Cosas de Ego Latra y su “párvulo” vástago.
Sentado a la diestra de su padre estaba su párvulo vástago contemplando el mundo que señoreaban a través de los hilos conductores desde las alturas de su rascacielos.
Ego Latra ascendió rápidamente a las alturas en aquellos sus años mozos gracias a un pacto con el Diablo para cerrar el camino malo y dejar abierto el del orden histórico, el del continuismo patriótico —al sonido de fondo de bombos y platillos— en los albores del cierre de una época dura, de ruda lucha entre seres inferiores blancos y negros, mansos y cimarrones. La altivez y el carisma característicos de Ego Latra lo hizo resaltar entre toda la multitud tímida y perdida, pero verdaderamente dominicana, que vieron en Él una luz al final del túnel, “el nuevo camino” que solo Él podría trillar. Así, con un rápido crecimiento vertical, Ego Latra se instaló allá arriba en lo alto y desde su trono observaba, de cada año un día, a los seres inferiores que se apersonaban a rendirle pleitesía y a engrandecer su destreza, a la vez que dirigían sus peticiones a Ego Latra para ser mojados por un poco de su superioridad. La realidad es que la grandeza de este es tal que sus necesidades las hace hacia arriba. Para un Dios, la ley de la gravedad no existe, pero para sus súbditos sí. Pero esto a fin de cuentas, en su calidad de Dios, es algo que le tiene sin cuidado. Su superioridad sobredimensionada le dificulta la participación afectiva a realidades ajenas a Él, por lo que permanece intacta e imperturbable, aunque a sus pies todos sus súbditos queden embarrados por el poco cuidado de este al expulsar impunemente sus inmundicias y la poca impureza que emana de su gloria.
Un infortunio del destino le empujó a tomarse un receso forzoso, pero nada de cuidado ni que le preocupe. En su diosidencia tiene todo calculado y se repite -aunque esté aburriendo-, mientras tanto su trémulo vástago a su diestra con sus incesantes iniciativas y siempre al acecho le dice:
—Padre, últimamente me he sentido cautivado por las bellas artes que practicas y he llegado a comprender lo que se siente ser tu hijo. Se ha despertado en mí un inusitado interés al verte orondo, pero humilde en las caravanas que se hacen en tu honor para alabarte y acariciar tu bella esencia, específicamente en el reducto de Moca. Nadie allí estaba ‘mosca’, porque la algarabía que generaste era de tal magnitud que los embelesaste como niños, lo que atrapó poderosamente mi atención. Me pregunté, padre: ¿cómo un ser puede causar tantos sentimientos y adhesión entre seres inferiores que no podrían llegar a ser como tú nunca? Desde ese momento no he sido el mismo, las bellas artes que practicas se han convertido en mi pasión y he decidido seguir el ejemplo de tu fenomenalidad a la vez que le buscaré una explicación a semejante fenómeno que eres, padre.
Sin embargo, padre, a diferencia de ti la concepción que tengo de tu arte es que yo, que he surgido en la bonanza, no quiero buscármela como tuviste que hacerlo tú. Yo quiero hacerlas por pasión. El ejercicio verdadero de este arte debe ser pasional, el móvil ideal del Ego Latra Real debe ser la pasión desprendida de lo material, porque me sobra, y yo tengo ese ardor por ejercer este bello arte por vocación y con pasión. Necesito pues, padre, que despliegues todo tu poder para que yo pueda seguir tus pasos, pero con mi pasión.
Ego Latra lo miró con ternura y se dispuso a explicarle unas breves herramientas para que su vástago aspire mientras él respira, pero sin estropear la gran burbuja en la que habitan en su rascacielos.
—Hijo, todo esto es muy sencillo, vendrán ante ti a rogarte que los dirijas, confiarán en que solo tú puedes dirigir sus destinos, lo más importante es no aspirar a los puestos de los seres inferiores como meta, sino aspirar a Todo por estas bellas artes como meta y todos caerán a tus pies. Cuando digo Todo no escatimo en este recurso. Debes estar listo y diestro para manejar las bellas artes del Todo. Deberás hacerlo todo por obtener el Todo y listo.
A modo de ejemplo observad la grandeza de tu padre, sus sacrificios e imitad:
—En vista de mi receso forzoso me he visto obligado a descender de mis alturas hacia los seres inferiores de la tierra dominicana. He hecho tanto por el Todo que hace poco he dicho sin temor a explotar la burbuja y la creencia de mis súbditos que: “me preocupa que hayan hecho desaparecer del léxico de las bellas artes la palabra crisis, generando una creencia de bondad que en la práctica no existe, porque en la práctica mis súbditos lo que están es pasando hambre”. He dicho esto sobrecogido y preocupado y mis súbditos se han reverenciado, porque mi palabra es ley y pan para ellos. Basta una palabra mía y todo se ordena en mi nombre, todo sea por el Todo. Hijo, no he hecho nada más que agravar su hambre, pero en última instancia ha sido por su bien, para que no me pierdan, porque siendo sinceros, ¿qué podrían hacer ellos sin mí? Me temo que sería un destino gris, una tierra que no sea gobernada por mí y mi dinastía, razón por la cual si esto cuesta su hambre que se haga el hambre, y así se hizo.
