La volatilidad del voto, contrario a lo que han pretendido hacer creer los partidos de la Liberación Dominicana (PLD) y Fuerza del Pueblo, es normal en los procesos electorales de las democracias consolidadas.
Refiriéndose a la volatilidad del voto, en su libro ‘Comportamiento político y electoral’, Eva Anduiza y Augustí Bosch, sostienen que “como los alineamientos entre los electores y los partidos se han debilitado, aquel voto normal (que se repetía una y otra vez) deja de tener tanto vigor”.
Asimismo, los mencionados autores señalan que “los electores no votan de forma tan estable y, por tanto, es mucho más probable que cambien su voto cuando cambien las circunstancias coyunturales. En definitiva, el desalineamiento provoca que los electores empiecen a cambiar su voto”.
En Europa, conforme a diversos estudios, la volatilidad se propagó a partir de los años setenta, como consecuencia de que cada vez más votantes cambiaron su voto entre elección y elección, siendo así infieles al partido que habían votado anteriormente.
Como es bien sabido, en Europa siempre ha tenido mucha incidencia en el voto la ideología izquierda-derecha, mientras que en nuestro país incide más la identificación con un partido.
Sin embargo, podemos decir que la volatilidad del voto empezó a manifestarse, principalmente, después de materializarse el relevo del viejo liderazgo, encarnado en Joaquín Balaguer, Juan Bosch y Peña Gómez.
De igual manera, la volatilidad del voto se manifestó en las divisiones de los partidos Revolucionario Dominicano (PRD) y de la Liberación Dominicana (PLD), producto de las cuales fueron creados, respectivamente, los partidos Revolucionario Moderno (PRM) y Fuerza del Pueblo (FP).
Además del cambio de militancia de muchos miembros de los viejos partidos hacia los nuevos, en las elecciones tiene gran incidencia la unidad y la disciplina partidaria, que son valores que muchos votantes toman en cuenta al momento de preferir un partido, como se puede apreciar en los resultados electorales inmediatos.
Una muestra del impacto negativo de la división de un partido en el voto son los resultados de las elecciones presidenciales del 2012, en las que el PRD, con el expresidente Hipólito Mejía de candidato, obtuvo 2,130,189 votos, equivalentes al 46.95%, a pesar de que su presidente, Miguel Vargas, apoyó al candidato del PLD, Danilo Medina, quien, además, fue respaldado con la mayor cantidad de recursos públicos usados en unas elecciones.
A causa de la traición de Miguel Vargas se produjo la división del PRD, que dio origen al PRM, el cual participó en las elecciones del 2016, con los siguientes resultados: 1) Danilo Medina (PLD), 2,847,438 votos, equivalente al 61.74% versus Luis Abinader (PRM), 1,613,222, equivalente a un 34.98%.
Todo cambio en las elecciones del 2020, que fueron ganadas por un PRM consolidado y monolíticamente unido, frente a un PLD dividido, luego de que su antiguo presidente, Leonel Fernández, formara su partido Fuerza del Pueblo. Los resultados fueron los siguientes: 1) Luis Abinader (PRM), 2,154,876 votos, equivalente al 52.52 %, 2) Gonzalo Castillo (PLD), 1,537,041 votos, equivalente al 37.46 % y 3) Leonel Fernández (FP), 365,230, equivalente al 8.90%.
Las anteriores razones, sumadas a una exitosa gestión de gobierno, conducirán a Luis Abinader a ganar las elecciones del 19 de mayo del 2024 con más del 70% de los votos.