La capacidad de imaginar es una de las principales potencias de la especie humana y es muy conveniente reconocer su importancia. Solemos mencionarla de forma peyorativa: “eso es sólo tu imaginación”, aludiendo a que lo imaginado sería algo sin importancia o falso.

Todos los grandes logros humanos primero fueron imaginados antes de verlos hechos realidad, lo que nos estamos imaginando hoy posiblemente sea lo que viviremos en el futuro. La gente soñadora, visionaria, idealista y que intenta ver más allá de lo que ya existe, usualmente son quienes hacen avanzar a la humanidad, porque para aportar algo nuevo es preciso imaginarlo. Muchos, ante el reto de analizar una nueva idea, se sienten más cómodos burlándose.

No pensamos evaluar aquí la concepción platónica de las ideas como realidad ontológica extrahumana.

Para que existiera la lámpara incandescente fue necesario que algunos autores, como Thomas Alva Edison, la imaginaran y luego se dedicaran a hacerla realidad. Como vemos, aunque ha sido utilizada por miles de millones de personas, sólo unos pocos la imaginaron y ha sido considerada el invento más importante del siglo XIX.

Edison había sido expulsado de la escuela por su bajo rendimiento académico. En ocasiones, niños con mucha creatividad e imaginación, presentan dificultades de concentración y en la escuela los califican como deficientes.

Todo edificio existió primero en el mundo de las ideas, luego en el de los gráficos y finalmente en la realidad. Alguien lo imagina, otros pueden verlo en los gráficos y el resto solamente lo ve después que está construido. Ciertamente ver para creer tiene poco mérito, pero muchos sólo pueden ver con sus ojos.

El que empieza una relación amorosa imagina momentos futuros muy gratos, quien estudia una carrera se imagina acumulando éxitos en su futura vida profesional, quien emprende un negocio imagina como triunfará. Si no logras visualizarte cosechando resultados positivos en una meta que escojas, difícilmente tendrás la motivación necesaria para lograrla. Frente a los problemas, la mayoría sólo se queja, pero afortunadamente aparecen personas capaces de imaginar posibles soluciones.

El imaginar es parte de la inteligencia, pero la inteligencia es un mero instrumento, es de suma importancia el decidir utilizarla o cultivarla, porque como todos los instrumentos si prefieres no utilizarla sirve de poco. Algunas rutinas de vida tienden a embrutecernos y es conveniente analizar qué estamos haciendo, recordando que hay momentos para cada actividad.

Las imágenes pasivas (que se presentan involuntariamente en nuestra mente) merecen ser analizadas, algunas de ellas poseen simbologías trascendentes, la metacognición permite comprender nuestros procesos mentales, pudiendo compaginarlos adecuadamente con nuestras vivencias. Es invaluable el poder conocerse cada vez mejor a sí mismo, desafortunadamente la gran cantidad de “ruido externo” nos aturde y el silencio nos escandaliza.

Es posible y conveniente que desarrollemos nuestra creatividad mediante imágenes activas (diseñadas voluntariamente), serenando primero nuestro cuerpo y luego nuestra mente, para que, desde otra frecuencia mental, podamos relacionarnos con la realidad desde una perspectiva más amplia, lo que conocemos como meditación. Así como le das cuidados a tu cuerpo, a tu hogar, vehículo, etc., también tu mente requiere atenciones. Puedes escoger cómo ocuparte de tus facultades mentales, pero la pasividad es lo menos conveniente.

En la medida en que logres el concentrarte, expandir tu conciencia y el relajarte, incluso en condiciones desfavorables, podrá manifestarse tu máximo potencial. Algunos piensan que Dios debe regalarles la vida que anhelan, pero como adultos debemos aprender que ya nos regaló las capacidades necesarias (o “talentos”) para que podamos realizarnos. Dios no promueve la holgazanería, por algo decía el apóstol Pablo: “quien no trabaje que no coma” (2 TS 3, 10). En nosotros se encuentra la imagen de nuestra meta, aunque si no logramos verla, emprenderemos muchos caminos innecesarios; aunque es mejor errar que nunca actuar.

Las imágenes mentales son especialmente útiles para comunicarnos con nuestro inconsciente y cuando nuestra mente actúa de forma unificada definitivamente es mucho más eficaz. Ver con los ojos te facilita andar por las calles, pero ver con la mente te posibilita andar por el mundo.

Debemos ser arquitectos de nuestro destino, imaginar nuestro futuro con la mayor y mejor precisión posible. Incluir hasta detalles mínimos en nuestra imagen mental y lo que diseñemos debe entusiasmarnos. Puede servirte de guía el libro “El Secreto” de Rhonda Byrne.

Es también interesante el escuchar la canción “Imagine” de John Lennon y analizar su letra.

Si eres creyente, entrégale tu sueño a Dios (como sea que lo conozcas), luego suéltalo y confía, posteriormente podrás repetir el proceso. Recuerda que la persistencia de la gota de agua logra transformar la roca. En realidad, no “ablandamos” a Dios, nuestras oraciones nos concientizan a nosotros mismos para poder recibir lo que pedimos. Nada puedes decir a Dios que Él ya no sepa, pero necesitamos entender bien lo que estemos pidiendo.

Tu potencial se incrementará en la medida en que descubras el valor simbólico de tus imágenes mentales.