¿Desde la ficción se puede realizar la descripción del tránsito hacia la locura? Sí. Así sucede en la que en apariencia es una novela de caballería, la narración de las aventuras (desventuras más bien) del hidalgo Alonso Quijano, una de las máximas de la literatura universal. La obra cumbre de don Miguel de Cervantes es la descripción más exacta de los síntomas conductuales y de la evolución a la psicosis. Su protagonista, el hidalgo Don Quijote, lleva una vida que lo distancia sin darse cuenta de la realidad e inicia unas aventuras que empezaron a construirse en su cabeza hasta que se transforman en el eje de su existencia.

El delirio es el síntoma psiquiátrico más complejo; es un síntoma no cognitivo de las demencias, la patología más frecuente en la tercera edad. Este síntoma clínico está también presente en una patología psiquiátrica como es la esquizofrenia, que es la ruptura del pensamiento lógico y la manifestación de la locura en estado puro.

A menudo, la dificultad diagnóstica es grande y muchas veces puede pasar desapercibido hasta que el cuadro clínico es grave, ya que puede convivir con la realidad sin que nadie lo perciba como anómalo. En la mayoría de los casos, el afectado no es consciente de que tiene un problema, es lo que llamamos nula conciencia de enfermedad, lo que dificulta el diagnostico.

Esto hace que, si transcurre mucho tiempo hasta realizar una intervención adecuada, se cronifica hasta desencadenar un cuadro de locura o psicosis, de la que Cervantes hace una descripción magistral en esta novela. Por ello, hoy en día es tan importante la divulgación para hacer conciencia y poder identificar de forma temprana situaciones mentales graves.

Aunque la figura del hidalgo Alonso Quijano no era joven, todos sus signos y conductas son la fiel descripción de un síndrome neuropsiquiátrico, que es el conjunto de signos y síntomas derivados de un trastorno mental. En el caso de las patologías neurodegenerativas, en la mayoría de los casos, como son las demencias, se manifiestan en forma de cascada sindrómica e incluso necesitan un diagnóstico diferencial.

En alguna de sus fases, las demencias presentan síntomas psiquiátricos, también denominados síntomas no cognitivos; los más frecuentes son la apatía, la tristeza y la agitación. Pero también pueden aparecer la irritabilidad, la ansiedad, las alteraciones de la percepción o del curso y contenido del pensamiento lógico (es lo que se denomina disociación o desorganización de la línea del pensamiento), los cambios en el apetito y el sueño, la hiperactividad motora, la desinhibición, la falta de control de los impulsos… Recordemos el aspecto de nuestro ilustre hidalgo, delgado, vestido con un atuendo extravagante, con desorden a su alrededor… Todos estos signos y síntomas están descritos en múltiples libros e investigaciones que asocian al Quijote con los síntomas y la descripción de la evolución de una psicosis.

A lo largo de su periplo por las tierras hispánicas del siglo XVII, sus pensamientos y sus sentimientos son la descripción de los síntomas. ¿Y sus ideas sobrevaloradas? Se creía un valiente caballero, capaz de cualquier empresa, y veía en su fiel Sancho a su mejor acompañante, adornado con cualidades que no guardaban relación con la realidad: Sancho era gordo y muy poco instruido, ni en las nobles artes de la caballería, ni en ninguna otra. Pobre Sancho, no comprendía lo que le sucedía a Don Quijote, pero actuaba como contenedor, trataba de controlar sus impulsos y de intentar reconducirlos; ciertamente, con nulo resultado, porque su intensidad y su impulsividad eran incontrolables y sus intentos de atraerlo a la cordura naufragaron estrepitosamente…

Sancho es el reflejo de las familias de los pacientes con trastornos mentales: intentan controlar el estallido de los signos y los síntomas, procurando razonar y llevarlos a la realidad, dada su nula conciencia de enfermedad y de autocrítica.

Si continuamos con la descripción de las azarosas vivencias del hidalgo, sus alteraciones y distorsión de la realidad convierten a su joven amada, Dulcinea, en la más bella de las mujeres, algo que tampoco concuerda con la realidad y, además, tampoco correspondía a su amor. Por último, como sabemos, Don Quijote describía a sus enemigos, los molinos de viento, en los que veía gigantes, como una gran amenaza contra la que tenía que luchar sin remedio. ¿Puede haber una mejor descripción de la sintomatología delirante, de una percepción alterada de la realidad?

El doctor Carlos Castilla del Pino, eminente psiquiatra español y destacado intelectual, nos enseñó que en el delirio “no se cae”, sino que al delirio “se llega”: es un proceso. Efectivamente, antes de partir a “desfacer entuertos”, Alonso Quijano estaba aislado (principio de todo trastorno) y mantenía una conducta obsesivo-compulsiva como era la lectura sin descanso de libros de caballería.

Lean, o relean, ustedes esta novela magistral, un singular viaje hacia la locura más pura y bellamente descrita, que nos habla también del valor de la libertad…