Al producirse la asunción al poder del presidente Luis Abinader, escribimos un artículo en Acento, en el cual planteamos la necesidad de que la República Dominicana recuperara su diplomacia. No hay duda de que en la actual gestión de gobierno, ha habido una mejoría importante de la diplomacia del país. Los hechos así lo demuestran; y el esfuerzo es muy notorio; sin embargo, debemos seguir en la mejora constante y permanente de ese instrumento para la paz y la autodefensa, que es la diplomacia.
"Uno de los grandes retos de la comunidad internacional es lograr la solución por medios pacíficos, de conflictos y controversias que puedan poner en peligro la paz y la seguridad internacional, que incluye los de carácter coercitivos". (Manuel Morales Lama).
El mundo vive un tiempo de conflictos, producto de situaciones creadas por intereses económicos y políticos, que marcan la realidad actual de la geopolítica en la que están envueltas grandes y pequeñas naciones de todos los continentes. La República Dominicana no escapa a esta realidad. Los hilos invisibles de los poderes fácticos tienen a los países al filo de una tercera guerra mundial.
La República Dominicana tiene la urgencia y necesidad de seguir transformando su diplomacia hasta convertirla en una de las mejores del mundo. La buena diplomacia es un excelente instrumento y una garantía para la paz y la autodefensa del interés nacional. Las buenas relaciones internacionales entre los países sólo se logran con embajadores bien entrenados y que sean capaces de defender sus respectivas naciones.
No solo las grandes potencias tienen buena diplomacia; el mundo de las relaciones internacionales reconoce que Cuba y Haití están entre los primeros países que poseen una gran cultura y tradición diplomática. Sin ser potencias. No tenemos que ser un país rico ni potencia hegemónica para tener una buena diplomacia que defienda el interés nacional.