El Fideicomiso ProPedernales acaba de convocar a una licitación abierta para la contratación de la construcción del primer hotel Lote 10 del proyecto turístico Cabo Rojo, en Pedernales. Las ofertas técnicas y económicas del proceso serán recibidas el 17 de octubre entre 10 a.m. y 1 p.m. en las oficinas de esta institución, en la Enrique Jiménez Moya 667, en el Distrito Nacional, según el comunicado.

Excelente. Otro paso hacia la concreción de las infraestructuras consignadas en el plan maestro a desarrollar frente a la hermosa playa de Cabo Rojo y fuera de la paradisíaca Bahía de las Águilas, 23 kilómetros al sureste del parque central del municipio cabecera.

La primera de las cuatro fases contendrá 5,800 habitaciones, con una inversión de 2,245 millones de dólares. Al menos 12 mil tendrá al final. Comprenderá ocho hoteles con una cobertura de 4,700 habitaciones y cuatro ecohoteles con unas 1,100 habitaciones. Creará 20 mil empleos directos y 50 mil indirectos, según las autoridades.

Según el portal de la Dirección General de Alianzas Público Privadas (DGAPP), el proyecto incluirá hoteles de lujo y ecológicos con capacidad de generación energética sostenible; construcción de viviendas; adecuación de las infraestructuras existentes; fomento del circuito de atracciones naturales bajo un modelo de sostenibilidad, el cual abarca hoyo Pelempito, laguna de Oviedo, isla Beata, Bahía de las Águilas, parques nacionales Baoruco y Jaragua.

El anuncio de licitación para la construcción del primer hotel debería comenzar a disminuir la incredulidad de los pedernalenses en la palabra empeñada de los políticos en sus mares de promesas incumplidas.

Pedernales, como las demás provincias de la región Enriquillo, en el extremo sudoeste dominicano, ha sido sometida a un destierro irresponsable. Y el resultado ha sido el empobrecimiento progresivo por parte de las diferentes gestiones de gobiernos. Al menos el 52% de su población ha sido tirada a la pobreza.

Allí hay carencias de empleos; se sobrevive con la búsqueda incierta del peso en el día a día; sufren deficiencias en el suministro de agua potable; las carreteras hacia las zonas agrícolas a ratos son infernales; los productores de mangos de Los Olivares están agobiados por la incertidumbre en el suministro de agua y sin técnicos para control de plagas; han crecido los barrios marginales con viviendas de cartón y calles de tierra; el hospital es moderno y limpio, pero le falta equipos y especialistas para resolver, al menos, enyesados de fracturas por los crecientes siniestros de tránsito y otros.

Lo peor: el proyecto de desarrollo turístico ha hallado al pueblo sin un plan de ordenamiento territorial.

Al decir del mismo presidente Luis Abinader, el comenzar de cero había retrasado la ejecución del proyecto.

Y tiene razón, aunque un pueblo desesperado nunca querrá entender ese “código”. Gusta que le hablen con hechos de una vez. Pero la planificación tiene sus plazos y adelantarse trae consecuencias negativas.

En definitiva, esta gestión de gobierno merece de los pedernalenses un voto de confianza en tanto las obras comienzan a verse.

Ya la ITM Group ha comenzado el proceso de reclutamiento para la readecuación del muelle de Cabo Rojo (1957) en terminal de cruceros (ha recibido 489 currículums vitae). Pronto también seleccionará 1,500 personas que trabajarán en la operación del puerto. La compañía ASCH, que construirá las obras hidrosanitarias, está en la misma línea.

La Empresa de Transmisión Eléctrica casi termina la interconexión con el sistema nacional y la instalación, al mismo tiempo, de la fibra óptica que -de acuerdo al Gobierno- servirá para convertir a Pedernales en un “destino inteligente”.

El Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (Inapa) construye el reservorio del acueducto. Y una empresa ha comenzado la pavimentación de calles. No arranca la construcción del soñado frente marino.

La licitación para el primer hotel en Cabo Rojo despeja muchas dudas. Pese a las cuatro visitas del mandatario en menos de dos años de gestión, muchos -condicionados por las viejas promesas- entendían que el anuncio del proyecto de desarrollo turístico de Pedernales era “mareo, mareo”.