El GOP está bajo la lupa, así como también su nuevo congresista de la Cámara de Representantes por el 3er. distrito de la ciudad de Nueva York (Long Island), George Santos.

Santos mintió no en uno, sino en varios aspectos de su vida profesional, personal, académica, familiar, sexual y filantrópica mediante una fundación que supuestamente trabajaba con animales.

Por tanto, varios sectores de la sociedad civil le están solicitando la inmediata renuncia. Situaciones como estas no debe sorprender a la nación ni al mundo, ya que esos son los perfiles requeridos por los partidos para ocupar importantes puestos dentro de la administración pública. Al llevar a personas incapaces, acostumbrados a insultar la inteligencia de los demás.

Mintiendo en aspectos vitales para todo aquel que pretende perseguir una carrera política. Este accionar es claramente patológico y es denominado por los psicólogos como síndrome de pinocho. Que no es más que “mentiras patológicas o mitomanía; que se caracteriza por la compulsión irremediable que sufren algunas personas por mentir”.

El problema radica en que Santos representa a un relevante segmento de la población estadounidense que se alimentan de las falsedades diseminadas por medio de las redes sociales, donde millones de seguidores validan falsos contenidos y los partidos logran capitalizarlo, llevando a muchos de estos al poder. Para luego convertirlos rápidamente en beneficio partidario o candidatos.

Y como los republicanos se la juegan todo para alcanzar el poder; no dudaron en promover a George Santos a la Cámara de Representantes. Es penoso que se reclute a personas cuya hoja de vida se fundamente en mentiras sobre aspectos tan fundamentales y esto nos indica que la descomposición de la sociedad estadounidense es grave y que la misma sociedad no se cuestione sobre que la ha llevado a ese punto, es aún peor.

Los partidos políticos, en general, han perdido su compromiso institucional, cívico y político que los oriente a concluir que son estructuras de interés político. Que se remontan al siglo XIX; pero que cada vez más siguen perdiendo sus principios. El congreso estadounidense, en la actualidad, lo constituyen personas cuya fuerza política está en el poder de un lapicero y quienes prometen cambiar la vida de estados unidos y la del resto del mundo.

Son radicales, como Santos, de dudosa reputación. La pregunta obligada aquí es ¿cómo Santos con esas características logró ser nominado y ganar la elección de medio término bajo un falso perfil? Descubrirlo produce tanta vergüenza, como el escándalo mismo. Ya que dudo que ese joven sepa quién es él en realidad.

Pero, lo único que le importa al partido GOP  es quien pueda realizar el trabajo, ese mismo grupo de nacionalistas blancos hambrientos de odio. Mientras el concepto servidor público continúa desapareciendo. Pero, para los próximos dos años seremos testigos de bochornosas situaciones como las que protagoniza hoy en día el partido republicano.

Y es solo un detestable ejemplo de hacia dónde se dirige nuestra sociedad y los llamados agentes del cambio. Se desconocen cuáles serán las sanciones -si las habrá- sobre este tipo de conducta-. De momento, los republicanos están metidos bajo un fuerte debate sobre la moral y la honestidad en la política, conceptos que a los ultranacionalistas nos les importan y es probable que sigamos viendo al señor Santos.

El problema es que un partido valida a este tipo de personas hasta convertirlas en líderes influyentes. Muestra de ello, ningún pronunciamiento de la cúpula del partido, afrontando con la responsabilidad que amerita una bajeza de ese nivel, sin que George Santos muestre al menos arrepentimiento por acciones que deben hacer que esta nación reaccione de forma inmediata.