La segunda herramienta es igualmente infalible: tu imagen de superioridad aparente debe ser impecable, pero humilde. Podrás emplear una que otra palabra del argot popular que encante y embelese a tus súbditos, pero en líneas generales deberás emplear una jerga liberal aderezado con una leve tendencia izquierdosa y así todos nuestros súbditos sabrán hacia dónde dirigir su pedidera. Todos nuestros tesoros no deben estar a la vista de todos sino en el tercer, cuarto y quinto cielo, no vaya a ser que despertemos la envidia de alguno de nuestros fieles servidores. Sus pobres vidas, sin necesidades espirituales, sin ninguna ansia por conocer y comprender en virtud del conocimiento mismo de estas bellas artes, ha generado que sus goces sean puramente corporales y estéticos. Es por ello que debemos cuidar nuestros tesoros de ellos y, en vista de que no haremos nada para ayudarles a mitigar su miseria, solo ofrecerles su punto cúlmine de realización: una leve palmadita de aprobación y prometerles un puesto que incluya ostras y champañas. Deberás evitar a toda costa desplegar todo tu poderío, hijo, con el tiempo tendrás que aprender que esta vocación requiere de grandes sacrificios.
Por último, a fin de que tus súbditos te sientan cercano, deberás asumir cualquier consigna por estúpida que te parezca. Cuanto más alejada de la realidad sea más ideal será, porque somos dioses, eso hacemos: invitar a la gente a alejarse de la realidad. La estrategia que encierra este infalible es el hecho de que entretiene lo suficiente como para mover otros hilos conductores. El entretenimiento es todo lo que necesitan nuestros súbditos para no pensar en sus grandes males creados por nosotros. Les hace bien a su salud eludir su realidad y responsabilidad porque, siendo sincero, en realidad nosotros no necesitamos ser responsables, para eso soy Ego Latra. Distorsionar la realidad y ser incapaz de asumir responsabilidades es la esencia constitutiva de mi ser. Los problemas que padecen mis súbditos no son producto de mis decisiones y estrategias, son siempre causados por factores “accidentales”, “globales”, “ajenos a mí”, ya que, hijo, “no puede existir una solución nacional a una problemática de carácter global”. Nuestras necesidades están a otro nivel, por encima de la realidad de nuestros súbditos, por ello no podemos permitir recortes a nuestras necesidades, mucho menos a las referidas a las bellas artes, porque mis súbditos siempre se conformarán con lo que les cae por efecto de su Ley de gravedad. Yo no, no estoy sujeta a ella.
El párvulo vástago.
¡Padre! Lo he entendido todo. Procederé a ignorar deliberadamente todas las estructuras que encadenan a nuestros súbditos a la miseria, porque no nos podemos quedar sin su pleitesía y su pedidera. Mi estrategia estará orientada como tú a hacerlo todo por el Todo. Imitando tu grandeza, y en vista de que a ti te preocupa el hambre de nuestros súbditos, yo me preocuparé por otras necesidades, las fisiológicas. Hemos fomentado tanta pobreza, padre, que ahora me preocupa que las mujeres no pueden costear sus toallas sanitarias.
Como los dioses que somos, deberíamos preocuparnos porque allá abajo las estructuras políticas, sociales y económicas sean lo suficientemente sólidas como para lograr la eficiencia del gasto público y procurar la proporcionalidad entre las responsabilidades individuales y sociales de nuestros súbditos, evitando caer en la necesidad de la caridad, pues esta sostiene la desigualdad estructural mientras crea una falsa apariencia de virtud hacia nosotros y enmascara la incapacidad de proporcionar los medios mínimos prometidos en el ‘Nuevayol chiquito’. Entiendo que preocuparme por liberarles mínimamente de esta carga tan pesada provocará su reverencia hacia a mí y a la vez luzco humilde, y mi consigna es lo suficientemente estúpida como para ser ignorada. Invita a la burla, si, pero en el mejor de los escenarios será lograda sin alterar en lo más mínimo el orden establecido en nuestra burbuja. ¿Qué te ha parecido querido padre?
Ego Latra, gratamente sorprendido de que su vástago se hace el párvulo con eficiencia, esputa hacia arriba y la Ley de gravedad embarra a todos los súbditos a su sombra y a sus pies. Amén.