Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía, profesor de la Universidad de Columbia, asesor de varios gobiernos norteamericanos, Economista Jefe y Vicepresidente del Banco Mundial, publicó (2012) un ensayo denominado “The Price of Inequality: How Today´s Divided Society Endangers Our Future”.
Esencialmente se refirió a la sociedad y la economía norteamericana. Destacó como se fue concentrando la riqueza en el 1% de la población, mientras la mayoría vio deteriorarse su nivel de ingresos y de vida. El sistema educativo y la situación de salud quedaron rezagados ante la mayoría de países capitalistas desarrollados. Concluyó que las desigualdades generadas, constituían una amenaza, no solo para los sectores de ingresos medios y bajos, sino también para el sistema económico y político. Cita una amplia encuesta en población de USA, publicada en 2009, según la cual el 87% de los entrevistados manifestó malestar y respaldó que “nuestra sociedad debería hacer lo que fuera necesario para garantizar que todo el mundo tenga las mismas oportunidades de triunfar”.
Este pesimismo ciudadano sobre el “sueño americano” podría haber variado posteriormente; pero lo que el autor demuestra, con abundante evidencia, y queremos destacar, es como las desigualdades de ingresos y oportunidades frenan el crecimiento de la economía, conllevan crisis y amenazan cultural y políticamente las bases de la sociedad norteamericana. Señala la postergación de las responsabilidades del estado ante la calidad de la vida, educación, salud y la regulación del mercado, por su estrecho compromiso con los sectores minoritarios del 1% de la población y la “captura” de los espacios de decisión. Plantea la necesidad de un reencuentro entre el estado y el mercado que ponga como principal prioridad la preservación y mejoría de la calidad de vida de las mayorías, redistribuyendo el ingreso nacional y reduciendo las desigualdades de oportunidades, como base de sustentación de la democracia y de un crecimiento más sano de la economía.
En el año 2018, Colin Mayer, reconocido profesor de las Escuelas de Negocios de Oxford University, de la Universidad de Harvard y varias otras academias, publicó un ensayo denominado “Prosperity: Better Business makes greater good”. Básicamente es un estudio sobre del modelo de empresas (corporaciones) característico de las economías de países capitalistas desarrollados, particularmente Inglaterra y USA, y plantea la necesidad de un nuevo modelo de empresas, de gestión y de sus interacciones con el estado.
Para este autor, las empresas, “que han creado bienestar, empleo, nuevas tecnologías, proveen y satisfacen nuestros deseos y necesidades de ropa, alimentos y viviendas… y han sido la fuente de la prosperidad económica y crecimiento de las naciones…. al mismo tiempo, son la fuente de las desigualdades, la deprivación y la degradación ambiental; y estos problemas están empeorando … porque las empresas están creciendo hasta un punto en que muchas son más fuertes que los estados nacionales …. y los estados resultan incapaces de cumplir sus obligaciones… como consecuencia, las empresas están cargando con las expectativas de las poblaciones, que corresponden a los estados y que las empresas no están preparadas para asumir”.
Desde su perspectiva, este autor considera que, si la empresa reclama para sí el liderazgo en la producción y distribución de bienes, es necesario que comprenda que no basta velar por su salud financiera interna, sino de toda la nación, y del desarrollo de condiciones generales para la estabilidad y prosperidad con mayor equidad social y respeto a la naturaleza. Para ello propone un nuevo tipo de articulación entre lo público y el mercado, que no tenga como base la búsqueda de privilegios ni el sacrificio del interés público y los derechos ciudadanos, sino todo lo contrario; y un modelo de estado que comprenda que el desarrollo empresarial es esencial para la producción de bienes y que para su desarrollo requiere de estabilidad y de políticas de desarrollo integral.
Estos dos prestigiosos autores pertenecen al mundo capitalista desarrollado y culpabilizan a la ideología neoliberal de romper lo que consideran esencial: La estrecha vinculación entre el bienestar de la ciudadanía, la superación de las desigualdades sociales, el desarrollo empresarial y nacional, y la consolidación de las libertades democráticas. La ruptura de esta interacción positiva, por el extremismo de mercado y la “captura” de espacios de decisión y regulación, habría conllevado a subordinación de lo público a lo particular, incremento de las desigualdades, debilitamiento de la vocación democrática ciudadana, inestabilidad política y crisis económica.
Ahora que en América Latina parece cobrar auge el rechazo electoral a la ideología neoliberal y se está en la búsqueda de la refundación de las democracias, reivindicación de derechos ciudadanos y se reclama políticas sociales efectivas, podrían requerirse alianzas amplias para viabilizar las reformas estructurales. Un diálogo social productivo, sin exclusiones, requeriría disposición a emprender dichas reformas cabalgando sobre la confianza y participación activa de los movimientos sociales; y repensar el rol de las empresas en la producción y reproducción de la calidad de vida; articular el interés particular de sus accionistas (“share holders”), con el interés público social (“stake holders”)?. La democracia se consolida y se profundiza, se dota de significado y de sentido para la ciudadanía, cuando se traduce en prosperidad con equidad y en oportunidades de participación social efectiva.