1.- Para unos que razonan de buena fe, y para otros que se hacen los pendejos, constituye un fenómeno que sorprende, algo así como un quebradero de cabeza, la publicada simpatía sobre la reelección de Luis Abinader.
2.- No hay que ser un experto en ciencias de la conducta para saber a qué responde tanta adherencia a la continuación de Abinader al frente del Poder Ejecutivo.
3.- Resulta perfectamente comprensible que el presidente Luis Abinader cuente con simpatía en amplios sectores de la sociedad dominicana, porque desde el poder del Estado ha sabido manejarse procurando no mostrarse con despotismo ante el pueblo.
4.- Pero una cosa es la buena acogida que tenga Abinader, por su forma de comportarse, y otra el extraño rimbombante apoyo público para que siga gobernando cuatro años más.
5.- La explicación de la exagerada publicación de seguidores de ocasión que tiene el presidente responde al sentido de la oportunidad, al oportunismo en la politiquería dominicana.
6.- En nuestro país, se ha hecho algo cultural entregarse en cuerpo y alma a quien administra el presupuesto nacional. Aquel que decide los destinos del erario capta la voluntad política de los sinvergüenzas.
7.- No es que el presidente Luis Abinader gusta extraordinariamente; que tenga poderes mágicos, ni orine agua bendita. Su magnetismo está en la sinvergüencería sistémica en amplios grupos humanos de la sociedad dominicana, y la ambición de poseer la mercancía dinero a cualquier precio.
8.- El dinero vuelve loca a gente nuestra ausente de dignidad y decoro, porque el orden social genera una moral de hojalata de la cual está hecha la forma de comportarse una gran parte de la comunidad dominicana.
9.- El orden social dominicano es el adecuado para que en el curso de los procesos electorales todo aquel que personalmente no sirve, o sirve muy poco, se haga de unos dineros sin el mayor esfuerzo.
10.- Las sociedades llenas de porquerías humanas son propicias para sobresalir aquellos que poco o nada les importa tener respeto y consideración de sus conciudadanos. Lo suyo es vivir, aunque sea como una culebra, arrastrándose.
11.- En países como el nuestro, dominados por la pobreza, la politiquería motiva desarrollar a la mujer o el hombre formado para inclinar la cerviz por un par de pesos, venderse a quien le aporte algo para resolver problemas personales.
12.- La politiquería se nutre de todo lo que como persona tiene un precio. De ahí que muchos apoyan la reelección por un cargo público, y algunos por una funda de comestibles.
13.- La experiencia nos dice que el accionar politiquero hace posible que salga a flote toda la basura social, esos desechos que, aunque se identifican como seres humanos, no proporcionan nada útil a la humanidad.
14.- Dar palmadas a cualquier cachazudo que decide hacer politiquería, es de la esencia misma de ese sujeto de pocas cualidades que en su necia vida no pasa de ser un mediano social.
15.- Ese turpén que mucho presume de sí mismo es el que, en estos momentos electorales, es muy importante para hacer bulto en manifestaciones y caravaneros, aunque luego carece de significación para repercutir, por su intrascendencia personal e irrelevancia ciudadana.
16.- El tiempo, la historia dirá el gran daño que le ha causado a la actividad política decente el hecho de haber utilizado cosas moralmente inservibles para que sean actores de la política dominicana.