¿Pueden los líderes populistas dar una solución práctica a las crisis políticas periódicas en América Latina? ¿Cuál ha sido el papel de los movimientos sociales en el proceso de cambio en nuestra región? Los líderes populistas surgen como resultado de una crisis en la democracia, un sistema político que según la politóloga Margaret Conovan tiene dos caras: redentora y pragmática. La primera hace alusión a la fe que se tiene en la democracia como un régimen que promete igualdad ante la ley y oportunidades para que todos florezcan en el marco de una economía de mercado. La segunda se refiere a la realidad que enfrentan los políticos cuando toman el poder: tienen que ajustarse a las estructuras de dominación en la cual los poderes fáticos casi siempre tienen la última palabra, pese a las promesas del Estado de derecho que promete la democracia. Cuando el régimen democrático entra en crisis, se crean las circunstancias para que surjan líderes populistas que se presentan como los salvadores del pueblo. Estos tienen un discurso antisistémico y prometen resolver los grandes problemas nacionales y el pueblo solo tiene que confiar en ellos.

A principio del siglo actual, en América Latina se observa el surgimiento de líderes políticos populistas de izquierda que se aprovecharon de la crisis de la democracia para avanzar una serie de proyectos antineoliberales que respondían a las demandas de los movimientos sociales que se venían desarrollando en las décadas de los ochenta y noventa. Hubo una diversidad de líderes populistas progresistas, unos se podrían denominar radicales como Hugo Chávez en Venezuela (1999-2013), Rafael Correa en Ecuador (2007-2017) y Evo Morales (2006-2019) y otros moderados como Luiz Ignacio (Lula) Da Silva en Brasil (2003-2010), Néstor Kirchner en Argentina (2003-2007) o José (Pepe) Mújica en Uruguay (2010-2015). Salvadas las diferencias nacionales de cada caso, se observa que todos estos gobiernos surgieron como resultado de una crisis de la democracia. En diferentes medidas, todos proponían políticas económicas de corte antineoliberal y pusieron en prácticas políticas sociales que enfrentaban las grandes desigualdades sociales profundizadas por las políticas neoliberales de los ochenta y noventa. Sin embargo, todos tuvieron que enfrentar el reto de los poderes fáticos que los veían como amenazas al sistema capitalista. Excepto Chávez, ningunos de estos gobiernos eran una amenaza al sistema y, poco a poco, se fueron acomodando a las exigencias del sistema: mantener el flujo de capital, controlar la inflación y la tasa de cambio de la moneda nacional. Los discursos radicales de Morales y Correa se fueron aplacando a medida que los poderes fáticos de sus respetivos países les fueron torciendo el brazo. Lo mismo ocurrió con Lula y Kirchner.

En todos estos casos, se integró una buena parte de los líderes de organizaciones sociales que habían dirigido los movimientos sociales de los años ochenta y noventa. Una vez en el Gobierno, los líderes de organizaciones sociales se veían en la necesidad de moderar su discurso o perder su puesto en el Gobierno. En Bolivia, hubo una mayor integración de los movimientos sociales al gobierno que en Ecuador, donde el Correa no pudo doblegar el liderazgo de los movimientos indígenas. En Bolivia, el vice-presidente, Álvaro García Linera, llegó a decir que el gobierno de Evo representaba los movimientos sociales en el poder, pero esto era criticado por líderes indígenas como Felipe Quispe, quien proponía una mayor independencia de los movimientos indígenas vis-a-vis el Gobierno.

Pese a los grandes logros de los gobiernos progresistas en material de política social y mayor control de los recursos naturales de cada país, se puede notar que casi todos se alejaron de una política encaminada a desarrollar una ciudadanía critica que participara democráticamente en las decisiones claves de la vida nacional. Se habló mucho de democracia participativa a través de consultas públicas, pero poco se hizo para impulsar la organizar a los sectores populares de manera que estos pudieran constituirse en ciudadanos con potencial de efectuar cambios sociales sustanciosos. Las políticas sociales estaban encaminadas a crear consumidores y no ciudadanos críticos interesados en “democratizar la democracia” como diría el sociólogo portugués Boaventuara de Sousa Santos. Entonces, ¿Cómo saldremos de este laberinto?

