El presidente de Ucrania no es un hombre de Estado. Mientras Gustavo Petro, en Colombia, derrota con una gran inteligencia estratégica y táctica política -en unas elecciones- a las fuerzas más poderosas de un complejo sistema de gobierno, que se adueñó del país por años, utilizando todos los medios posibles, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, con una ingenuidad infantil espantosa ha provocado una gran crisis en el mundo, sin darse cuenta, que nadie todavía sabe la verdadera dimensión, a presente y a futuro, de este desajuste económico y político mundial, ni su final.

En un acto que lo evidencia como un hombre desconocedor de los asuntos de la alta política de los estados, el presidente de Ucrania no advirtió que si él provocaba a su poderoso vecino, Rusia, país con el que comparte territorio y vecindad, éste reaccionaría con una respuesta autodefensiva desde el punto de vista militar.

Peor aún, después de cometer el error de intentar la integración de Ucrania como miembro de la OTAN, cuya noticia se difundió en pocos días por todo el mundo, no fue capaz siquiera de darse cuenta de los movimientos realizados por Rusia, para no dejarse cercar por los aliados europeos de la poderosa potencia que son los Estados Unidos. Ni de esto tan simple se dio cuenta el presidente ucraniano.

Tanto efecto produjo el caramelo envenenado ofrecido a Volodimir Zelenski por varios países de Europa, miembros de aquel espacio de dominio político y militar regional -creado después de la Segunda Guerra Mundial- que él mismo, en su ignorancia política, no se dio cuenta del tamaño del problema que se crearía en el mundo con su aberrante conducta carente de sentido común y político. Más aún, él no inspira en sus comparecencias públicas, la imagen que debe proyectar un hombre de Estado frente a los momentos de suma gravedad para su nación.

Ahora una gran crisis sacude a todos los países del mundo; muy especialmente a los países europeos. La lluvia de sanciones contra Rusia impuestas por los Estados Unidos y éstas asumidas, a su vez, por sus aliados europeos, se han convertido en un boomerang y se han vuelto contra sus propios creadores e impostores, afectando sus economías y la vida de miles de millones de personas.

El ejemplo más preocupante es el de Alemania, que tuvo que volver a utilizar el carbón mineral, frente la escasez de gas. Peor será en los próximos meses cuando llegue el invierno y el frío los afecte a todos.

Nadie sabe todavía el alto costo que pagará la humanidad por los errores del presidente de Ucrania. Lo que sí sabemos, en demasía, es que su empecinamiento en ingresar a la OTAN -quizás usado como instrumento por su poca experiencia política- ha provocado una guerra innecesaria que hoy la estamos pagando miles de millones de personas inocentes en todo el mundo.