En nuestra sociedad hay muchos silencios desde donde se tejen muertes, violencia, violaciones y abusos que quedan en un velo de invisibilidad convirtiéndose en supuestamente “anormales” o “problemas aislados”.
Eso ocurre con el aborto. Una práctica permanente y frecuente pero su clandestinidad la convierte en invisible con grandes vacíos de información y registro cuantitativo desde los distintos estratos sociales.
El incesto y las violaciones sexuales de las que son victimas muchas niñas, adolescentes y mujeres provocan embarazos que terminan en abortos inseguros Estos abortos pueden ser provocados con uso de sustancias o con la visita a clínicas clandestinas donde le cobran ciertas sumas de dinero, pero no investigan quien es el agresor o el responsable del mismo. No hay denuncias, no hay registros, todo esto pasa “desapercibido”.
Mientras más pobre es la mujer, niña o adolescente más vulnerable se encuentra frente al abuso sexual y mucho más ante un embarazo no deseado y sus condiciones de riesgo.
La legalización del aborto en las tres causales no significa una promoción del aborto ni difusión del mismo.
Condenar a la niña, adolescente o mujer que ingiere una sustancia tóxica para abortar o al médico que la asiste con un desgarramiento interno en un hospital es un crimen.
La “ilegalidad” del aborto ha enriquecido a muchas personas que desde clínicas clandestinas lo ejercen y cobran sumas importantes de dinero. Muchas veces las mujeres, las niñas y adolescentes se practican el aborto en forma oculta utilizando objetos punzantes como perchas, o ingiriendo sustancias que las exponen a condiciones de alto riesgo de muerte o de lesiones graves para su salud.
El aborto siempre ha estado prohibido, y siempre se ha practicado con un alto costo de vidas, lesiones y traumas para las mujeres y adolescentes que buscan cualquier medio para hacérselo incluyendo tirarse de una escalera o ingerir tres pasitos mezclado con malta alemana.
El acceso a servicios de salud integral para toda adolescente, joven o mujer que decida interrumpir el embarazo es un derecho, más aún cuando sea víctima de violación sexual, incesto o esté en riesgo su vida. Ofrecer garantías de salud en cualquier situación de emergencia es la responsabilidad del Estado y con ello no se promueve el aborto, se garantiza que no sigan muriendo las niñas, adolescentes y mujeres porque no cuentan con servicios de salud efectivos.
La ruptura con estos círculos de muerte y clandestinidad está en manos de nuestros legisladores. La despenalización del aborto por las tres causales es una demanda de la mayoría de la población que los eligió y de quienes son sus representantes.
La legalización del aborto en las tres causales no significa una promoción del aborto ni difusión del mismo. Con ello se busca disminuir las muertes de mujeres, niñas y adolescentes que se encuentran en situaciones de riesgos y son victimas de incesto y violaciones, garantizándole con ello un servicio de salud integral y disminuir el silencio, complicidad e invisibilidad frente a esta problemática que afecta en forma desgarradora a las más vulnerables.
Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY