeropuertos, imponer el acuerdo de cielos abiertos, definir nuestra politica económica anclada al endeudamiento con organismos internacionales de crédito, y al imponernos una política exterior anti caribeña y anti latinoamericana. Somos una semicolonia con independencia formal pero con una grave dependencia económica y política respecto de Estados Unidos, esa es la realidad. Ni a los trujillistas de antes ni a los neotrujillistas de ahora les importa eso, de tal forma que no son realmente nacionalistas ni patriotas, son racistas cuyo uso del discurso de la amenaza haitiana es simétrico al de la amenaza judía por parte de los nazis.

Empresas transnacionales como Barrick Gold, Gold Quest y Falconbridge, son intocables, saquean nuestro país y lesionan nuestra soberanía, sin ningún tipo de limitación, contaminando ríos y suelos, depredando bosques y dañando la salud de las comunidades campesinas, siempre con la complicidad del gobierno. Mientras pasa todo eso, el gobierno y la derecha envenenan la consciencia del pueblo para que odie a los trabajadores haitianos que construyen las ciudades dominicanas y siembran y recogen las cosechas, pero no a los capitalistas estadounidenses, canadienses, chinos, españoles o franceses que son los que realmente están saqueando y destruyendo a nuestro país.

Haití ha sufrido, al igual que nuestro país, dictaduras proyanquis durante gran parte del siglo XX. Después de avanzar en la recuperación de sus derechos democráticos a fines de los 1980s, sufrió dos golpes de Estado y una permanente injerencia extranjera por parte de la ONU y EEUU que ha demolido al Estado capitalista y lo ha reducido a su mínima expresión. El golpe de 2004 fue apoyado por Hipólito Mejía. Entre 2004 y 2017, Haití fue invadido por la Minustah con tropas de los falsos progresistas como Lula, los Kirchner, Bachelet, Evo y Mujica, tropas que reprimieron masivamente y generaron una epidemia de cólera. Las bandas criminales han aprovechado el vacío para controlar parte del territorio. La policía está sobrepasada por las bandas y no hay prácticamente ejército. Así que el Estado haitiano tampoco representa ninguna amenaza ni tiene ninguna actitud agresiva hacia nuestro país. A diferencia del gobierno de Abinader que sí tiene una actitud agresiva pidiendo la invasión de Haití, lo que todas las personas dominicanas honestas debemos rechazar.

Abinader ha usado el argumento de que supuestamente las bandas pretenden trasladarse a República Dominicana para aplicar medidas antidemocráticas y racistas como la persecución contra estudiantes universitarios haitianos. Pero veamos la realidad, ¿le convendría a las bandas haitianas trasladarse a nuestro país? Hay varias razones por las que no es probable que esto ocurra. En Haití no hay prácticamente ejército y la policía es débil, por lo que las principales disputas son entre bandas por el control territorial y las rutas del narcotráfico. Para operar en República Dominicana tendrían muchas más dificultades que en el propio Haití, por lo que no hay un incentivo claro para que se trasladen a nuestro país. En República Dominicana tendrían que enfrentar a otras bandas dominicanas que controlan el narcotráfico. También tendrían que enfrentar una mayor represión policial de la que enfrentan en Haití, por que la policía y los militares dominicanos tienen sus acuerdos con las bandas narcotraficantes dominicanas y defenderían esos negocios, no se los dejarían arrebatar. Claro que puede haber negocios entre bandas y se ha documentado que hay dominicanos en las bandas haitianas. Pero otra cosa es que esas bandas se trasladen a República Dominicana. Abinader suspendió las visas a estudiantes haitianos alegando que podían ser miembros de bandas y un año después de eso no ha mostrado a un solo estudiante miembro de una banda. O sea que claramente fue una movida alarmista del gobierno, sin base en la realidad.

Uno de los argumentos utilizados por la derecha es que supuestamente otros países, como Estados Unidos, deportan a más inmigrantes haitianos que la República Dominicana, como si las violaciones a los derechos humanos en otros países justificaran las del gobierno dominicano. Pero este es otro ejemplo de información falsa. Según los datos oficiales, entre 2017 y septiembre de 2022 fueron expulsadas de la República Dominicana 373,712 personas haitianas. En lo que va de este año las expulsiones superan las 85 mil. El gobierno dominicano sin embargo niega a nivel internacional que haya deportaciones masivas. Por ejemplo, el embajador dominicano ante la OEA, Josué Fiallo dijo que “no se ejecutan arrestos indiscriminados ni deportaciones masivas de los migrantes”.

En República Dominicana, el promedio de expulsiones de personas haitianas de los últimos seis años, es de más de 62 mil anuales. Para los últimos catorce años, el promedio anual de deportaciones de personas haitianas desde EEUU es de poco más de 3 mil.

Otra mentira común es que ya hay refugiados haitianos en República Dominicana. Investigaciones académicas en el área indican que entre 2012 y 2016 solo 10 personas de Colombia, Irak, Siria y Haití fueron reconocidas como refugiadas por el Estado dominicano, siendo rechazadas el 99% de las solicitudes de asilo. La política de desconocer los tratados internacionales en materia de derecho al asilo y al refugio se ratifica con el anuncio de Abinader sobre no recibir refugiados en el caso de una invasión a Haití, la cual ha sido exigida desde hace dos años por el presidente Abinader y su canciller Roberto Álvarez.

La doctrina de contraponer derechos humanos y seguridad nacional ya fue utilizada por las dictaduras militares en América Latina y el Caribe. Aceptar que Abinader use esa doctrina para violar los derechos humanos de las personss haitianas sienta un precedente antidemocrático que es una amenaza para el pueblo trabajador dominicano. Mañana se puede revertir esa doctrina contra cualquiera de nosotros.

En conclusión, está claro que la mayor amenaza para el pueblo dominicano la representan el imperialismo estadounidense, el gobierno derechista que viola nuestros derechos, y el neofascismo que no solo es racista y antihaitiano sino también enemigo de los derechos de los trabajadores las mujeres, los homosexuales, la izquierda, los defensores de derechos humanos y las personas de convicciones democráticas. Todos esos sectores son tildados de traidores por el neofascismo. El antihaitianismo además es usado para distraernos de las verdaderas luchas y de los verdaderos problemas que tenemos. Mientras no aislemos y superemos el racismo y el neofascismo no podremos avanzar, seguiremos sumidos en el atraso antidemocrático y la carencia de derechos fundamentales, que es la situación de la clase trabajadora dominicana actualmente. Por eso la lucha antifascista y antirracista es parte fundamental de la lucha por los derechos democráticos del pueblo dominicano. El primer paso es no dejarnos engañar y reconocer los verdaderos peligros que enfrentamos.