La mañana de este lunes 24 de agosto de 2020, ocho días después de su toma de posesión, Luis Abinader ha visitado de manera apresurada esta empobrecida provincia dominicana, fronteriza con la comuna haitiana Anse -a- Pitre, para verificar los estragos provocados la madrugada del domingo por la tormenta Laura. Rápido, oportuno. Excelente señal.
El río Pedernales, reducido a una especie de arroyuelo intermitente por la deforestación, la destrucción de su lecho y la baja pluviometría, no pudo manejar el golpe de agua de las fuertes lluvias registradas durante unas 12 horas en la Sierra del Baoruco, y se desparramó incontenible, como una tromba, repitiendo inundaciones de otros tiempos, como la de 1954, que abarcó hasta el local que hoy ocupa la comandancia policial, límite del pueblo. Hasta allí llevaba troncos, vacas ahogadas y pedazos de madera de casitas que destruía a su paso.
Los pobladores originarios han contado que esas escenas de las crecidas se repetían, sobre todo en tiempos de huracanes. El pueblo se agotaba entre las calles Juan López, al oeste, Jenaro Pérez Rocha, al este, el campo de aviación, al norte, y el mar Caribe, al sur. Una vecindad. Lo demás eran potreros.
En este desbordamiento, el soldado Carlos Ariel Paniagua, 45 años, ha muerto ahogado cuando optó por separarse del grupo de compañeros que esperaba rescate en el puesto de chequeo en la puerta con Haití y desafió las corrientes que dañaban viviendas cercanas y arrastraban troncos y piedras como si fuesen copos de algodón.
Las lluvias provocaron daños en carreteras y colapsaron el ineficiente acueducto, las ráfagas de vientos tumbaron postes del tendido eléctrico y provocaron averías en las líneas de distribución, y daños a la agricultura de ciclo corto.
POBREZA AL DESNUDO
Abinader iría pronto al pueblo para hablar del desarrollo turístico (3 mil habitaciones, un aeropuerto y otras obras) que prometió en su discurso de 44 minutos ante la Asamblea Nacional, el 16 de agosto, según una fuente periodística cercana a Palacio.
Pero el ciclón Laura le ha obligado a adelantar el viaje, con una agenda diferente: ver encuero el cuerpo lánguido de la deuda social acumulada en esta comunidad minera y dueña de tentadores atractivos para el turismo. Allí ha garantizado que, “en este gobierno, Pedernales cambiará”.
La reiteración de su reciente promesa de mejorar esta provincia resulta muy alentadora. Aún nerviosos y asombrados por la riada, los munícipes han expresado alegría al ver y escuchar al presidente.
El Gobierno debería mudarse a esa localidad y motorizar una revolución económica que ayude a recuperar la esperanza y a desterrar la incertidumbre que mora en el tuétano de los seres humanos de aquel recodo del territorio nacional. Pero debe hacerlo ya. La situación no aguanta más dilación; tampoco más relatos.
Eso sí, las autoridades deben de tener claro que el turismo, como proceso social, comienza por atender primero las comunidades receptoras que interactuarían con los visitantes. Porque, de otra manera, sólo sería una actividad de creación de zonas exclusivas para albergar individuos “raros” que consumen en dólares, el dinero duro necesario para estabilizar la macroeconomía. Y, en el entorno, océanos de pobreza.
En Pedernales urge un acueducto moderno que garantice agua potable permanente a toda la población, incluidos los potenciales turistas. Falta un servicio eléctrico permanente y así dejar la planta local para emergencias. Falta ejecutar el proyecto del Frente Marino (en fase de diseño terminada).
Falta la autovía Pedernales-Barahona que sustituya el trillo peligroso, plagado de curvas consecutivas y sin peraltes, sitio de paseo de vacas criadas a la libre. Falta un plan de viviendas para familias que sobreviven en tugurios formados a la carrera en la periferia del pueblo, un monumento a la irresponsabilidad política.
Faltan escuelas de formación técnica (Informática, idiomas, gastronomía, mecánica, electricidad, artesanía, comunicación, atención al cliente, maestro de construcción). Faltan planes de ordenamiento territorial y regulación migratoria, faltan empleos… Falta todo. Mucha tela por cortar.
El nuevo gobierno tiene una gran oportunidad para desarrollar en Pedernales del sur un pueblo modelo con un turismo que no repita los costosos errores de los otros polos. Está virgen. (tonypedernales@yahoo.com.ar)