No entiendo por más que me expliquen por qué los dominicanos no aprendemos la lección de la transitoriedad del poder. Todos sin excepción, desde que suben el frontispicio del Palacio Nacional entran en un trance, son tomados por un síndrome de hibris que los hace perder la perspectiva de la realidad, solo ven únicamente lo que les interesa ver, oír y aceptar, ¡el que todo lo pueden!
Pero nada más absurdo y cuasiestúpido, porque la llegada al poder es un viaje con fecha de término, y su comportamiento en el mismo les traerá posibles futuras consecuencias derivadas de sus acciones; lo peor es que todo de una forma u otra se paga, porque la vida y la historia se lo cobran más temprano que tarde. Solo tenemos que ver cómo han tenido que pagar los reformistas sus errores, con el ostracismo político, el parar de todas formas la llegada de Peña Gómez a la Presidencia. Los ninguneo para siempre, y de aquel partido fuerte electoralmente solo queda una caricatura, todo porque en su inmenso poder creyeron que lo podían todo, hasta torcer los designios de la historia y perdieron su espacio y su preeminencia política dejando el rumiar de aquellos que solo recuerdan sus etapas de gloria.
Hoy le está pasando lo mismo al todopoderoso PLD, atrapado entre las cuerdas del cuestionamiento público y la profunda división interna que lo coloca en la peor situación como organización política, desde su fundación en el año 1973, por lo mismo que a los balagueristas que se creyeron indestructibles y tomaron tan infantiles e incorrectas decisiones, que los mismo jugadores de experiencia por su largo trajinar en las lides políticas se hicieron un autogol, las penalidades recién le inician.
Coincido plenamente con lo expuesto por el pensador venezolano, Moisés Naim, en su obra “El fin del poder”, citó: “El poder es cada vez más fácil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder”, por lo que es una soberana locura asumir posturas, tomar acciones que le comprometerán en el futuro sin garantía alguna de que se mantendrá más allá de lo lógico al frente del Estado, y cuando baje de las alturas palaciegas cosecharán lo que han sembrado, no lo duden, el destino juega sus cartas y cobra sus deudas.
Es por ello que no me canso de expresarle a nuestros actores políticos que no pierdan el sentido de la objetividad, que sepan que la llegada a un cargo público es algo normal, y que su ida del mismo en su momento también lo será, y solo quedará la impronta de sus actos, serán sus hechos que hablarán por usted, comenzando por entender que las imprudencias se pagan caras posteriormente y si hay alguien que lo debe saber y sentir hoy son los altivos funcionarios peledeístas, que en el ayer se creyeron infalibles y hoy están sojuzgado por las circunstancias en que se encuentran.
El presidente Medina no es culpable por hacer sino por no oír a sus verdaderos amigos, a los que en parte lo acompañaron para llevarlo a la silla de alfileres y que después él abandonó, parte de los cuales son en la actualidad el látigo vehemente que buscan enterrar su legado y llevarlo a la cárcel.
En esos ejemplos deben verse los perremeístas, muchos de los cuales los veo alegre con el sufrimiento ajeno y que aplauden la justicia con el odio que se lleva a cabo, y de la que después por la ley de la justa compensación les tocará enfrentar, solo falta saber el cuándo, porque la vendetta les llegará, ya que el odio desenfrenado entre una parte de la clase política solo está creando un círculo demencial de la venganza, que será el principal motivo que moverá a los que desean volver al poder.
Sé que a efecto del inmediatismo analítico, muchos ven como imposible la vuelta a la mansión de Gazcue de los que se fueron, y en verdad hasta quien esto escribe lo ve difícil, más no imposible, porque si hay algo que no cambia fácilmente en los pueblos es su idiosincrasia, esa especial forma de ser de nuestros ciudadanos, y como somos de memoria cortoplacista y oportunistas al menor resbalón nos cambiamos de equipos y de forma de pensar para apoyar a lo que apostrofábamos ayer, y renegar de con quien coincidimos hoy, en eso somos expertos los dominicanos, salvo honrosas excepciones.
En una población tan pendular como la nuestra, como osan nuestros dirigentes y líderes asumir políticas de confrontación y odios para después andar espantados hasta de sus propias sombras, todo porque creemos que el poder, el hoy efímero poder todo lo puede.
Mucha gente cree que mis opiniones tienen en algo que ver con vínculos con la corrupción de los anteriores gobiernos, aunque ocupe posiciones públicas de cierta importancia, no obtuve a mi favor contratos, obras o algún negocio que me beneficiara, por lo que no tengo conexidades con ninguno de los imputados de hoy, es por esto que no tengo porque convertirme en abogado de sus causas, tal vez, tenga diferencias con los que dirigen los procesos legales más de forma que de fondo, porque se debe aplicar justicia pero, sin odios para que los acusados tengan todo el derecho a la defensa que le sea posible y que el fardo de la prueba aportada por el Estado es que los haga condenar pero, más aun y necesario devolver lo hurtado pero, cuando se condenan previamente con medidas de coerción largas y abusivas se pierde la autoridad de lo justo y prudente, dejando que se piense que existe un interés político electoral de destruir la imagen del partido político de los que salieron del poder y ahí precisamente está el detalle cuando se cree que la justicia está al servicio de los que detentan el poder y su interés en mantenerse en el mismo.
