Hace más de 30 años que conozco al doctor Leonel Fernández, me lo presentó el doctor Radhamés Jiménez Peña, a instancia del buen amigo el Lcdo. Tomas Méndez Urbaez, ellos peledeístas, nosotros perredeístas desde nacimiento, eran tiempos muy diferentes a los de hoy, porque los niveles de conflictividad entre miembros de partidos divergentes eran más notoria, muy distinto a lo que era usual en la época, construimos una amistad interesante que se basaba en la admiración y el respeto mutuo a nuestros compromisos políticos-ideológicos.
Leonel me expresaba su inmensa admiración por papá, pese a que es hasta el día de hoy un bochista convicto y confeso, reconocía el entonces nobel abogado que el doctor Peña Gómez era, empero a las profundas diferencias partidarias, el alumno más aventajado del líder histórico de los peledeístas.
Siendo sincero, el trato afectuoso se produjo de inicio por de quién yo era hijo, y en mi caso, por el entusiasmo que me despertaba la agudeza e inteligencia del que ni me imaginaba que estaría signado a ser Presidente de la República, esa relación me permitió conocer a otros vinculados a los morados e inclusive a los de grupos de izquierda, como el caso del buen amigo Miguel Mejía, a quien conocí en la oficina de abogados del doctor Abel Rodríguez del Orbe ubicada en esos tiempos en la calle El Conde, de la cual formaban parte el propio Leonel y el ex Procurador General Radhamés Jiménez.
Leonel era ya muy conocido y querido en su partido, pero, sobre todo, muy cercano en los afectos al profesor Bosch, sin embargo la verdad es que parecían tener una incidencia mayor en su partido Norge Botello, Euclides Gutiérrez Feliz, Lidio Cadet y repuntaba Danilo Medina, entre otros, que se veían como las cabezas visibles de la tolda morada y la estrella amarilla.
En una tertulia en la que compartíamos con el doctor Jiménez Peña me dijo que Leonel, casi un desconocido para la ciudadanía en esos tiempos, iba a ser el candidato presidencial del PLD y que sería elegido Presidente, solo me pasó por la mente “que mi amigo no estaba cuerdo”, porque eran dueños del escenario político todavía, Balaguer, Bosch, Majluta y principalmente papá que gozaba de un respaldo popular inmenso, pero las cartas estaban marcadas y el destino hizo que la suerte acompañara a este humilde togado de Villa Juana, y llegado el 1994 ese aparentemente desconocido por la población, un verdadero cuadro político peledeísta, que fue ungido con el apoyo de sus compañeros y de su líder, como compañero de fórmula presidencial del profesor Bosch, con ese hecho me percaté de que los vaticinios de años anteriores del ex Procurador General se podrían hacer realidad.
Las rivalidades políticas nuestras no fueron óbice para que se mantuviera una amistad sincera entre nosotros, lo que permitió que Leonel pasado el proceso electoral del 94 nos reconociera que fuimos víctimas de un fraude colosal por parte del reformismo gobernante, y así me lo hizo saber a mí y a Fernando Álvarez Bogaert, candidato Vicepresidencial de mi padre en esa ocasión.
La campaña del 1994 le dio visualización a Leonel, y cuando salió a aspirar a la candidatura presidencial de su partido para el 1996 ante el anunciado autoretiro de su líder, yo estaba convencido de que él sería el abanderado de los morados para esas elecciones, y por ende se convertiría en contendor de mi padre, solo advertí seriamente que el doctor Balaguer le apoyaría, cuando algunos conocidos del anillo palaciego me expresaron su preocupación, porque ante la enfermedad que aquejaba a mi padre, ellos entendían que el poder caería, si ganábamos, en manos de su archienemigo el licenciado Fernando Álvarez Bogaert.
Leonel tenía en contra a otros muy influyentes compañeros de su partido, que eran los verdaderos aliados del balaguerismo desde hacía años, por lo cual no era el preferido por los del anillo del Palacio Nacional, pero como se impuso en el proceso interno arrolladoramente con sus reservas, ese anillo palaciego temeroso le respaldó, a modo de entender que no tenían otra opción, cuando se originó la alianza del Frente Patriótico, se produjo entre nosotros un alejamiento cuestionador de mi parte, pero pocas semanas después del proceso electoral del 1996, en una visita que Leonel siendo Presidente electo le hizo a la casa de mi padre, rememoró nuestra amistad insistiéndome que no se podía quebrar, porque él no había apoyado a Balaguer, sino que ellos los reformistas le habían respaldado y lo natural para todo el que aspira llegar al poder, es hacer acuerdos por lo que sería ilógico desechar apoyos.
