La contendiente por la presidencia estadounidense por el Partido Republicano Nikki Haley confronta un problema de imagen y discurso que preferiría no dilucidar en esta reñida campaña  por la nominación presidencial de su partido.  En 1969, su padre Ajit Singh Randhawa terminaba su doctorado en la Universidad de Columbia Britanica en Vancouver, Canada y pensaba regresarse de nuevo a la India. En ello, consiguió una posición como profesor en una universidad históricamente negra Voorhees College situado en el condado de Bamberg y que fuese fundada en 1897 luego de que fanáticos supremacistas blancos quemaran las primeras dos escuelas inauguradas por una activista negra Elizabeth Evelyn Wright.

Muy probablemente, su padre no hubiera podido conseguir trabajo en ninguna otra institución en Carolina del Sur debido al racismo prevalente y las leyes Jim Crow. La hoy candidata creció en una comunidad con un largo historial racista. Cercana estaba la que fuese la plantación de David Flavel Jamison quien fuera el presidente de la Convención de Secesión que en 1860 voto a favor de que Carolina del Sur fuese el primer estado en separarse de la unión que desembocara en la Guerra Civil estadounidense.  Otra notoria plantación fue la de William Gilmore Simms uno de los principales apologistas defensores de la esclavitud en el sur. Luego inclusive después de culminada la guerra, la población negra en Carolina del Sur continúo siendo sitiada por las restricciones racistas y el subyacente espíritu Jim Crow.

En este contexto de racismo, exclusión y discriminación, los progenitores de Haley atorados en un apartamento ubicado en un segundo piso decidieron mudarse en el mismo condado de Bamberg.  La pareja hindú, padecieron un viacrucis buscando alojamiento pues nadie les rentaba por lo que decidieron comprar advirtiéndosele luego de comprar su casa que no podían invitar negros a su propiedad.

En 1972 nació Haley quien nos cuenta en sus memorias que al cumplir 8 años fue descalificada de participar en una obra teatral en su escuela por ser de piel obscura.  Al finalizar el noveno grado, Hailey se transfirió a otra escuela en la localidad de Orangeburg. La preparatoria de Orangeburg, al menos en teoría era una institución abierta, no segregada.  En la práctica, todos los padres blancos enviaban a sus pupilos a esta institución para que sus hijos no se contaminaran interactuando con los alumnos negros.

Haley, hasta el momento no ha querido responder sobre el porqué sus padres decidieron moverla a la nueva institución, pero era un sobreentendido que los padres se esforzaban para sacar sus hijos de las escuelas con notoria presencia de las minorías negras.  Haley desde luego, fue una de las pocas estudiantes provenientes de una minoría étnica en la Preparatoria Orangeburg.

La hoy candidata, tampoco menciona en sus memorias los diversos sinsabores y desencuentros  que atravesó siendo ella visiblemente diferente en una escuela en donde la mayoría era Anglo. A lo largo de su carrera política, la exgobernadora y exfuncionaria bajo la gestión de Donald Trump ha negado reiteradamente la existencia de un racismo sistémico y enfermizo en la nación. Solo en esporádicas intervenciones ha dado a conocer escasos episodios u incidentes raciales en su pasado. Pero mayormente ha negado la prevalencia del racismo como problema sistémico en Norteamérica a tal punto que ha rayado en lo ridículo al afirmar que aun con la presencia de la esclavitud en la nación, “Nunca hemos sido un país racista”.   En otra reciente intervención, donde se le pregunto sobre las causas de la guerra civil, la hoy candidata fue objeto de escarmiento al no mencionar la esclavitud como el móvil principal del conflicto. Su postura ha de entenderse, como representante electa dentro del partido republicano, su discurso, planteamientos han debido adherirse al canon de la derecha que rechaza enfrentar el racismo y supremacismo blanco, y en cambio concentra sus esfuerzos en vender una imagen idílica de un Estados Unidos hoy inexistente.

“Se recuerdan cuando estaban creciendo, recuerdan cuan simple era la vida, nos dijo en un discurso reciente. “¿cuán fácil se sentía vivir? Todo era sobre nuestra fe, familia y país… Podemos tener eso mismo hoy, pero para ello, debemos echar fuera a Joe Biden”.

Su discurso, mensaje y tropos están dirigidos a esa base blanca que prefiere ignorar el racismo prevalente en la nación. Cuando era candidata para la gubernatura del estado de Carolina del Sur esta le aseguro a los lideres sureños en el 2010 aun leales al espíritu de la Confederación que no tenía interés en quitar la bandera de la Confederación que ondeaba en el palacio del Senado. 4 años más tarde, durante su campaña de reelección también prometió lo mismo. No fue sino en el 2015 cuando un joven racista blanco entro a una congregación en Charleston y asesino a 9 miembros de la congregación negra que Hailey decidió en un supuesto acto heroico votar a favor de remover la odiosa bandera de la Confederación puesto que esta representaba el racismo, la esclavitud y las leyes Jim Crow.

Con toda su adhesión al canon republicano, su negación del racismo en el país, su rechazo a identificarse como una candidata oriunda de las minorías, Haley a enfrentado ese mismo racismo que trata de negar. En febrero del 2023, cuando lanzo su candidatura a la presidencia (Luego de haber dicho que no lo haría si Trump aspiraría de nuevo) fue víctima de un feroz ataque racista por parte de la comentarista de derecha Ann Coulter.

Coulter no tuvo reparos en barrer el piso con la exembajadora acusándola de ser una “bimbo” termino muy derogatorio que aquí en EEUU se utiliza para aquellas mujeres atractivas, híper sexualizadas, pero estúpidas e ineptas.  La comentarista la llamo “criatura absurda “Este es mi país señora”, “yo no soy una India-americana, y no me gusta que ellos me quiten mis monumentos” enfatizo acaloradamente. Las ofensas y ataques de índole racial no terminaron allí; Coulter, también se burló de la India como nación; “Que me dices de su adoración a las vacas? “Se están muriendo de hambre”. “Sabias que tienen hasta un templo a las ratas donde las adoran?”

Y a pesar de todo, Hailey se mantiene firme en un segundo lugar detrás de Trump dándose el lujo se permanecer en la campana aun después de una docena de candidatos abandonar la carrera por el solio presidencial.  Quizás, aun con su problema de identidad y mensaje, quiera permanecer en la carrera presidencial para así luego en un futuro poder cobrar mas por un contrato de un libro, o quizás por las conferencias a las que será invitada a dictar luego de finalizada su campaña.