El neurólogo y psiquiatra francés Georges Gilles de la Tourette (1857-1904), quien se formó en el hospital parisino de La Salpetrière de la mano de Jean-Martin Chartcot, su maestro y mentor, fue un ejemplo de superación, dado que padeció y fue capaz de afrontar una enfermedad que en la actualidad se enmarca en los trastornos del movimiento.

Durante toda su vida Gilles de la Tourette vivió con grandes problemas de coordinación motora y de equilibrio y todo esto estuvo asociado, además, a acentuados desajustes emocionales, con recurrentes entradas y salidas de centros especiales. Sin embargo, al mismo tiempo, forjó un carácter y una curiosidad hacia esas limitaciones que padecía y que tanto le condicionaban. El doctor Gilles de la Tourette se preocupó de sí mismo, de sus circunstancias, de sus limitaciones, de las grandes barreras y los prejuicios de que fue víctima. Y logró superar dichas barreras con una inteligencia ciertamente singular que le permitió superar todos los obstáculos imaginables.

Tempranamente, fue descrito por los especialistas que le trataron como un niño hiperactivo y molesto. A los 16 años, inició sus estudios de Medicina en la Universidad de Poitiers y tres años después se trasladó a París. En aquel tiempo sus intereses abarcaban no solo el campo de su especialidad profesional, sino también un repertorio cultural muy amplio, en el que destacaba su amor por el teatro.

Hoy, a más de un siglo de su fallecimiento, es importante recordar a este médico porque da nombre a la enfermedad del movimiento más incapacitante y que mayor marginación produce: el “Síndrome de Gilles de la Tourette” se caracteriza por los movimientos repetitivos y los sonidos indeseados, tipo tics, que no pueden controlarse con facilidad. Por ejemplo, la persona afectada puede parpadear de manera repetida, encoger los hombros o emitir sonidos raros o palabras (malas palabras) de manera indiscriminada e incontrolada; por estos motivos resulta tan difícil la socialización. Fue él mismo quien describió el síndrome que padecía…

Y, a pesar de sufrir un síndrome tan complicado de manejar, nos ofreció con su tesón el ejemplo de la superación de todas estas dificultades físicas y psíquicas, puesto que pudo formarse como uno de los neurólogos más destacados y brillantes de todos los tiempos.

Georges Gilles de la Tourette es un ejemplo luminoso de que todas las barreras son posibles de superar desde la inteligencia, el conocimiento y la constancia.