En esta media isla el gobierno lo es casi todo, es el mayor empleador, con una nómina que ronda el millón de servidores públicos, pensionados y jubilados. Adicional a estos, mucho más todavía son los beneficiarios de los diferentes programas sociales del Estado, que suman un 1,500,000 con ayudas fijas mensuales e igual cantidad que se le auxilian con asignaciones ocasionales.
Ni hablar que el gobierno es el gran comprador y se cuentan por miles los suplidores de las instituciones del gobierno y ni qué decir de los contratistas de obras del Estado, que son sin lugar a dudas los más beneficiados en la ecuación de los favorecidos por la acción gubernamental.
El gobierno también tiene los resortes coercitivos, los órganos investigativos, los represivos, entre lo que se destaca la Policía Nacional, y esto sin contar el miedo que le tienen los que poseen algún patrimonio económico a las visitas de los agentes de impuestos.
Pero el gobierno es quien da casi todos los permisos, el que asciende de nivel a cualquiera de los empleados públicos y también es el que pensiona y jubila, es por ello que nadie en su sano juicio puede restarle importancia efectiva al oficialismo, que siempre es representado por un partido político, beneficiario directo del caudaloso y patrimonial voto gobierno.
En nuestro país, el presidente de la República es una especie de semidiós, que casi todo lo puede y que por 4 años es dueño de vidas y haciendas, su poder sigue siendo inmenso, pese a lo mediatizado del mismo en este siglo XXI; hay una concentración de las decisiones gubernamentales en el primer mandatario de la nación, y es quién administra junto a sus funcionarios más del 90% del presupuesto nacional.
La parafernalia presidencial es tal en esta República que se ha construido una aureola de invencibilidad al inquilino de turno del Palacio Nacional, se le reverencia en actitud genuflexa y en su amplia mayoría de casos no se le dice que no a ningún pedimento que haga el ejecutivo principal de la nación.
No conozco a nadie que le haya dicho que no a una invitación realizada para ver al Sr. presidente a su oficina de la casona de Gazcue, todo porque a los presidentes no se le debe decir que no, desairarle puede tener sus consecuencias, porque no le deseo a nadie que se quede atrapado en el ego herido del jefe de la administración pública.
Los presidentes son difíciles de ver en la tranquilidad de una cita preacordada, porque el que llegó a la cúspide y no resolvió a lo que iba simplemente se quedó “como perico en la estaca”, pues si el omnipotente jefe de estos algo más de 48 mil kilómetros de patria no lo resuelve, pues mire que no lo resuelve tácitamente nadie.
He visto en más de 44 años que tengo en la actividad política cómo la gente cae rendida a los pies del César de turno, con la finalidad de que este le resuelva algo de su interés, y como tal los presidentes resuelven problemas de todo tipo, los interesados del favor presidencial buscan salir agraciados y casi siempre logran obtener alguna solidaridad de quien manda en este país.
Sin embargo me sorprende ver en los últimos tiempos, y especialmente en esta gestión del cambio, cómo políticos curtidos le compran sueño a los actuales administradores públicos. No resulta lógico ver cómo dirigentes avezados, gente de larga data en este oficio de la actividad politico partidaria, se dejan arrastrar hacia apoyos al oficialismo en contra de sus propios intereses y realidades.
El que apoya al gobierno sin tener un espacio en el tren gubernamental no podrá agenciarse votos, más bien sería todo lo contrario, el que apoye al PRM sin tener una cuota importante de empleos y ayudas, ¿cómo obtendrá una votación importante en las próximas elecciones?, porque el voto gobierno es caro y si no se tienen mecanismo de convencimiento, los militantes de por sí, opositores, si no se les resuelve nada, terminarán optando en apoyar los proyectos de oposición.
