Recientemente, el congreso estadounidense ha solicitado prohibir la popular aplicación de videos cortos TikTok, bajo el argumento de que dicha red de contenido atenta contra la seguridad nacional y los datos de los usuarios. Logrando así que ambas cámaras interrogaran al máximo ejecutivo de dicha aplicación, Shou Zi Chew su director operativo.

En medio del proceso de interrogación, los congresistas mostraron videos que supuestamente ellos afirman hacen daño a los menores de edad hasta llevarlos a cometer suicidio; así como también el temor estadunidense de que China la utilice como medio de espionaje. Teniendo conocimiento de causa que el problema no es TikTok, sino del enfoque le dan los políticos.

Lo anteriormente dicho sintetiza el innecesario esfuerzo bipartidista de darle una dimensión prioritaria a algo que no la tiene, cuando existen situaciones de mucha más importancia y las que ameritan una respuesta inmediata como las que se experimenta en estos momentos.

Ya que esta nación está poblada de carencias y grandes injusticias en casi todas las áreas. Dentro de los cuales podemos mencionar el problema de inmigración que debe mover a los legisladores a construir una reforma migratoria que hace años se ha planteado, la inequidad social, la pobreza, el deterioro institucional, el alto costo de la vida, etc.

Siendo el camino más fácil, culpar un objeto de la industrialización sistemática como son las redes sociales, volcarse contra una empresa que opera con el modelo de gestión humana actual, manipulando masas. Evidenciando que la “apretada” agenda legislativa del congreso más poderosa del mundo, tiene otras prioridades.

Sin embargo, TikTok en la actualidad tiene enganchados a 150 millones de estadounidenses subiendo contenidos, para “olvidar” sus situaciones, cuando los problemas que realmente deben acaparar la atención por la magnitud de los mismos, son ignorados.

Pero seamos claros, mientras EE. UU continúe trabajando en las “amenazas” de empresas de operación china o rusa, no se resolverán los problemas y si lográramos que el esfuerzo bipartidista fuera para afrontar los mismos, estos tendrían solución. Pero desde luego, cuando tememos que afrontar nuestras responsabilidades, buscamos a quien endosarle la culpa de nuestra poca capacidad de gestión.

El mal no es TikTok, sino en la dependencia directa a las redes sociales en sentido general; las mismas que fueron creadas para que los humanos dependamos de ellas como adictos a la heroína o el fentanilo. Es ridículo satanizar la aplicación china por argumentos de “seguridad de datos y espionaje”, siendo los EE.UU los creadores de las redes sociales.

De las redes sociales y el espionaje online, simplemente es un absurdo. Que ambas cámaras se unan para algo irrelevante que no obedece más que a la soberbia de una nación que pretende manejar todo bajo el sistema del veto a todo lo que considera contrario a sus intereses, a los intereses de los poderosos, es penoso. Mientras, el país se dirige a una desintegración institucional, partidaria, estatal y social por los tantos males que padece.

Esas aplicaciones fueron originadas en EE.UU. para mantener a las personas bajo una especie de letargo consciente, y es contraproducente que este país confronte a China o cualquier nación mientras domésticamente no ha tenido la voluntad de generar controles.

Es como pedirle a un niño que no maltrate a su hermano, cuando el adulto les pega a ambos. Este juego de fuerzas antagónicas, EE.UU. versus China solo desvía la atención de los graves asuntos pendientes en la sociedad estadounidense.