Un servidor público es aquel que, a través de su compromiso y actuar, logra impactar positivamente en la sociedad y contribuir al desarrollo de su comunidad; es un verdadero líder que va más allá de cumplir con sus responsabilidades básicas; se destaca por su capacidad de tomar decisiones efectivas, gestionar recursos de manera eficiente y mantener altos estándares de ética y transparencia.

Sin embargo, ser un buen servidor público no es solo una cuestión de ocupar un puesto en la administración estatal; implica una serie de valores, actitudes y aptitudes que garantizan un desempeño digno y en favor del interés colectivo.

El poder y la autoridad que conlleva un cargo público pueden llevar a algunos a la soberbia y el abuso. Sin embargo, un verdadero servidor público debe ser humilde, entender que está al servicio de los ciudadanos. Escuchar a la gente, reconocer errores y estar abierto a mejorar, son signos de grandeza en la función pública.

En la República Dominicana como en cualquier otro país que aspire al desarrollo y la justicia social deben de ser cauteloso al nombrar estos servidores, porque son lo que están llamado a desempeñar un papel esencial en la construcción de un Estado eficiente, transparente, comprometido con el bienestar de la ciudadanía, creando políticas públicas efectivas, garantizando un servicio de calidad y promover el bienestar social.

La corrupción es uno de los principales males que afectan la administración pública en muchos países, incluyendo la República Dominicana. Por ello, la honestidad debe ser un principio inquebrantable en todo servidor público.

Para evitar este mal como lo es la corrupción, estos empleados o servidores publico deben de poseer las siguientes cualidades, honestidad a toda prueba, conocimiento técnico sobre la función que va a realizar, actitud de servicio, entrega inquebrantable, humildad genuina, una firme voluntad de trabajar por el bien común. Solo así podremos construir un país más justo, equitativo y próspero para todos.

Un Estado fuerte y funcional no se construye con discursos vacíos no basta con tener un presidente con buenas intenciones, con el deseo de hacer las cosas bien. Este es un trabajo que se realiza en equipo y para lograrlo nuestro país necesita servidores públicos con cualidades excepcionales y una firme voluntad de trabajar por el bien común.

Para que el Estado pueda contratar profesionales que reúnan todas estas cualidades el gobierno debe de implementar una serie de reformas estructurales que garanticen la selección, formación y retención de talento en el sector público.

Como por ejemplo implementar un sistema de meritocracia, donde se implementen concurso públicos y transparentes para el ingreso y ascenso en la administración pública, eliminar el clientelismo político en las contrataciones y basarse en la preparación, experiencia y competencias, mejorar la remuneración y condiciones laborales, ajustar los salarios para que sean competitivos con el sector privado, incentivando la permanencia de buenos profesionales y ofrecer estabilidad laboral basada en el desempeño, evitando los despidos masivos con cada cambio de gobierno o en el mismo gobierno cuando cambian el ministro o al funcionario de mayor jerarquía de la institución.

Esto puede parecer un sueño porque la realidad dominicana está muy lejos de ese estándar, pero eso no significa que sea imposible, los grandes cambios siempre empiezan con una idea que, al principio, parece utópica. Si bien es cierto que el clientelismo, la corrupción y la falta de profesionalización en el servicio público han sido problemas arraigados en el país, también es cierto que en estos últimos años han existido avances y que hay personas comprometidas con hacer las cosas bien. El reto es convertir esa minoría en la norma, y eso solo se logra con presión social, educación cibica y un presidente con voluntad política y comprometido con mejorar su país y dejar un legado que podría ser recordado con orgullo por la mayoría de sus habitantes.

Finanzas para no financieros.