En 1986 el psicólogo cognitivo, educador e investigador de la mente Jerome Bruner publicó un libro titulado Actual Minds, Posible Words (traducido como Realidad Mental y Mundos Posibles).  Para ese mismo año Paul Ricoeur ya había publicado su monumental obra Tiempo y Narración. Como este no es el espacio para dilucidar lo que le adeuda el primer autor al segundo, comentaré brevemente lo que se entiende por pensamiento narrativo; a propósito de que hay partidas del presupuesto de educación que no saben en qué usarlo y que, me parece, hubo un espacio de fomento de publicación del libro y de la lectura.

Bruner señala en el texto en cuestión que hay dos modalidades para construir la realidad. La modalidad paradigmática o racional y la modalidad narrativa. Sobre la primera se sabe ya que ella es la que mejora la vida en términos de producción de conocimientos y artefactos. Digamos que permite la producción de riquezas a través de la aplicación tecnológica del conocimiento racional producido. Esta modalidad mira el mundo desde la razón, con su lógica de verificabilidad a partir de las pruebas empíricas; trata de explicar en un lenguaje ostensivo el mundo. En muchos casos, esta modalidad de pensamiento no construye sus propios objetos de estudio, sino que los encuentra de alguna manera ya existentes. Pensemos en el conocimiento científico y las distintas disciplinas que lo producen.

En cambio, en la modalidad narrativa del pensamiento nos jugamos con el sentido de las experiencias. Utiliza los diversos lenguajes para producir conocimiento que no suele ser una mera descripción de los objetos del mundo, sino una transformación mimética de lo que aparece y se entiende como realidad. Con este tipo de pensamiento construimos realidades mentales y tiene como criterio de demarcación no la verificabilidad de la experiencia o la observación, sino la verosimilitud de las realidades mentales construidas. De ahí que se encadene esta modalidad de pensamiento con el uso productor de la imaginación y no con el mero uso reproductor de esta facultad humana. El producto de la modalidad narrativa son los mundos posibles, es decir, como bien decía Aristóteles en su Poética el ámbito de lo que puede suceder; construye, en resumidas cuentas, realidades mentales ficcionalizadas. Pensemos, en este último caso, en el conocimiento que nos deja la poesía, la música, el arte, la danza, el cine y la literatura.

En todas las manifestaciones artísticas mencionadas anteriormente se relatan historias y al hacerlo desarrollados lo que Ricoeur llama competencia narrativa, esto es, la capacidad de seguir una historia y comprenderla como un mundo semánticamente construido. Incluso, la competencia narrativa no solo permite leer bien una historia, seguirla sin importar el orden de su manifestación en el relato, sino también de construirla en una trama coherente y preñada de peripecias en donde se desarrollan unos personales, agentes de acciones e intenciones que encarnan una cosmovisión del mundo y de la vida.

Lo anterior es suficiente para que ya tengamos nociones de la importancia capital de también enseñar a contar y leer historias, relatos, narraciones bien sea a través del género lírico, de la música, de las artes en general o bien,  concretamente, a través del género narrativo en su manifestación de narrativa breve (cuentos, relatos) o narrativa larga (novelas). Ciertamente que la escuela ha priorizado, por la enorme importancia social y económica, al pensamiento racional; pero también ha desarrollado el pensamiento narrativo; solo que en menor grado.

¿Por qué conviene desarrollar en el estudiantado el pensamiento narrativo? Primero, como bien señala Paul Ricoeur, la identidad personal o colectiva solo puede entenderse y configurarse narrativamente. Por igual, la noción de tiempo y de temporalidad son asimilables si se hacen a través de historias contadas. El complejo mundo de las pasiones puede ser dilucidado a través de historias en el que aprenderemos, así como lo hicieron los griegos, a doblegar lo instintivo y perfeccionarnos a través de la acción virtuosa. Es que la literatura es un laboratorio para la acción humana sensata.

Por último, me sorprende que un Ministerio con tantas falencias como el de Educación no encuentre dónde invertir unos millones de pesos. Desarrollemos el pensamiento narrativo a través de Lengua y Literatura con buenos libros en manos.