Una parte de los sociólogos que se dedican al estudio de los movimientos sociales en América Latina recomiendan que es necesario tener una estrategia basada en la negociación-movilización para lograr el reconocimiento de las demandas de los movimientos sociales y aportar a la democratización de la democracia. Esta estrategia consiste en reconocer la política como instrumento para lograr el cumplimiento de las demandas sociales. En nuestra región, hay una diversidad de movimientos que han logrado conquistas significativas a través de la estrategia de negociación-movilización. Un ejemplo importante de estos es el Movimiento Sin Tierra en Brasil que empezó a luchar por la tierra en los años ochenta. En los noventa consiguió que las gestiones de Fernando Enrique Cardoso (1995-2002) le repartiera grandes cantidades de tierra. Este movimiento apoyó las gestiones de Luiz Ignacio (Lula) da Silva, quien continuó con los repartimientos. Los Sin Tierra apoyaban a Lula, pero no se subordinaban a su partido y esto le ha permito sobrevivir como organización independiente.

En los últimos 40 años este movimiento también ha tenido grandes logros en material organizativa e institucional: el movimiento creó la Universidad Florestan Fernandes, emisoras de radio, un canal de televisión, realizó múltiples congresos nacionales y, sobre todo, ha creado una mística que a través de los años ha dado un sentido de pertenencia a sus miembros. Asimismo, es importante reconocer que los Sin Tierra se han metido a la producción de productos orgánicos para la exportación como una forma de buscarle salida a sus productos y crear espacios donde puede el movimiento reproducirse y continuar la lucha con las nuevas generaciones. Desde su ángulo, luchando por la tenencia de tierra, este movimiento, en cierta forma, consiguió conquistas que le permiten llevar una vida más digna y estar en posibilidad de contribuir a la democratización de la democracia.

Aunque con características distintas, el movimiento magisterial disidente en México también ha logrado cierto desarrollo organizativo e institucional. Este también ha usado la estrategia de negociación-movilización, manteniendo su independencia de los partidos y el Estado. Esta facción sindical se ha desarrollado desde principios de los ochenta dentro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), constituyendo una facción denominada Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE). El SNTE se fundó en 1943, pero desde entonces, este no ha sido más que un instrumento del Estado para controlar el movimiento magisterial.

Operando dentro del SNTE, la CNTE ha logrado constituirse en un grupo que ha conseguido conquistas significativas sociales en los estados de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán, los cuales están entre los más pobres del país y donde hay una presencia indígena significativa. En estos estados, la CNTE ha desarrollo un movimiento que ha menguado la influencia del SNTE. Esta tiene poder de negociación y movilización para conseguir el reconocimiento y ejecución de sus demandas, las cuales no se han limitado a cuestiones laborales y de prestaciones en materia de salud, seguridad social y jubilación, sino que han contribuido en materia pedagógica y han trabajado solidariamente con las comunidades.

El caso más emblemático de esta solidaridad lo constituye el apoyo que ha dado a los familiares de los 43 estudiantes del magisterio desaparecidos en Ayotzinapa, Guerrero en septiembre de 2014. Estos estudiantes fueron masacrados y todo parece indicar que hubo participación de las Fuerzas Armadas y la Policía Federal Preventiva. Andrés Manuel López Obrador, Amlo (2018-2024) ha prometido resolver este caso desde el principio de su gestión y se ha reunido en muchas ocasiones con los familiares de los desaparecidos, pero todavía el asunto sigue pendiente. De esta manera, la CNTE ha aportado a la democratización de la democracia a través de su lucha para que se respete el Estado de derecho.

Otro aporte de la CNTE a la democratización de la democracia fueron sus luchas contra la Reforma en Educación de 2013 propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto, EPN (2012-2018) y aprobada ese mismo año por el Congreso de la Unión. Para esta legislación, EPN contó con el apoyo de los partidos de derecha como el PAN, el PRD y el PRI, los cuales firmaron el Pacto por México en diciembre de 2012 y aprobaron la legislación a toda velocidad y sin que hubiera ninguna consulta con los docentes. EPN dependió del asesoramiento de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que venía aconsejando a los gobiernos neoliberales desde 1992, cuando Carlos Salinas de Gortari (1989-1994) empezó a imponer la denominada modernización de la educación básica. Estas directrices fueron seguidas por sus sucesores desde entonces y EPN intentó afianzarla institucionalmente gracias al apoyo del denominado Pacto por México. OCDE ha sido uno de los principales exponentes de la reforma educativa para que esta responda a las necesidades del mercado capitalista y no al desarrollo integral de los estudiantes.

Al igual que su antecesor, Felipe Calderón (2006-2012), EPN decía abogar por la calidad en la educación, pero realmente su interés era realizar una reforma laboral que menguara los salarios y las prestaciones de los docentes. El maestro tendría que someterse a evaluaciones periódicas y aquel que la reprobara perdería su empleo.