La proverbial resiliencia de Leonel Fernández se ha demostrado con el paso de los años, esa capacidad de volar por encima de las dificultades y de las traiciones, lo que le ha permitido llegar hasta aquí, a comenzar casi de cero nueva vez, cuando tomó la decisión de irse de su partido, donde militó por más de 43 años para formar tienda aparte en la construcción de su nuevo proyecto, la Fuerza del Pueblo.
El resiliente Leonel Fernández participó en las peores condiciones en las pasadas elecciones del 2020, perseguido y aporreado por sus propios compañeros, miembros de la cúpula del PLD y del Gobierno, se le presionó a todos los que podían ayudarle y se le asfixio económicamente para quebrar su proyecto con el fin de disminuirlo y de humillarlo, los mismos a los que llevó a las cimeras posiciones públicas en tres oportunidades en que le tocó gobernar, algo que resulta paradójico, pero entendible para aquellos que conocemos la ingrata naturaleza humana.
Díganme si no hay que ser un gladiador espartano para no desfallecer ante la traición altera de tus supuestos amigos, y la lejanía hasta de tu propia esposa, quien prefirió construir su propio proyecto que el de apoyar a su compañero de vida, cosa que hoy es un derecho de igualdad que debemos de entender, pero que la conservadora sociedad por tradición familiar no acepta.
Decidí acompañarle en la aventura del 2020, a sabiendas que no teníamos posibilidad alguna, Luis Abinader era el dueño del espacio de la oposición y Danilo Medina con el Gobierno se alzó con la franquicia PLD, hicimos lo que nos tocaba y no nos arrepentimos, porque el síndrome de hubris se había apoderado de los funcionarios del Palacio y no teníamos opción que colaborar a bajarlos del poder.
Hoy Leonel cabalga en medio de sinuosas adversidades, pero con la frente erguida, separado de sus viejos compañeros, soltero sorprendentemente por razones políticas, sin los cuantiosos recursos a su lado que si tienen los que hoy son sus contrarios, pero con una fe que mueve montañas y con un deseo inmenso de servirle de nuevo y muchísimo mejor al país si es escogido por cuarta vez por el soberano a terciarse la banda tricolor en su pecho.
No veo interés personal alguno en su propósito de volver a subir las escalinatas del Palacio Nacional, lo veo desprovisto de las bajezas humanas y de interés económico alguno, mi resiliente amigo lo veo más apegado a sus libros, a sus ideas, a sus quimeras, pero, sobre todo, y más que nada a un deseo de reivindicarse por lo que pudo no haber hecho bien cuando le tocó dirigir los destinos nacionales, gracias en parte a la arrogancia de algunos de la cúpula de su viejo partido, que en ese periodo de las vacas gordas de manera oportunista le acompañaron.
Sin que nadie se moleste, esa no es la intención, pero nadie de lo que están en política actualmente está más preparado, tiene más experiencia y está más comprometido con ideas reformadoras que el resistente Leonel Fernández, nadie está más claro que él de lo que hay que hacer para sacar al país de la situación en que nos dejará colocados la pandemia, definitivamente Leonel es la mejor apuesta que tiene el país para la era pos-COVID.
Mi resiliente amigo le toca nueva vez enfrentarse a sus adversarios en franca desventaja: a los del poder, que están decididos a armar el proyecto de la reelección, y también frente a sus viejos compañeros de partido, que se prepararon muy bien con sus alforjas llenas, producto de lo acumulado en los últimos ocho años de gobierno peledeísta, para echar posteriormente su pleito por la clasificación en un país clientelar, donde el dinero es casi decisivo. La diferencia es que el mundo cambió, y muchos no se han dado cuenta, la COVOD ha puesto en jaque al capitalismo salvaje, solo el factor económico por sí solo no garantiza apoyos electorales al día de hoy, por eso es que las propuestas menos favorecidas por el gran capital oligárquico son las que están ganando las elecciones desde hace un tiempo en Latinoamérica.
