Con Gaza en el corazón

Es posible realizar prevención en salud mental, al igual que en otras especialidades como cardiología, en la que se formulan recomendaciones tan sencillas como esta: si evitas la sal, no retienes líquidos, tu volemia (el volumen de sangre circulando) no se incrementa y la presión cardíaca no se eleva. Ciertamente, en el mundo de la conducta es más complicado, puesto que, si bien es cierto que  los profesionales no necesitamos quirófanos o esterilizar los instrumentos para realizar intervenciones y diagnóstico, el área de afectación individual está estrechamente relacionada con la convivencia y con los sentimientos muchos factores que pasan desapercibidos.  La  no conciencia   de enfermedad es una característica de todos los enfermos con patología mental y esto hace mucho más difícil que sean capaces de solicitar ayuda, unido a las toneladas  de prejuicios que  rodean a las personas con una disfunción de origen mental. Es muy importante comprender este concepto por eso lo resalto; Los paciente con enfermedad mental grave no tienen conciencia de enfermedad y está condición hace muy difícil implementar los programas terapéuticos  y la prevención

¿Por qué es tan complicado realizar una prevención eficaz? La conducta es la manifestación de las emociones, muchas veces el individuo, al perder el sentido de la realidad, es incapaz si quiera de pedir ayuda, es lo que se denomina “falta de conciencia de enfermedad”. Es el único enfermo que no lo sabe y tienen que ser su entorno laboral o familiar los que den la voz de alarma y la mayoría de las veces lo hacen tras una explosión que rompe el ritmo de la norma, como son los denominados brotes, situaciones límite de carga de violencia extrema que estremecen a un colectivo que desconoce sus motivos.

Por desgracia, son hechos cada vez más frecuentes y traumáticos socialmente, puesto que infringen daño a sí mismos y a terceras personas que suelen ser   familiares. Son actos violentos con características particulares en los que la involuntariedad, debido a un trastorno de la percepción o del juicio, se determina posteriormente. ¿Por qué no se identifican previamente?  En la mayoría de los casos son signos tan difusos que  suelen pasar desapercibidos. El abanico que abarca la conducta es tan amplio que dificulta su prevención, pero no es imposible de realizar.

¿Cómo podríamos prevenir? La mejor manera es con educación para la salud y conocimiento de qué es una enfermedad mental. Si conoces algo, puedes identificarlo y, de esa manera, actuar. El denominador común para todo es la escuela la familia, que es el inicio de la formación de personas libres y con capacidad para decidir en el marco de la convivencia colectiva.  .

Es fundamental comprender que desde nuestro universo individual somos seres sociales y nuestras relaciones con los demás fundamentan nuestro mundo interior: los valores, las creencias, la identidad. Y, sobre todo, debemos comprender que para tener una estabilidad emocional nuestras necesidades más básicas; salud, vivienda, trabajo deben estar cubiertas. Y siempre es bueno recordar que sin salud Mental no hay salud.

Podríamos plantear ciertos hábitos que dañan gravemente y repercuten en el sistema nervioso central, como el consumo de alcohol y de drogas o el uso de fármacos, como los ansiolíticos o los estimulantes, de forma indiscriminada y sin la correcta supervisión.

Por otro lado, el entorno social en el que se relacionan y las relaciones afectivas en edades tempranas son fundamentales para nuestro equilibrio emocional, especialmente con los padres. El médico debe ser siempre orientador, ya que, sea de la especialidad que sea, tiene la capacidad de identificar el síntoma y de actuar en consecuencia, informando, educando o solicitando interconsultas y poniendo en práctica la valoración integral, fundamental para una buena praxis.  Muchas veces otros especialistas tiene el primer contacto con paciente con trastorno mental y son los que deben redirigir el abordaje.

Lo individual en salud mental está directamente relacionado con lo colectivo, por lo tanto, la educación en conceptos y la educación emocional deberían ser materias escolares fundamentales para canalizar emociones que repercutan en el entorno, es indispensable en todas sociedad tener una “Higiene Metal” preventiva.  Fomentar los sentimientos de  solidaridad, el sentimiento cooperativo o la no sexualización de la infancia son patrones conductuales que previenen indirectamente  ser más empáticos y sanos emocionalmente.