Tontos son aquellos que se han dejado usar en el ayer o en el hoy y se incriminan haciéndose partícipes de persecuciones estériles, que no le rentarán beneficio electoral alguno, sobre todo con los efectos residuales y exógenos que dejará la pandemia de l COVID-19 a los gobiernos, y para lo que no crean en lo que les digo solo tienen que ver o preguntarse cuál colisión gubernamental ha ganado unas elecciones después que inició el coronavirus en el mundo, salvo el caso de Nicaragua con sus particulares tintes.
Todo porque hoy no importa lo bien que lo haga un gobierno y por más buena imagen que tenga el Ejecutivo, los problemas sanitarios, sociales pero, primordialmente económicos, no dejarán bien parado a nadie frente al electorado de sus naciones, que buscan soluciones más no justificaciones y que ven por más esfuerzo que sus gobiernos hagan un desmejoramiento de sus niveles personales o familiares de vida, a efecto de los aumentos del costo de todo, no solo de la canasta básica y nosotros no seremos la excepción por lo que mis amigos del gobierno, sobre todo a algunos que los noto exageradamente optimistas y que deben saber las dificultades a la que se enfrentarán, y con sinceridad les deseo puedan a fuerza del destino sortear.
Al parecer algunos no comprenden el hoy ABC de la política electoral, estamos ante un sistema de mayoría 50% +1 para ganar la presidencia, por lo que no se puede ganar con minoría casi siempre lo hizo el doctor Joaquín Balaguer, que se quedó hasta con apenas un 35% de votos en el poder, ya eso simplemente no es posible, hay que tener más de la mitad de la totalidad de los votos válidos para llegar o mantenerse en el poder, y eso en medio de la crisis pandémica es tarea ciclópea para los gobiernos y más fácil para la oposición.
Para el PRM será la madre de las batallas el tratar de ganar en una primera vuelta, porque será su chance casi único de hacerlo, pues si hay una segunda vuelta el ganador de la oposición no importa que sea “chochueca” (el personaje de los 80 de nuestro Cuquín Victoria) este tendrá mayor posibilidad de terciarse la banda tricolor en su pecho, porque los votos de los otros grupos de oposición en un 90% le votarán a favor y harán mayoría.
Claro se puede decir que en política el orden de los factores sí altera el producto, porque si hubiese clasificado en la segunda posición en el año 1996 el PRSC y Jacinto Peynado nadie le hubiera despintado un triunfo arrollador al PRD y a mi padre, pero los balagueristas en el poder que se quedaron exprofesamente en el tercer lugar le sumaron todos sus votos y los recursos del poder al PLD para impedir la llegada de sus archirrivales del PRD, claro con esto clavaron los reformistas su tumba política hasta el día de hoy.
Veo a gente muy quitada de bulla sumándose al corifeo de los que desean la cabeza de los que eran parte del entramado corruptor peledeísta, pensando que jamás estos volverán y quiero así creerlo pero, después que este pueblo trajo de vuelta al doctor Balaguer a la mansión de Gazcue en el 1986, luego de lo acaecido en los oscuros doce años en que nos desgobernó; de los dominicanos hay que esperar de todo, por eso no me sorprendería que los morados clasificasen, aunque mi particular predilección prefiriera fuera que lo sea Leonel o los mismos hermanos del gobernante PRM pero, esa es una auténtica posibilidad y nadie debiera cegarse.
En política no hay muertos, el que así lo crea solo tiene que ver cómo salió del poder Hipólito en el 2004 y el monstruo de popularidad del “Llegó Papá del 2012”, donde solo infantiles errores estratégicos le impidieron volver a gobernarnos.
Luis está haciendo una buena gestión en medio de la crisis en que nos encontramos y mantiene buenos niveles de aceptación, pero así lo hemos visto en otras ocasiones y perder la misma popularidad al término de gestión, todo porque somos una ciudadanía estomacal y crítica, votamos por cómo estén nuestros estómagos y nuestra particular situación económica, y no nos importan los números fríos de las estadísticas nacionales y lo criticamos todo, sobre todo si los gobiernos no hacen obras de infraestructuras importantes, porque sentimos que ese gobierno no importa lo bien que lo haya hecho “sin obras de relumbrón” no hizo nada.
Por lo cual sigo diciendo que el dominicano no se puede subir ni siquiera en un block, porque lo marea la altura y se creen automáticamente HULK para después cuando salen del poder andar asustados por los errores cometidos y los enemigos comprados, aunque me critiquen y sé que lo hacen a diario no me importa lo que piensen los que desconocen nuestra historia y la folklórica forma de ser de nuestros compatriotas, actuaré siempre y así les aconsejo con prudencia tratando de afectar lo menos posibles a los pobladores de esta media isla, un verdadero patio, donde todos nos conocemos, tierra ardiente e impetuosa, lleno de amigos, familiares, compadres y novias.