El consumo del tabaco no solo se ha asociado a un mayor riesgo de cáncer del pulmón, sino que estudios longitudinales y mediante la utilización de scan en el cerebro, han revelado cómo afecta el consumo de tabaco durante el embarazo, el desarrollo del cerebro y predispone a la conducta antisocial, violenta y persistente.

A pesar de lo evidente, que el consumo del tabaco es dañino para la salud, partimos que algunas madres ignoran la magnitud y cómo esa conducta atenta contra la vida de su descendiente.

Raine (2013), cita parte de los hallazgos en investigaciones realizadas en varios países, señalando que los resultados han sido similares en todos los países en los que se ha investigado el tema:

  • Utilizando la cohorte de nacimiento de Dinamarca que incluía a 4,169 varones, la psicóloga Patty Brennan (…) encontró un aumento del doble en los delitos violentos de adultos en la descendencia de madres que fumaban 20 cigarrillos al día.
  • En una cohorte de nacimiento de 5,966 personas de Finlandia, los hijos de madres que fumaban tenían el doble de probabilidades de tener antecedentes penales a los 22 años.
  • En los Estados Unidos, los hijos de madres que fumaban 10 cigarrillos al día durante el embarazo tenían 4 veces más probabilidades de tener trastornos de conducta.

El autor anteriormente citado, reitera que “Los estudios de adultos a los que se les escaneó el cerebro y que fueron expuestos como fetos al tabaquismo materno muestran que tienen un grosor orbitofrontal y del giro frontal medio más delgados, áreas que (…) están especialmente implicadas en la violencia.” En este caso, las áreas afectadas son determinantes para el desarrollo de los rasgos de personalidad antisocial y psicopática.

Por otro lado, Puente (2020), citando a Brennan et al, menciona una serie de hallazgos, parte de los cuales procedo a transcribir:

  • El tabaquismo materno fue significativo mayor en la predicción de la delincuencia persistente durante toda la vida, aun después de controlar confusiones (factores de riesgo) como: hospitalización de los padres, uso de drogas durante el embarazo, arresto del padre, rechazo materno y edad de la madre;
  • Aquellos hombres cuyas madres fumaban 20 cigarros al día durante el tercer trimestre tenían: 1.6 veces más probabilidades de ser arrestado por un delito violento, y 1.8 más probabilidades de ser delincuentes persistentes de por vida.
  • Su estudio respaldó la hipótesis que el tabaquismo materno durante el embarazo tiene una relación muy significativa con mayores índices de delincuencia en los hombres de edad adulta.

Raine y Chi (2004), señalan “Similares resultados obtuvieron Rasanen y otros (1999), quienes constataron que la tasa de delincuencia criminal violenta a los 26 años se duplicaba en los hijos de mujeres que habían fumado durante el embarazo. Además, la exposición a la nicotina incrementaba hasta doce veces la delincuencia violenta si la persona en cuestión también se había criado en un hogar monoparental. Finalmente, cuando la exposición prenatal a la nicotina se combinaba con un embarazo adolescente no deseado, una familia monoparental y retrasos en el desarrollo motor, la violencia reincidente aumentaba 14 veces.”

En tanto en cuanto se considera un factor biológico no genético, es decir, resultado del ambiente, el hecho de que no se exponga al factor tóxico, contribuye a disminuir sustancial y drásticamente, las probabilidades de desarrollar una conducta violenta y persistente.

En este sentido, Foster et al (2002) mencionan que “afortunadamente, la mayoría de los riesgos biológicos no genéticos poseen un elemento ambiental que puede ser modificado mediante una intervención. Por ejemplo, se ha descubierto que la exposición al plomo y otras toxinas aumento el riesgo de desarrollar conductas agresivas. La exposición a dichos factores de riesgo puede controlarse cambiando el ambiente n el hogar del niño (…) o bien, educando a los padres y otros responsables respecto a los productos que deben estar fuera del alcance de los niños.”

Consiguientemente, considero que es de vital importancia que esto sea objeto de intervención, mediante la concientización y capacitación de las madres en cuanto a los efectos dañinos del tabaquismo durante el embarazo. Este no solo tiene un impacto negativo en la sociedad por las personalidades violentas y antisociales que se desarrollan como consecuencia de ello, sino que ocasiona serios daños al cerebro de la criatura que está por nacer.

En esta tesitura, lo importante es que, al no ser un factor biológico genético, es decir, irreversible, se pueden realizar acciones para modificar el ambiente de manera que se mitigue el riesgo de conducta violenta. En este caso, Raine es contundente al aseverar, atendiendo a los resultados de las investigaciones, que, para evitar dichas conductas, antisocial y violenta, la madre no debe fumar durante el embarazo. En la medida que aumenta la cantidad de cigarrillos, en esa misma medida, aumenta la intensidad de la conducta violenta. Por tanto, la conclusión es que se debe evitar que el feto se exponga a la nicotina.