La resiliencia psicológica y emocional del expresidente Fernández ya está probada, lo que le falta por probarnos a todos es si él puede adaptarse a los cambios, los que demanda la ciudadanía digital, los críticos sociales que no quieren más de lo mismo, ni volver a un pasado corrupto; a mi parecer, mi amigo Leonel le toca reinventarse para conectarse con una gran parte del electorado joven, que le ve con admiración por sus grandes dotes intelectuales, pero que todavía le entienden como parte del cuestionado pasado.
El PLD si fuese más inteligente trataría de buscar un acuerdo con Leonel para apoyarle y con ello reivindicar sus incorrectas acciones del pasado, tratando de renovar lazos de amistad y credibilidad, pero los veo, sobre todo a los de la cúpula, muy entusiasmados en la idea de sacar un candidato propio, en solitario, al margen de la construcción de una gran coalición opositora, para con ello demostrar que permanece en una parte de su alta dirección contradicciones cuasiestúpidas con Leonel, que lo único que le podrían hacer ganar con esta actitud, es que vuelvan a perder las elecciones y se les alargue el calvario.
Por otra parte, el presidente Luis Abinader si no busca un acuerdo del TÚ o YO con Leonel ante la comprobada decisión de una parte de la cúpula peledeísta de seguir de manera obtusa cerrándole el paso a Leonel, cometería también un grave error estratégico, porque si la ola opositora se fortalece, como vemos está pasando en América Latina, lo que le convendría al Gobierno del Cambio es que fuese Leonel el que clasificara en el balotaje, ya que el que no prepara su salida tendrá posteriormente muchos problemas. Además, si no pasase el expresidente Fernández a la segunda vuelta, es él que precisamente pudiese tener los votos para en un acuerdo dejar en el poder a Luis Abinader, porque nadie con criterio realista puede aspirar a obtener votos producto de un acto de magia salido de un sombrero.
Las intrincadas secuelas que dejará la COVID serán tan mortíferas que solo un estadista de la experiencia de Leonel nos puede sacar airoso de esta tormenta. Gobernar se aprende gobernando y la maestría de Leonel a nadie le debe caber dudas.
Mientras, acompañado de la confianza, este resiliente líder camina con pasos firmes a construir una opción política triunfadora, rompiendo los mismos moldes y parámetros que en el ayer eran sus obstáculos. Su profundo conocimiento de los fenómenos sociales, más su compromiso con las causas en la que cree, lo mantendrán impertérrito buscando la meta, convencido de que se ha preparado como nadie para servir a su pueblo, ahora sin las ataduras de un voraz e insaciable Comité Político.
Cosas de la vida me han enfrentado a situaciones muy lastimosas en el último año, que creo gracias a Dios haber superado, pero mi ejemplo para lograrlo fue la pertinaz resiliencia de este hombre, que con 68 años a cuestas no ha tenido miedo en comenzar de nuevo, cambiando de partido, de estado civil y de la manera en que desea lo perciba el pueblo, pero orgulloso de que, aunque su proyecto no cuenta con cuantiosos recursos económicos, su moral personal y familiar no se ha atrevido nadie a ponerla en entredicho, hecho que debe darle satisfacción a él como poseedor de un claro sentido histórico.
Caminamos hacia el 2024 con grandes retos y desafíos, a sabiendas que nueva vez nos toca enfrentar hasta la propia naturaleza, porque Leonel tendrá 70 años para las elecciones y lógico es que se piense que esta sea, tal vez, su última oportunidad, pero con la misma resistencia del acero competirá contra todo pronóstico y contra los abultados recursos con los que sí contarán los contrarios. En esa capacidad única de enfrentarse a las adversidades, le creo merecedor de que la mayoría de los ciudadanos le demos una nueva oportunidad en las elecciones venideras.
Hace poco leí una frase que debiera ser un lema para los resilientes, como lo es el doctor Leonel Fernández y para aquellos otros valientes que no temen caer mil veces, porque se levantarán mil veces más: “Algo muy bonito le pasa a la gente cuando su mundo se ha venido abajo: una humanidad, una nobleza, una inteligencia superior surge justo en el momento en que nuestras rodillas golpearon el suelo”.