La risa como el humor son temas muy serios, así inicia Augusto Klappenbach su libro Filosofía de la risa.[1] Tan serio es el tema, que ha ocupado la atención de filósofos de la Antigua Grecia y de otros, como Platón y Aristóteles, pero de igual manera, de Hobbes, Kant, Schopenhauer, Freud, Berger. Este último publicó un libro sobre el tema al que dio un título muy poderoso y hasta cierto punto retador: “Risa redentora. La dimensión cómica de la experiencia humana”, en el que plantea, entre otras cosas, “la experiencia de lo cómico como una promesa de redención”. Ése será tema para otra ocasión.
El propio padre del Psicoanálisis escribió “El chiste y su relación con el inconsciente”, en el cual analiza la relación entre los chistes y los sueños, señalando entre otras cosas, que tanto los chistes como en los sueños la realidad se distorsiona, presentando una aproximación diferente de la misma y de esa manera encontrar formas distintas de enfrentarla.
Quien leyó El nombre de la rosa de Humberto Eco o vio la película con el mismo título interpretada por Sean Connery, recordará que gran parte de la trama se teje alrededor del libro Poética de Aristóteles, obra del filósofo griego dedicada a la comedia y a la risa, dentro de una investigación detectivesca en que el fraile franciscano Guillermo de Baskerville junto al novicio Adso de Melk, quien era su narrador, se enfrentan a un conjunto de situaciones enmarcadas en una abadía benedictina en Italia hacia el año 1327, época en que se respiraba un ambiente religioso de cierto matiz turbulento . Eco, en su manejo magistral de la ficción histórica, nos conduce por la dimensión subversiva y liberadora de la risa. La existencia o no del libro de Aristóteles se mantiene aún en la especulación de los estudiosos de la historia de la filosofía y la filosofía misma.
La risa, además de impropia es también muchas veces huidiza, se pone de manifiesto en cualesquiera de las circunstancias vividas por seria que fuera, pues es la expresión inesperada de la íntima libertad que se vive plenamente en los adentros del alma. Recuerdo perfectamente aquella frase dicha por un amigo uruguayo que se pintó a modo de grafitti cerca del Aeropuerto de Carrasco en Montevideo, Uruguay, que se desgarraba en una crisis económica y social profunda, además de los terribles efectos de la dictadura cívico-militar entre los años de 1973 y 1985, y en que el humor negro hizo gala al afirmar: “el último que apague la luz”, en referencia explícita al éxodo provocado en gran parte de su población, ante la cruda realidad vivida, “temiendo incluso que el país quedara despoblado”. El humor en la política ha sido tema de estudio importante, aquí les dejo un ejemplo de ello el cual enfoca el tema desde la perspectiva transcultural.[2] Si les interesa, lean también César Ulloa Tapia: Humor político y medios en Redalyc.Humor político y medios.
De esa manera, la risa puede constituirse en el desahogo ante el desconcierto de las realidades vividas, que en ella pueden encontrar su vía de escape. Si no fuera por la risa, la ironía, o incluso la sátira y el sarcasmo, qué sería de la vida humana frente a los desmanes de hombres y mujeres que se han creído históricamente ser los dueños absolutos del mundo. No de otra manera se puede entender la idea freudiana de que la risa nos ayuda a enfrentar la realidad dura que se vive como una fuerza interna liberadora.
El personaje de Mafalda como la de sus amigos, creados por la genialidad de Quino, en realidad, Joaquín Salvador Lavado Tejón, hizo del humor una estrategia de profunda crítica a la realidad de su país y del mundo en general. Así, frases como:
¡Paren el mundo, que me quiero bajar!
El problema de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta.
¿No sería hermoso el mundo si las bibliotecas fuesen más importantes que los bancos?
No ando despeinada, sino que mis cabellos tienen libertad de expresión.
Comienza tu día con una sonrisa y verás lo divertido que es ir por ahí desentonando con todo el mundo.
