Un estudio reciente y muy serio sobre el humor afirma que las personas adultas se ríen o sonríen unas veinte veces cada día y los niños cuatrocientas. Claro está que se trata de un promedio, unas gentes simpáticas lo harán más o muchas más, otras con las tarjetas de crédito en rojo lo harán menos, y las más avinagradas que hay bastantes en este mundo lo harán ninguna o casi ninguna. Y los niños hechos y amasados de bondad e ingenuidad y horneados con la levadura de la inocencia las multiplican por veinte para darnos un ejemplo de generosidad que rara vez imitamos ¿Por qué no seremos niños toda la vida? Cuántas cosas malas nos ahorraríamos y qué feliz sería el mundo si así fuera.

Tal vez algún sabio de laboratorio y ojo pegado en el microscopio en un futuro cercano, ahora que se inventa de todo, hasta vivir literalmente dentro de un celular, descubra una droga, la Niñosiemprina, y una vez todos y siempre niños la humanidad sea mejor de lo que es, lo que debería estar sucediendo desde hace mucho tiempo.

El humor es bastante difícil de definir aunque parezca lo contrario. Muchos intelectuales, profesionales del hacer reír y hasta filósofos como Nietzche han dado sus sabias explicaciones sobre el tema que por su simpleza y a la vez complejidad en una especie de dualidad cuántica admite cientos de ellas. Álvaro de la Iglesia, posiblemente el más inteligente humorista español, director de la inolvidable, atrevida e irreverente revista La Codorniz, clausurada muchas veces por la censura implacable del dictador Franco decía que definir el humor era tan difícil como atravesar e ala de una mariposa con el poste de un telégrafo.

No sabemos si lo es tanto, pero sí sabemos que los griegos lo atribuían a los fluidos corporales internos, la bilis amarilla y negra, la flema o la sangre, y que hoy en día se le considera una excelente terapia que beneficia la salud ante tantas adversidades que se nos presentan en la vida cotidiana. Mejora lo físico, estimula un paquete de músculos y mejora también eso que llamamos lo espiritual. Visto así con esa potencialidad deberíamos utilizar el humor con más asiduidad, inclusive como arma de defensa.

Por ejemplo, si a uno le llaman idiota o imbécil en lugar de responder en los mismos términos o darle una galleta como respuesta con lo que se generaría una pelea con final posiblemente en urgencias o comisaría, la mejor respuesta sería devolverle una sonora carcajada tipo jajajajajajajajajajajajajajajajajaja y así el insultador quedaría estupefacto, sorprendido, desarmando, y hasta se daría cuenta que está haciendo el ridículo y que el verdadero idiota es él porque se le están riendo en su propia cara.

O cuando le llega la factura de la luz con varios miles de pesos más en lugar de tirarse de los pelos, insultar a los de las corporación o darle una patada al pobre perro que no tiene la culpa, bríndese usted mismo una docena de sonrisas Colgate de comisura a comisura de un pie -de medir, no de pisar- de largas. No le rebajarán ni un triste centavo de un triste voltio pero evitará que la úlcera empeore, que el estrés acumulado suba a escuatro y que el perro tan cariñoso le devuelva la agresión gratuita con un buen mordisco en la pierna ¡Con lo que duele! porque aunque sea su perro, no es idiota.

Así mismo si su mujer le dice que es un inútil, que no sirve para nada, que por qué se casó con usted y todo eso por no haber querido cambiar un bombillo en un peligroso techo de cuatro metros de alto después de haber trabajado y aguantado un jefe insoportable durante doce horas.

No se enfurezca, cálmese, no la agreda que la ley ya no come cuentos con eso del feminismo reivindicado y ponga cara de ser más feliz que una lombriz o de comerse un buen guiso de perdiz, untado de cátchup como sabroso barniz, después de todo ya sabemos que la intuición femenina casi nunca falla y tiene mucho de razón basada en la experiencia cotidiana, y además no será la primera vez ni posiblemente la última que se lo diga, y ser un IH, Inútil Hogareño, tampoco es tan grave, hay cosas algo peores como ser asesino serial o verdugo de horca con soga de cuerda de piano.

Como sin duda el humor es necesario, proponemos que se incluya como materia obligatoria en la enseñanza desde los primeros cursos de primaria hasta los últimos de la universidad, allí se enseñaría a reír, a divertirse sanamente, a ser optimista, a vivir con desenfado, a saber contar chistes graciosos, a narrar relatos amenos, en resumen a tener un más grande sentido del humor que tanta falta nos hace para no caer después y tantas veces en amargados o deprimidos

¿Qué les parece la idea? Comencemos ahora mismo felicitando y abrazando a los familiares, amigos y vecinos y cuando nos pregunten el por qué respondámosles que porque sí, porque nos sale dentro, porque queremos ser mejores cuando seamos más mayores el día de mañana.

El único caso que recomendamos no sonreír ni dar saltos de alegría tipo canguro es cuando nos toque el primer premio de la lotería pues los demás sabrán entonces de nuestra suerte y comenzarán a solicitarnos préstamos y regalos. Y ya sabemos que a los niños no les gusta compartir sus juguetes…