Los principales partidos políticos han perdido su virginidad política en su paso por el poder. Algunos no han logrado levantarse, por más vueltas que dan, del fango del descrédito ético y moral que han caído en forma estrepitosa. Optando por crear nuevas entidades, para confundir, con los cómplices de fechorías, y marchantes del camino.
Todos juegan a la pérdida de la memoria histórica de la población, como resultado de una amplia y muy bien organizada campaña ideológica, desde el poder, para mantener el embrutecimiento colectivo en materia de política; quehacer emocional que le encanta a los dominicanos, después de la “pelota”.
La desgracia de nuestros políticos en su afán para llegar al Palacio Nacional, radica en que llegan vueltos locos y sin ideas por administrar el Presupuesto General del, Ingresos y Egresos, Estado, que este año ronda en un billón 214 mil 606 millones siete mil 369 pesos (RD$1,214,606,007,369). Y caer, en muchos casos, en la tentación de malgastar, hacer malos negocios, y, en ocasiones, robar de maneras descaradas recursos públicos.
En los gobiernos del PLD, Danilo Medina y Leonel Fernández, y el PRD de Hipólito Mejía, sus funcionarios se dieron vida dilapidando medalaganariamente los recursos públicos. La corrupción se concentraba en sus “negocios” con el empresariado criollo, y en entidades fantasmas, creadas a vapor, para justificar los desembolsos de efectivos. Los más osados, se lo llevaban a la franca, amparado en la impunidad oficial que protegía sus andanzas delincuenciales.
El interés irresistible de ascenso social y el enriquecimiento personal, es la motivación principal para los políticos corruptos que no pierden oportunidades algunas por ponerles las manos a lo ajeno. Deseos incontrolables que obligaron a crear sofisticadas estructuras jurídicas de corrupción y de impunidad, violando los controles administrativos consagrados en la Constitución de la República y la supervisión estatal correspondiente. Desde tener un Ministerio público complaciente y selectivo, hasta prostituir una Cámara de Cuenta que solo servía para realizar y publicar auditorías “maquilladas”.
En los dieciséis años administrando la cosa pública del PLD y los cuatro de PRD, los negocios del Estado se hacían con muchos de los empresarios que hoy ocupan los principales cargos públicos del gobierno del presidente Luis Abinader y el PRM. No exclusivamente eso, sino que los jugosos beneficios, privilegios que lloran ante la presencia de Dios, caían milagrosamente en las manos, “legalmente registradas”, del empresariado que hoy disfrutan las mieles del poder.
Un sector del empresariado aliado histórico de los políticos corruptos que llegan al poder, por décadas, nunca ha sido tocado ni con el pétalo de una rosa, porque la justicia es selectiva. Ahora es diferente, los nombrados son ellos, tienen el salten agarrado por el mango; haciendo coca, con múltiples procedimientos “legales”, a los bienes y servicios del Estado.
Esos empresarios que han hecho su fortuna y capitales con negocios oscuros con el Estado, por el momento no serán investigados por el Ministerio Público. Por la sencilla razón, la justicia independiente es relativa, la misma tiene un indeleble sello de clase que no permite pisarse la manguera. Y continuarán protegidos, si no hay democracia de calle, con el manto de la impunidad que opera en la sociedad. Además, no olviden que muchos de ellos son funcionarios y relacionados con el presidente Abinader.
El PRM es el PRD viejo. Tiene todos sus vicios y características. Ahora con sus lazos subterráneos con sectores oligárquicos y burgueses. Instrumento político utilizado por el bloque social, rapaz e insaciable, dominante, para continuar engañando, cada cuatro años, a la población.
El presidente Abinader, un burgués de los pies a la cabeza y comprometido con su clase hasta el tuétano, ha convertido su gobierno en un demoledor instrumento para despojar, enajenar, los bienes y servicios estatales. Convirtiendo sus “buenas intenciones” en una trampa maldita para caer en las garras de los que se han enriquecido, toda la vida, estafando al Estado Dominicano.
¡Ni tan inocente ha salido!