¡Sonríe! ¡Es gratis y alivia el dolor de cabeza!…
Se constituyeron en oportunidades que no solo nos hicieron sonreír, por supuesto, sino que, además, nos pusieron a pensar muy seriamente sobre la vida y sus circunstancias. Como Quino, muchos otros nos han deleitado y puesto a pensar sobre estas mismas realidades.
La risa y su expresión tímida y discreta, la sonrisa, juega una función extraordinaria en los procesos de socialización de la vida humana. Por si no lo sabías, existe una ciencia de la risa que estudia los efectos de esta tanto en la salud física como mental conocida como gelotología (del griego gelos, risa). A William F. Fry psiquiatra de la Universidad de Stanford, se le atribuye su paternidad, quien desde mediados de los años sesenta inició sus investigaciones acerca de las consecuencias de la risa en los procesos corporales. Caben destacar los estudios de Paul Ekman, psicólogo norteamericano, respecto a las expresiones no verbales de las emociones, proponiendo incluso una lista de emociones básicas, entre las que se destacan la diversión, el desprecio, la satisfacción, vergüenza, etc.
La vida diaria, sobre todo en el mundo político, nos trae y deja tantas cosas como situaciones que solo sirven para morirse de la risa. Las promesas y contrapromesas, los discursos y la generalidad de las proclamas políticas, si las pensamos en serio, serían un buen guion para un cuadro de comedias. En mis más de cuarenta años en el sector público escuchar aquella frase como copia al carbón en diferentes escenario, épocas y personajes: “por primera vez…”, me llevó muchas veces a decir por mis adentros o con cierto cuidado… “no es la primera, sino la segunda, tercera o cuarta vez que eso mismo se ha dicho o hecho”. De la misma manera que todos los pronósticos que se nos ofrecen por la radio y televisión por aquellos que tienen el poder de la comunicación día a día, con cara muchas veces, de no muy buenos amigos. Tomarlo con cierto humor, tal vez nos haría la vida más amable. Baje el volumen del televisor y ponga usted las palabras, le aseguro que será divertido.
Lo bueno de reírnos de ciertas situaciones es que nos da la oportunidad de cuestionar los juicios morales sobre aquello que está permitido o no permitido reírse. En el prólogo de su obra anteriormente citada, Peter Berger señala que “una de las funciones sociales importantes del humor parece haber sido siempre escandalizar los sentimientos morales convencionales.”[3]
En su libro El arte de la risa, Emilio Temprano dice que temida por los poderes del mundo, la risa convoca la unánime enemistad de singulares enemigos. Iglesias, gobiernos, sectas y organizaciones desconfían de esa tentación latente que a todos ellos deja a la intemperie. Ingobernable, huidiza ante las doctrinas, reacia a todo tipo de sermones y promesa de un estado espiritual difícil de discernir, la risa es la inesperada vía de una libertad íntima y la inexpugnable fortaleza del individuo.[4]
Muy a pesar de lo incidental y pasajero que puede ser la risa, definitivamente, nos puede ayudar a comprender rasgos esenciales de la condición humana, pues, como dice Temprano es la vía inesperada de la íntima libertad, y añadiría, una excelente válvula de escape.
Atrevámonos a reír más, les digo, incluso de nosotros mismos.
[1] Klappenbach, A. (2012). Filosofía de la risa. Universidad de Mayores de Experiencia Recíproca. Madrid.
[2] Benavides-Delgado, J. (Ed.). (2018). Humor y política: una perspectiva transcultural. Bogotá: Ediciones Universidad Cooperativa de Colombia. doi: http://dx.doi.org/ 10.16925/9789587600841
[3] Berger, P. (1998). Risa Redentora. La dimensión cómica de la experiencia humana. Editorial Kaidós. España.
[4] Temprano, E. (1999). El arte de la risa. Ed. Seix Barral.