No es cualquier bestia de la selva. Es una novedad entre las faunas, opina más de lo que lee o investiga. Es un minotauro que engendró la selva variopinta-disfuncional de la dominicanidad. Como una epidemia maligna, el “gen se alberga en la cultura”. Tiene múltiples personalidades. Su conducta ha contaminado todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana. No es solamente una especie singular entre los felinos, es también el relato de un animal que se hizo criollo y desnaturalizó hasta el nombre que le dio origen, tíguere y no tigre.
Sin necesidad de ser un experto en estos tipos de felinos, se pueden identificar en el congreso, en los programas radiales y televisivos, en los gremios de abogados, de periodistas, de ingenieros, del transporte público, en clubes privados, en las federaciones deportivas, en la chapucería de los técnicos, en el sector público y privado, en las prédicas de los pastores, en el patrullaje de la policía, en los perímetros de la educación pública, tragándose un 4% sin producir un resultado que por lo menos exponga que un estudiante sabe interpretar lo que lee. Es un etcétera tan estructural y cancerígeno que ya no conmueve más allá del bulto que no pasa de ser denuncia.
El felino ha sabido metamorfearse, también los hay de tez blanca, banqueros, empresarios, que buscando no pagar los impuestos que les corresponden, financian campañas y son los creadores del hombre del maletín en el congreso.
Estamos hablando de unos ricos sin hábitos de burguesía, porque no producen riqueza social ni cultural, entiéndase artistas, políticos, intelectuales, académicos, militares, educadores(as). Esos adinerados de raros principios y sin ética de clase, tienen una historia de agiotistas, bailan a ritmo con los gobiernos de turno. Solamente producen hijos para que sean como ellos y extorsionen al Estado dominicano.
Si se revisan los anaqueles de la historia dominicana, las veces que esos adinerados han intervenido por el destino de esta media isla, lo han hecho para que seamos un país más atrasado. Señalo dos casos sintomáticos: el golpe de Estado a Juan Bosch y el descalabro de la reforma educativa de Hostos. La riqueza que producen al país no pasa de ser empleos baratos de sueldos que no alcanzan ni para la “bronca muerte” como dijo el poeta Pedro Mir.
En esta selva criolla, donde el tíguere y no el león es el rey de la selva, los gobiernos no sancionan los males que día a día engendran estos felinos; al contrario, los integran y dirigen las cosas públicas, porque son votos y crean disturbios callejeros.
Qué selva tan extraña, el felino reclama derechos sin cumplir deberes, y al domador blanco y dueño del safari nunca le interesó domesticar la bestia más allá de sus intereses, porque el animal le ha sido útil para que el entramado parasitario siga siendo un mal social.
Cc. Alias, el difícil.