No sé cuál es el tipo de magia implementada por los modernos, dicen algunos que supuestamente las cúpulas de los partidos están siendo jugosamente beneficiadas; yo desconozco la realidad, lo que sé es que están logrando que los nuevos partidos aliados los apoyen e inclusive los oficialistas han logrado que estos le respaldasen ante la JCE en algo que afecta principalmente a nosotros los minoritarios, las reservas de candidaturas para alianzas por nivel de elección, y, todo esto, increíblemente, sin darle participación alguna en las mieles del gobierno.
Quien escribe respeta la decisión de cada partido político, tanto si apoyan al gobierno como a la oposición, pero me creo en el deber de advertirles algo que a toda luz no les conviene, y quedarme callado ante tal situación no es una opción, por los desafortunados resultados que le traería un apoyo al gobierno sin la reciprocidad de una cuota de participación.
Como no acostumbro a criticar lo que no sé, solo les recuerdo que la mayoría de los decretos a los partidos que integramos en el gobierno del PLD en el año 2007 fueron por nuestra mediación y en aquella ocasión le expliqué al presidente de turno, el doctor Leonel Fernández, que no tenía objeto buscar el apoyo de los partidos si estos no tenían las herramientas necesarias para sumarnos votos, y sin una cartera para cada partido eso sería casi imposible.
Algunos estimados amigos y colegas de partidos están resentidos con nosotros al explicarles que esto también tiene otro componente, y es la falta de coherencia que se exhibe frente a un desconfiado electorado que observa cómo se le niega el apoyo al que por muchos años los insertó en el gobierno y hoy se desea respaldar a quien se lo niega aduciendo sandeces, mientras están nombrados decenas de popis, que electoralmente no representan nada, la alta dirigencia de los partidos deben darse a respetar, porque son estos los que inscriben las candidaturas en la JCE y a través de quienes se vota. No es posible que tenga más valor estratégico para los modernos un blanquito funcionario por el cual no votará a favor en algunos casos ni su propia familia.
La logística de campaña no fideliza dirigentes; muy por el contrario, se convierte en un caldo de cultivo para que la gente se liquide y al final le vote a quien desee.
No se qué tipo de embrujo existe hoy en el Palacio Nacional que tiene atontado a amigos que fueron hasta por 18 años directores de instituciones en los pasados gobiernos del PLD y que hoy se pasan haciéndole la corte a un gobierno como el del cambio que no lo han nombrado ni sereno de una escuela pública.
Sé que muchos no le pondrán atención a lo que aquí expreso, pero existe todavía un prurito que nos obliga ante la sociedad a justificar nuestros pasos y tener argumentos valederos para hacer valer nuestras decisiones. La moral política es un activo en un mundo en que las redes sociales imponen el relato y, aunque el papel de los partidos es llegar al poder, se hace necesario explicar al electorado por qué no le damos la espalda a los que sí nos dieron participación en el tren gubernamental y apoyamos a los que a todas luces tienen reticencia a ceder espacios de participación inmediata en el mismo.
Los vende sueños del gobierno han engañado a miles de sus miembros y de equipos de trabajo que les apoyaron. Los tumbados por los oficialistas son incontables y estos se han hecho profesionales en ofrecer para después no cumplir con lo pactado. Conozco de primera mano a decenas de dirigentes, movimientos y hasta partidos reconocidos que le apoyaron y que decidieron salirse del gobierno por sus proverbiales incumplimientos.
Aliarse a un gobierno que va de capa caída, huelga mencionar las razones, al que le falta apenas meses para las elecciones, que no le cede a los partidos ni instituciones, y, tal vez, poquísimas candidaturas por la restricción del 20% por niveles de elección.
Cada quien tiene el derecho hasta hacerse un harakiri. Esta reflexión busca en todo caso orientar a amigos del alma, a los que solo les deseo lo mejor, pero que insisto en abrirle los ojos ante una realidad que les dará en la cara prontamente porque, simplemente, sin cargos no se les puede buscar votos a ningún gobierno.