“Un país a la deriva frente a un gobierno desbordado por su manifiesta incompetencia”. Así termina Leonel Fernández, después de enumerar las múltiples improvisaciones y desvaríos del actual gobierno, su artÍculo publicado en el Listín Diario, en fecha 17 de junio del presente año.
Intentar, por carecer de visión y formación, administrar el Estado como si fuera una empresa o sociedad comercial es llevar el país al precipicio, pues sus fines son diametralmente opuestos.
Son innumerables las empresas y sociedades comerciales que nacen y se desarrollan dentro del marco establecido por el Estado y que son reguladas por este. Si usted no ha sido capaz de llevar a feliz término una sola de esas empresas, ¿cómo se le ocurre querer administrar el ente que la engloba a todas y cuyos fines y propósitos son más elevados?
No se puede modernizar ni gestionar eficiente y eficazmente el Estado a partir de los métodos, fines y procesos utilizados por las empresas, sociedades comerciales, ONGs, sindicatos, clubes, etcétera, que interactúan y hacen vida al interior del mismo.
En efecto, mientras para muchos en la vida su interés principal ha sido acumular pesos y centavos, para los auténticos líderes políticos, para los verdaderos estadistas, su principal inclinación será luchar por causas e ideales en interés de los más vulnerables, lo que los lleva a muy temprana edad, debido a esa gran sensibilidad social, a enfocarse lejos de intereses egoístas, en estudiar y comprender la operatividad y funcionamiento del Estado como garantizador del bien común y la justicia social.
En el PRM abunda en extremo lo primero y muy poco, o casi nada, lo segundo.
Aun cuando el Estado, al igual que cualquier empresa o sociedad comercial, es una ficción creada por el Derecho, un auténtico líder político, un verdadero estadista, con vocación y formación comprobada, comprende que su eficaz funcionamiento y modernización solo puede darse al tener bien en claro la relación existente entre políticas públicas y gestión pública. No a la improvisación e imprevisión a que nos tiene acostumbrado el PRM.
En realidad, tanto las Políticas Públicas como la Gestión Pública son dos caras de una misma moneda: la moneda es la Decisión Pública o de Gobierno, es decir, la acción del Estado a los fines de resolver problemas públicos; los problemas que sufren los ciudadanos o habitantes del país, sea de manera individual o colectiva, como: inflación, desempleo, inseguridad, salud, educación o, problemas de organización administrativa, como los ocurridos en la “Dirección General de Pasaportes”, entre muchos otros.
El indicador o ejemplo más claro de que el PRM no se preparó para gerenciar el Estado lo encontramos en el hecho de que, para gestionar cualquier programa, proyecto o inversión de la administración pública, crea un fideicomiso. Es el hecho más revelador de reconocer su incapacidad para gobernar, al traspasar a un tercero los bienes, servicios, atribuciones y competencias delegadas.
El Fideicomiso Público no existe ni en Europa ni en los Estados Unidos o Canadá, es decir, en los países más transparentes y desarrollados del mundo. Lo que sí podemos encontrar en muchos de ellos, son las Empresas Públicas (Ver “Un vehículo legal para Punta Catalina”, Acento: 24/02/2022).
El “fideicomiso público” no ha sido más que una artimaña de gobiernos corruptos y poco transparentes de América Latina, comenzando por Panamá y México, para luego extenderse por El Salvador, Guatemala, Venezuela, Colombia, Perú, Argentina y Honduras, con el único fin de transferir el patrimonio público a grupos o sectores de poder económico. Esta fue la razón por la cual, un Presidente ético y moral, como Andrés Manuel López Obrador (AMLO), aprobó la extinción de 109 fideicomisos públicos, por la falta de transparencia y transmisión del patrimonio público a élites económicas privadas en complicidad y confabulación con los gobiernos de turno. Lo mismo hizo Xiomara Castro al llegar al poder en Honduras, unos 19 “fideicomisos públicos” fueron eliminados.
No es desde las Políticas Públicas, sino desde la Gestión de sus entes y órganos, que se ponen en funcionamiento y operación los Procesos para que los fines del Estado se concreticen.
Lo paradójico de todo es, que por incompetencia o puro interés mercurial, han querido vender como éxito lo que es un rotundo engaño.
Este “fideigobierno” con sus fideicomisos terminará “fideicomiéndose” al país.
En nuestra mediana vida democrática, el pueblo dominicano en base a tantas falsas promesas, manipulaciones, frustraciones y engaños, ha tenido que aprender a separar la paja del trigo y eso es precisamente lo que hará en mayo de 2024.