El incremento de popularidad que recibió el ex presidente Donald Trump a raíz de su intento de asesinato en un mitin de campaña en la ciudad de Buttler, Pensilvania, fue más por solidaridad por el hecho ocurrido que por simpatía a su candidatura presidencial.

La adhesión mostrada por los estadounidenses a favor de Trump fue una demostración de rechazo total a ese tipo de acciones violentas independientemente de que fuera Trump u otra figura política de renombre.

Lamentablemente, el candidato presidencial republicano no supo capitalizar ese apoyo solidario y convertirlo en votos seguros con los cuales pudiera derrotar a su adversario político del Partido Demócrata.

Ese apoyo solidario se desplomó al mismo ritmo en que lo adquirió desde que el Partido Demócrata escogió como candidata presidencial a Kama Harris, actual vicepresidente de los EEUU.

Con sus ataques de tinte racista, de menosprecio e irrespeto contra Kamala, ha logrado victimizarla acusándola además de ser “comunista”, logrando a favor de ella los mismos efectos solidarios que él obtuvo de los estadounidenses cuando sufrió el atentado en su contra en Pensilvania.

Al igual que en su campaña por la presidencia en 2020, Trump ha vuelto a escoger el tema de la inmigración ilegal, dejando entrever que gran parte de los males de este país son por causa del ingreso ilegal de miles de extranjeros por zonas fronterizas y marítima de los EEUU.

El candidato republicano se ha empecinado en demonizar a los inmigrantes indocumentados acusándolos falsamente de ser criminales violentos, vagos y consumidores de fondos federales.

Un golpe indirecto a millones de hombres y mujeres con derecho a voto que por múltiples circunstancias tienen en su hogar uno o varios familiares indocumentados que esperan la oportunidad de conseguir la anhelada “Green Card” a través de una amnistía general.

Trump se ha olvidado que las migraciones han existido desde la aparición del hombre que, en busca de mejores lugares de supervivencia, protección y alimentación expandió su presencia por todo el planeta sin restricciones fronterizas.

Se olvida que su principal rival político, la vicepresidente y candidata presidencial demócrata Kamala Harris, es una dama nacida en Oakland, California, hija de madre India y padre jamaicano que emigraron a los EEUU en busca de mejor suerte y lo lograron.

Una hija de padres emigrantes que supo aprovechar la oportunidad que le brindó esta nación para desarrollar sus conocimientos intelectuales hasta convertirse en una destacada profesional del derecho.

Que al incursionar en la actividad política, logró ganar los puestos electivos como fiscal general (2011-2017) y senadora estatal (2017-2021) por el Estado de California realizando una labor encomiable.

Sus grandes aspiraciones la impulsaron a buscar la presidencia de los EEUU para el 2020, pero sus intenciones fracasaron.

Para sorpresa suya, el entonces candidato presidencial Joe Biden la escogió como su compañera de boleta en 2020 convirtiéndose en enero de 2021 en la tercera mujer en asumir el cargo de vicepresidente de los EEUU, siendo de ascendencia afroamericana y surasiática.

Hoy es la segunda mujer en aspirar por la Presidencia, después del intento fallido de Hillary Clinton en 2016, quien perdió la contienda frente al expresidente Donald Trump.

Por alguna razón, la administración de Joe Biden no le asignó a Kamala funciones trascendentales temiendo quizás que ésta pudiera crear una plataforma política con miras a llegar donde hoy se encuentra.

Pero el destino esconde sus secretos, hoy está a las puertas de conquistar su anhelado deseo al asumir la candidatura presidencial de su partido ante la imposibilidad de Biden de reelegirse en el cargo por su inocultable situación de salud.

Como candidata presidencial, ha tenido la oportunidad de demostrar que tiene la capacidad política y liderazgo para enfrentar al expresidente Trump quien aspira regresar a la Casa Blanca.

Luego de su escogencia, Kamala logró compactar la militancia de su partido en favor su candidatura y el apoyo de otros sectores independientes, lo que le permitió romper el récord de recaudaciones de fondos para su campaña en muy tiempo.

Ha logrado despertar el interés de millones de indecisos que se negaban a votar en las elecciones de noviembre, el apoyo de grupos afroamericanos, hispanos y el solidario voto femenino que ha superado en número al votante masculino en los últimos procesos electorales.

Lo malo es que ni Donald Trump ni Kamala Harris han podido lograr sobrepasar el 50% de intención del voto de los sufragantes estadounidenses según revelan las encuestas de opinión.

Según la firma encuestadora Outward Intelligence, Kamala supera actualmente a Trump con cinco puntos (52.6 contra 47.4) y (49.5 contra 44.0). Y la revista The Economist reveló en otor estudio que la diferencia entre Kamala y Trump es de solo tres puntos: 48.1% a 45.1%.

Al parecer, uno de los dos ganará la elección presidencial con el voto minoritario de los estadounidenses.

Donald Trump  no se puede dar el lujo de perder frente a Kamala ya que podría volver a tener que presentarse a juicio a enfrentar cargos federales pendientes en las cortes.

De ganar, tendría el poder para detener los casos judiciales en su contra y frenar cualquier sentencia aun sin emitir que pudiera incluir penas de cárcel por los delitos supuestamente cometidos antes de su elección presidencial.