El problema de la sociedad dominicana es precisamente la sociedad…

Como puede un pueblo echar pa' lante si está compuesto de "gente viva" en el buen decir dominicano, entiéndase, personas que se la están buscando o "partiendo brazos". Personas que no saben "discernir" entre lo "que está bien y lo que está mal".

Un problema que orbita tanto en ricos como pobres o mediocres. Que está flotando en las mentes y que, paradójicamente, se ha instalado como algo "aceptado" y bueno… ¿A qué me refiero?

¡Bueno! De eso hay mucha tela para cortar ¡Tanta! Que estoy seguro de que se me van a quedar ¡Muchísimas! Sin nombrar. Lo peor es que no alcanzamos a ver el daño que nos hacen, además, de hacernos lucir como reyes de la ambivalencia.

Escuchando el otro día al profesor español de filosofía Antonio Lastra conversar con sus alumnos decir que ninguno de los que allí se encontraban sería capaz de sostener una discusión o (aporein) de forma "sensata". Sostenía que todo el que asumiera ese reto podría perder mucho, incluso todo lo que daba por sentado…

Si la objetividad se impusiera se caerían muchos paradigmas, pero, como canta Sabina, "es mentira que más de cien mentiras no digan la verdad" o retomando del nefasto cerebro publicista Nazi, Joseph Goebbels "repetir una mentira hasta que se convierta en verdad".

Volviendo a "los problemas", podría señalar "la sociedad" histórica que mantiene la "aristocracia" u oligarquía con el estado dominicano. Chupan, vulgarmente hablando, de esa teta inagotable que se nutre del aporte de todos. Se mantienen como satélites orbitando sobre todos los gobiernos, sea quien sea, ya que no tienen banderas ni amigos, solo intereses como suelen decir los gringos.

Ya me he topado con docenas de ellos, hijos de funcionarios o exfuncionarios o tataranietos de fulanito de tal, cobrando botellas de miles de dólares al mes. O asignados en posiciones "fantasmas" que no ejercen función y que extraen millones de dólares al mes al gobierno.

Este gobierno actual, el cual "aparenta" estarlo haciendo bien, también adolece de este mal y aquí nos remitimos al "aporein". ¿Resistiría responder "objetivamente" a este hoyo fiscal que está complaciendo a esa clase perpetua de ladrones "finos" hijos de papi y mami?

Esa es una de las arbitrariedades de las que adolecemos, ya que el ser testigos nos hacemos cómplices y, además, nos decimos en voz alta ¡Ya quisiera yo!

Otra de nuestras "contradicciones" radica en que nos hacemos "socios" de la corona, nos enfrascamos en gritar que somos independientes, pero no es así. Estamos supeditados a negociar los intereses de otras naciones primero por encima de los nuestros. Nuestros títulos de presidente y república son en realidad de gobernador y colonia.

Emigramos por razones económicas y no meditamos que la verdadera razón es que nos vendemos por oportunistas. Es decir, ese mismo Estado al que elegimos y del que quisiéramos chuparle una teta o del que formamos parte nos vende gracias a la falta de entereza y de independencia…

Continuamos con las "incoherencias" al pedir ser aceptados y bienvenidos en otros países mientras cultivamos el odio del único país vecino. Renegamos ser negros y, sin embargo, lo somos. No le hemos cambiado a ninguno de esos países donde emigramos su cultura, al contrario, nos han absorbido la nuestra de la misma forma que nadie nos cambiará la que construimos.

Vivimos entre el ron y la bachata y últimamente el tabaco, pero no estamos cultivando la lectura ni el intelecto. Ni siquiera la clase pudiente se ilustra en materias filosóficas, sociales, históricas, científicas, literarias. El afán es el dinero y las pretensiones.

Aunque me esté refiriendo a mi pueblo, no es asunto único ni exclusivo. El ser humano en general adolece de estos vicios. Somos seres contradictorios y asediados mentalmente de nimiedades. Buscando la plata se va extraviando el sentido.

Van estas líneas directas al corazón y al orgullo que al igual que el tiempo se acaban. ¿Es verdad o es mentira? Seamos cautelosos al debatir, ya que "el aporein" es implacable y suele, generalmente, dejar trastornados a quienes se atreven a retarlo. Un despertar total de la antigua forma de pensar no es un asunto que pueda resistir cualquiera, ni siquiera un "quisqueyano" valiente, por cierto, Quisqueya es una palabra que erróneamente se le atribuye a la lengua Taina y, sin embargo, nadie tiene claro de donde salió…

El problema de nosotros no es la bachata, o el ron. Ni siquiera el plátano. El problema de nosotros… somos nosotros. ¡Salud! Mínimo Carnicero