“En la democracia deliberativa, que da voz a la sociedad civil, esta actúa como polo de contrapoder”. Víctor Sampedro Blanco

Durante la última década las redes sociales han transformado radicalmente la manera en la que interactuamos, participamos y nos informamos en la vida pública; cambiando nuestra dinámica de comunicación personal y alterando significativamente el paisaje del poder y la opinión.

Antes de la era digital, los medios tradicionales -periódicos, radio, televisión- eran los principales moldeadores de la opinión pública. Con la irrupción de las redes, el poder de la comunicación se ha democratizado permitiendo que cualquier persona con acceso a internet, a través de las aplicaciones disponibles, pueda expresar sus ideas y potencialmente alcanzar millones de personas; este fenómeno ha dado lugar a un flujo constante de información, opiniones y noticias que pueden viralizarse en cuestión de minutos.

El poder de las Redes Sociales es lo que ha permitido la amplificación de las voces de aquellos que eran ignorados o marginados. Movimientos sociales como #BlackLivesMatter, #MeToo y otros más recientes, incluso las protestas climáticas lideradas por jóvenes utilizan estas plataformas para organizarse, difundir sus mensajes y presionar por los cambios demandados, empoderando a la ciudadanía e influyendo directamente en la agenda pública y política.

Una de las características más destacadas de las redes sociales es la capacidad de transmitir información en tiempo real, esto indudablemente ha desafiado la hegemonía de los medios tradicionales y ha permitido una cobertura más inmediata y, en muchos casos, más real de los eventos globales. Durante las crisis políticas, protestas o desastres de la naturaleza, es a través de ellas que a menudo se proporcionan los primeros informes con ciudadanos comunes que actúan como corresponsales.

No obstante, esta inmediatez tiene su lado oscuro. La velocidad con la que se difunden las informaciones puede llevar a la desinformación o propagación de noticias falsas. Las teorías de conspiración y las campañas de desinformación dirigidas pueden viralizarse rápidamente, causando confusión y socavando la confianza pública en las instituciones, los medios y los actores sociales.

El desafío de controlar el discurso

El control del discurso público en las redes sociales es un tema complejo. Por un lado, estas plataformas promueven la libertad de expresión y el intercambio de las ideas y, por otro lado, enfrentan el gran desafío de moderar el contenido para evitar el discurso de odio, la desinformación y violencia.

Silvio Waisbord, profesor de las cátedras de Media & Public Affairs, en George Washington University, sostiene que “(…) en las redes sociales circulan cantidades sin precedentes de datos, información, mentiras, conspiraciones, memes, twits, ideas, noticias y bulos que se multiplican de forma exponencial y constante. La sociedad digital no es pluralista ni equilibrada en términos de la presencia y el poder de las diferentes fuerzas sociales e ideas, considerando la concentración del uso de plataformas y la economía política de la información pública.”

 Empresas como X (antes twitter) y Facebook han implementado políticas y algoritmos para controlar el contenido, suscitando debates sobre la censura y la libertad de expresión. El poder que demuestran las redes sociales también ha atraído la atención de actores políticos y económicos que buscan influir en la opinión pública; Ahora las campañas políticas integran estrategias de marketing digital, y los influencers juegan un papel importante en la formación de las opiniones.

La capacidad para dirigir contenido y anuncios a audiencias especificas ha logrado transformar las campañas políticas y comerciales haciendo que ese poder de influencia esté más concentrado, aunque a veces, menos transparente.

Sin dudas, las redes sociales han revolucionado al poder y la opinión pública, otorgando a los ciudadanos una voz más fuerte y directa en la esfera pública. Es crucial encontrar un equilibrio que promueva la libertad de expresión y al mismo tiempo proteja la integridad de la información.