La aprobación de la nueva legislación venía acompañada desde los noventa de una campaña enorme de desprestigio hacia los docentes, a los cuales se les calificaba de “flojos” y “escueleros.” Ellos eran responsables del pobre desempeño de sus alumnos en la prueba del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (Pisa), auspiciada por la OCDE en toda América Latina, donde también se culpa a los maestros por el pobre desempeño de los alumnos. En ningún momento se aceptaba que las políticas neoliberales puestas en prácticas desde 1982 han recortados los fondos para la educación pública, llevando al deterioro de las escuelas y el estatus social de los maestros.

En México los docentes no se oponían a las evaluaciones, pero sí a su carácter punitivo y a que no se le diera la oportunidad de tomar cursos de perfeccionamiento pagados por el Estado antes de tomar los exámenes. La Reforma de la Educación EPN buscaba privatizar aspectos de la educación pública, creando así oportunidades para el sector privado en perjuicio de los maestros que no tenían los recursos para pagar estudios debido a los bajos salarios que percibían.

La campaña de desprestigio contra los maestros colocaba el énfasis en que los maestros querían retener el derecho a “vender” sus plazas de trabajo o “heredárselas” a hijas e hijos. Sin embargo, encubrían que la corrupción que existía en la Secretaria de Educación Pública en contubernio con el SNTE era lo que permitía esta anormalidad. La campaña culpaba a los maestros por males ancestrales que habían sido auspiciados por los gobiernos del PRI cuando estuvieron al frente del Estado, lo mismo que los del PAN durante las gestiones de Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012). En realidad, se culpaba a las víctimas de un sistema de corrupción que había sido apadrinado por el Estado durante decenios.

La CNTE organizó la lucha contra la Reforma de la Educación y pedía su completa abrogación por considerarla una reforma laboral que no tenía nada que ver con la educación. Por esta lucha, la CNTE realizó grandes manifestaciones en diversas partes del país y enfrentó la represión del Gobierno federal como fue el caso de Nochixtlan, Oaxaca, el 28 de junio de 2016, cuando hubo una pugna que dejó nueve muertes, decenas de heridos y ciento de arrestados. Este lamentable enfrentamiento hizo mucho daño a la imagen de un Gobierno que se denomina democrático y contribuyó al deterioro de la gestión de EPN. La CNTE utilizó esta oportunidad para relanzar su lucha contra la reforma de EPN. En este proceso desarrolló un movimiento que proponía la negociación con el Gobierno federal al mismo tiempo que realizaban grandes marchas pidiendo la abrogación de la reforma en educación. Sin embargo, EPN solo simulaba que estaba dispuesto a negociar los aspectos más ásperos de la Reforma educativa.

La CNTE unió esfuerzos con el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) encabezado por Amlo, le apoyó en su campaña por la presidencia en 2018, pero no se subordinó a su partido. Al igual que los Sin Tierra, influyó para que se aboliera la reforma de EPN. Sin embargo, pese a las promeses de Amlo, la CNTE tuvo que aplicarse para presionarlo con una serie de manifestaciones frente al Palacio Legislativo de San Lázaro. Finalmente, Amlo escuchó las quejas de la CNTE y se reunió con sus líderes en diversas ocasiones, lo cual motivó para que los legisladores de Morena apoyaran la revocación de la legislación de EPN, lograda en mayo 2019. Desde entonces, la CNTE continua sus luchas, presionando y manifestándose, para que la gestión de Amlo aplique en todas sus partes la anulación de la reforma de EPN. Los docentes no pueden dormirse bajo los laureles porque la burocracia neoliberal del Estado mexicano aún sigue en la dirección de la Secretaria de Educación Pública.

Lo que sacamos en limpio de las luchas del Movimiento Sin Tierra y de la CNTE es que, como dice el politólogo argentino Carlos Vilas, hay que luchar para que se consiga una legislación y cuando esta se aprueba en un congreso, entonces hay que luchar de nuevo para que esta se lleve a la práctica. De ahí que la estrategia de la negociación-movilización sea necesaria para asegurar que las conquistas populares no se queden en el papel. En la medida que estos movimientos afianzan sus conquistas sociales contribuyen a la democratización de la democracia y limitan el poder de líderes populistas que, a la postre, se convierten en reformistas que desvirtúan las conquistas sociales. Emelio Betances (visite www.emeliob.medium.com si desea leer crónicas y análisis de nuestro mundo contemporáneo.