El indicador mayormente utilizado para evaluar el crecimiento económico de los países es el Producto Interno Bruto (PIB), índice que parecería que no es una figura suficiente para medir el bienestar de la población, ya que las riquezas que produce cada país no necesariamente se derraman de manera igualitaria para toda la población y entonces esto crea las grandes desigualdades que exhiben muchos de ellos a pesar de mostrar buenas cifras de esta vara de medición. Entonces, cuando solo se toma en cuenta el PIB, se dejan a un lado aspectos como la educación, la salud, la calidad de los servicios públicos, entre otros, y como hemos señalado en ocasiones anteriores parece ser que el Producto interno Bruto (PIB) pudiese ser una medida del desarrollo de los pueblos o el crecimiento de sus economías, pero no parece ser el más indicado para medir el impacto sobre el bienestar de sus ciudadanos.

El historiador, ensayista y filósofo alemán, Philipp Blom expresó en su obra “El gran teatro del mundo” que “Medir el éxito de una civilización a través del PIB es obviamente la medida más estúpida que se puede tomar”, y esto parece que cada día aplica más, tomando en cuenta la realidad que vive el mundo y las mediciones que realizan los organismos internacionales que fortalecen esta afirmación.

Nosotros particularmente somos de opinión de que cualquier medida que se utilice para evaluar el bienestar de la población, debe partir de abajo, en el origen, que debe ser el objetivo donde hay que cuantificar los logros y subir para encontrar los verdaderos factores que han determinado el comportamiento del bienestar de una población. Aunque se podría argumentar que muchos de los países desarrollados que han mantenido altos índices de crecimiento del PIB hoy exhiben muy altos IDH (índice de desarrollo humano), medida que se toma como referencia para valorar el bienestar de la población, pero este índice toma en cuenta, además, la esperanza de vida al nacer, los grados de escolaridad y también incorpora los ingresos per cápita de la población que se mide en base al PIB. Es decir que es una medida combinada que podría ser más representativa del bienestar de los ciudadanos ya que puede convertirse en un vigilante de los usos y destinos que se dan a los recursos económicos que genera un país.

Aunque los países de América Latina y el Caribe han estado por debajo en el crecimiento del PIB, en comparación con los países europeos y asiáticos, entendemos que esto no ha sido un factor determinante en la mejoría de la población, ya que las riquezas que se han generado no han sido invertidas de acuerdo con programas que procuren su verdadero bienestar, esto por razones múltiples y propias de los gobernantes que hemos tenido. Hay que señalar, sin embargo, que en el caso de la República Dominicana, el crecimiento del PIB ha estado muy por encima del de la región y sin embargo nuestra población tampoco se ha visto beneficiada de estos logros.

Hay que buscar la manera de integrar la población a las actividades económicas en lugar de que cada gobierno continúe aumentando los subsidios, lo cual promueve e incentiva el crecimiento de una población que hasta podría llamársele parásita y lo penoso de esto es que cada gobierno presenta estos subsidios como verdaderos logros y a la postre vienen a constituir barreras para que el ciudadano encuentre una mejor manera de vivir, lo cual contribuirá a un verdadero desarrollo.

Cada gobierno exhibe como un estandarte las “ayudas” económicas que le da a la población presentando cifras de los cientos de miles de pesos que cada año se incluyen en el presupuesto nacional. Esperamos llegar a tener gobiernos “No populistas” que puedan desarrollar planes a largo plazo que promuevan el crecimiento del ser humano y que estas dádivas que solo alargan el sufrimiento puedan poco a poco irse reduciendo, ya que no llegan a las raíces que sirven de base para poder contar con educación, salud, ingresos adecuados y buenos servicios.