A pesar de los golpes recibidos, el Partido de la Liberación Dominicana es la estructura política más extendida y fuerte del país. Si se convierte en maquinaria electoral resultaría en un hueso duro de roer dado la distribución territorial de sus miembros y simpatizantes. Esa es su ventaja.
Antes de 1996, tanto el PRD como el PRSC, eran los partidos con las máquinas electorales mejor engrasadas del país. La de los perredeistas era un aparato impresionante, tan potente que duró cerca de treinta años sin bajar del 40% de los votos en cada elección.
Pero la organización reformista le llevaba una ventaja importante al viejo gran partido. ¿Cuál ventaja? Los coloraos mezclaban los colores políticos con una maestría solo comparable al siempre recordado Yoryi Morel.
¿Qué pasó con estos partidos en 1996?
El Pacto por la Democracia se firmó para salir de la crisis electoral de 1994. Los líderes reformistas, perredeístas y peledeistas acordaron implantar la doble vuelta electoral, la obtención del 50% más un voto de los resultados electorales para ganar en la primera ronda, recortar el período presidencial de cuatro a dos años y celebrar en 1996 nuevas elecciones presidenciales. Se prohibió, además, que el Dr. Joaquín Balaguer no fuera candidato en esas elecciones.
La primera vuelta
Para el 16 de mayo de 1996, los candidatos fueron el Lic. Jacinto Peinado por el PRSC, el Dr. Leonel Fernández Reyna por el PLD y el Dr. José Francisco Peña Gómez. Éste último ganó la primera ronda pero se quedó por debajo del 50% de los votos. Fernández Reyna quedó en el segundo lugar y Peinado fue descartado. Es decir, el partido reformista quedó fuera, pero con fuerza para incidir adentro.
El temple político del Dr. Joaquín Balaguer no estaba forjado para quedar fuera de competencia, peor si sobre la patria pesaba, como espada de Damocles, el peligro de ser arropada por el manto blanco de los votos perredeístas y por la sombra negra de José Francisco Peña Gómez —según las fuerzas conservadoras— instaladas en el gobierno. Entonces Balaguer decidió endosar sus votos al partido morado.
La segunda vuelta
El Frente Patriótico, nombre del acuerdo entre coloraos y morados, ganó la segunda ronda convirtiendo a Leonel Fernández en Presidente de la República. El PLD entonces conquistó el gobierno, no el Poder.
La primera experiencia de gobierno sirvió para que los peledeistas aprendieran los trucos para el aprovechamiento de las mieles del poder. Cuatro años después fueron desplazados del gobierno. No obstante, este período de regreso a la oposición les dio la oportunidad de ver pa’trás y pa’lante, abandonar los pocos retazos de valores ideológicos que les quedaban y abrazarse al conservadurismo, aunque disfrazándose de modernistas.
Regreso al Poder
En el 2004 el PLD retornó al gobierno con energías renovadas. Tan provechosas fueron las experiencias anteriores que en esta ocasión estarían sentados en la silla de alfileres durante 16 años consecutivos.
Esos tres períodos sucesivos les sirvieron a los morados para hacer crecer la membresía del partido, dejar de ser un partido de cuadros-organismos convirtiéndose en uno de masas y, de paso, transformar el Comité Central en una red de buscadores de votos distribuidos a todo lo largo y ancho del país. En las demarcaciones locales se apoyaron en los Comités de Base y Comités Intermedios.
Engrasando la máquina
La meta fue garantizar que la militancia morada construyera una nueva narrativa política basada en los métodos de conseguir votos, sustituyendo la narrativa de liberación revolucionaria que pregonaron desde sus inicios. Las nominillas sostuvieron ese trabajo.
Los métodos implementados para forjar la disciplina partidaria, se aplican ahora con mayor celo, debido a que la naturaleza de la intención del voto es aferrarse, sin importar los medios, al poder. Tanto empeño puesto en la consecución de esta meta electoral echó raíces profundas y gruesas. Podría resultar improbable desvanecer, de la noche a la mañana, una maquinaria tan gigante con solo sometimientos judiciales y un importante éxodo de desesperados dirigentes, pero no los suficientes.
De modo que los dos partidos que compiten y combaten al PLD tienen su lado blando. El PRM luce anclado en los resultados favorables de las elecciones de 2020, pero para el 2024 los escenarios son otros; la FUPU experimenta una simpatía en crecimiento que, si pudiera convertirla en votos, congelando su alta tasa de rechazo, podría alcanzar un buen porcentaje electoral. Pero solo eso, un buen porcentaje.