Alfred Jarry sembró en 1896 el estupor, el absurdo, el lenguaje grotesco y la poética, de lo paradójico cuando escribió su obra titulada Ubú Rey en la que el personaje Padre Ubú avanzó hacia el público y pronunció la palabra Mierdra: merdre en francés. Un vocablo que resultó provocador, escandaloso, perturbador y desagradable. La obra “Ubu Roi” (Ubú Rey, Padre Ubú o Rey Ubú), planteó para aquel público de finales del siglo XIX, otro modo de reconocer el teatro y la teatralidad. Se trataba en aquel momento de un trayecto de teatro “patafísico”, o de un método paradójico o filosofía patafísica. Existe toda una leyenda sobre la obra y puesta en escena de la misma.
Con esa obra Alfred Jarry golpeaba la tradición, el quehacer establecido como Teatro, la profesión de dramaturgo y una nueva dirección en cuanto al horror, lo monstruoso en el teatro moderno. El mismo lenguaje que se permitió Jarry, a través de los personajes de “Ubú” rey conmocionó al espectador que asistió la noche del 10 de diciembre al Teatro de La Obra de Lugné-Poe llamado también el nuevo teatro. Con esa obra se puede decir que empezó la verdadera vanguardia en el teatro, pues esa obra rompió con el modo regular de hacer teatro. La obra produjo una enorme protesta en todos los sentidos.
¿Qué pretendía Alfred Jarry con esta obra?
- Romper con la barrera entre el teatro y el público.
- Estremecer la escena francesa del momento.
- Crear un nuevo lenguaje dramatúrgico y escénico.
- Utilizar y motivar la parodia escandalosa y política en el teatro.
- Justificar una nueva forma de comunicación, de actuación y de variante espectacular
- Burlarse de las convenciones escénicas al uso.
- Jugar a la máscara y al movimiento mediante un actor político que más bien creaba un trayecto contradictorio en la interpretación del personaje.
- Cambiar el modo de hablar impuesto en el teatro a través del personaje interpretado.
Estas formas dramatúrgicas intentaban desactivar y desacomodar la relación escena-público y actor-público, creando hilaridad, acidez, densidad, tensión e informalidad en la nueva escena que se abría a un público conservador.
Se trata de otra siembra espectacular que creó un conflicto aquella noche de estreno, cuando el público abucheó, respondió con silbidos, molestias, interrumpiendo el espectáculo. La crítica deploró ese tipo de espectáculo, se manifestó en contra de él y pidió la suspensión de dicho espectáculo. Con ese escándalo empezó lo que sería el nacimiento de la vanguardia teatral.
Los personajes de la obra tenían sus nombres y formatos: Padre Ubú, Madre Ubú, Capitán Cenefo, El Rey Wnceslao, La Reina Rosamunda, sus hijos , Boleslao, Ladislao,Tontolao, Estanislao Leczinski, Juan Sobieski, Nicolas Renski, Emperador Alexis, Jirón, Pila, Cotiza, Conjurados y Soldados, Pueblo, Miguel Federovitch, Nobles, Magistrados, Consejeros, Financieros, Todo el Ejército, Todo el Ejército polaco, ,Lacayos de Finanzas, Campesinos, Guardias de la Madre Ubú, Un capitán, El Oso, El Caballo de Finanzas, La máquina de desear, La tripulación y El Comandante. Todo un teatro de fuerzas reales, políticas e imaginarias conforma un universo teatral marcado también por las tensiones de la crueldad y el absurdo.
Alfred Jarry (nacido en Laval, 1873 y fallecido en Paris, 1907), tuvo un seguidor que influyó en todo el siglo XX. El entonces joven actor, teórico, dramaturgo y director Antonin Artaud. Artaud creó el Teatro Alfred Jarry en honor a este dramaturgo que hizo cambiar el teatro posicionando un lenguaje de fórmulas y rupturas en cuya experiencia nació también el llamado Teatro del absurdo. La poética del absurdo fue producto de la ruptura creada por Jarry y sustentada por Antonin Artaud. Eugene Ionesco, Samuel Beckett, Jean Genet, Arthur Adamov, Harold Pinter, Manuel de Pedrolo, Michel de Ghelderode y otros dramaturgos que desarrollaron una nueva mirada del texto teatral que tuvo consecuencias más allá de la primera mitad del siglo XX.
El historiador y crítico Martin Esslin publicó entonces una obra fundamental titulada El Teatro del Absurdo (1966). Dicha obra es un referente obligatorio para estudiar estos autores llamados “autores del absurdo”, una nueva mímesis, una visión transgresiva en cuyas obras se desencadenaron las nuevas fuerzas teóricas de un movimiento rebelde que había puesto en crisis la ideología del teatro convencional sembrando otros modos de leer, mirar, comprender y materializar la escena teatral del siglo XX. Este teatro paradójico, grotesco, filosófico y también político abrió diversos campos interpretativos, dramatúrgicos y direccionales en cuanto a la práctica teatral de la primera mitad del siglo XX, donde podíamos entender también una rigurosa dramaturgia de las ideas y contenidos espectaculares. El autor teatral se las arreglaba para propiciar nuevas aventuras del teatro rebelde, el teatro de un cuerpo imaginario que iba más allá del texto posicionándose mediante una nueva condición de lo “espectacular”. Este tipo de teatro influyó en la dramaturgia latinoamericana, en actores, directores y dramaturgos.
El teatro paradójico y grotesco sembrado por Alfred Jarry y diseminado por Artaud tuvo sus momentos emblemáticos, propiciando una práctica espectacular y dramatúrgica motivada por una visión tragicómica, donde el sujeto es visto desde una metamorfosis de lo imaginario, lo contradictorio y la máscara sígnica, burlesca y sobre todo rebelde, siendo su otra dirección la farsa trágica.