Desde toda esa felicidad y esa angustia dejada atrás me hago parte hoy de lo que soy.
¿Qué soy hoy? Es bueno que nos hagamos esa pregunta, ya que nos podría “liberar” de traumas, pero, también nos podría dar felicidad. En el pasado está todo, es como un ADN espiritual que cual estela brumosa se mantiene atada o persiguiendo a uno.
¡qué bueno que existe la vejes! Gracias a ese mecanismo, aquellos que se la pasaron gimiendo por lo pasado entraran en una memoria “desorbitada” … No es que sea pesimista, pero eso de “la buena vida” en verdad le toca a muy pocos. Sin embargo, la buena noticia es que es reversible el daño y todas esas chochadas que nos pasan.
Tener el coraje de salirse de donde uno no quiera estar es menos doloroso que continuar en esa agonía. El trabajo, la mujer, el hombre, los amigos, el barrio, el país, ¡todo! Se puede cambiar, es solo hacerlo sin darle tanta mente… Suena fácil decirlo, pero yo sé que no lo es el hacerlo. Sin embargo, yo lo he hecho en diversas ocasiones y de esas experiencias puedo decirles que; nadie se muere, no somos imprescindibles, el mundo continúa indiferente ante tus cambios, entre otras cosas.
Si te fuiste del trabajo, te reemplazaran. Si dejaste la mujer o el hombre, eventualmente encontraran, ellos y tú, un o varios sustitutos… igual si te mudaste de barrio, pueblo o país. Siempre encontrarás gente nueva, con los mismos o peores traumas y dilemas.
El pasado no camina hacia atrás, sino al revés, camina siempre adelante. Lo que van cambiando son las posiciones y es por esto que, las primeras experiencias serán siempre las últimas y las últimas… ¡Las primeras! Lo interesante de esto es que hay una interacción entre una y otra, ya que a medida que va surgiendo el pasado nos va moldeando el carácter y dotando de “características” que nos harán enfrentar de x o z manera lo nuevo.
 Si vienes de amarguras pensarás que todo lo que llega es amargo. Es por eso que hay que tener cuidado con el pasado y no aferrarse a él. Porque también te dice que, si vienes del amor, lo que venga…” también lo será” y ¡no! ¡No es así! El pasado es una experiencia que nos “instruye”, nos educa y nos enseña, ¡ofrecome, pero to eso e lo mismo! A prepararnos para las que vienen, sean buenas o malas.
El pasado nos hace fuerte y sabios, bueno, hay muchos que se quedaran brutos toda la vida. Nos muestra cómo enfrentar al futuro y es que, no sé si, ya se dieron cuenta, pero lo que pasa aquí, pasa allá y pasa más allá y así infinita y repetidamente… ¡Lo mismo!
Uno se afana por mejorar económicamente “pensando” que con billetes lograremos evitar los desmanes y aciertos, pero ¡no! Es la misma vaina, los mismos chismes, dolores, y besos. Quizás con “cierto status” o ego distinto, pero saben igual. También se pierde “fiabilidad” en ese “modo”. Ya que “el interés” se enrarece y uno ya no sabe si lo quieren por “buen mozo”, aun sabiendo que es feo, o si los chistes que uno hace logran las sonrisas cínicas o las espontáneas. De todas maneras, un billetico no está de más para “ayudar al futuro” …
Si vives en el pasado te diré que estás bien jodido, así haya sido ¡lo mejor de lo mejor! Y si fue, ¡lo peor de lo peor! Y aún lo retienes en tus pensamientos, debo decirte que no estás jodido, ¡estas de psiquiatra!
Si la vida es tan corta y, encima, está dividida en tres; pasado, presente y futuro. Y siempre nos queda una que nunca llega, ya que el pasado es ausencia constante y el presente siempre está en el medio de los dos sin saber pa donde coger. ¡Estamos jodidos de todas formas! Miré bien la ecuación; pasado ausencia, futuro no presente y el que queda no puede vivir sin la ausencia, aspirando a “otra” que nunca llega.
Estar presente requiere de perdonar lo malo del pasado y agradecer lo bueno de este. Solo así podría afirmar que el que está escribiendo esto no es Máximo sino Mínimo Caminero ¡ah! Po eso hay que celebrarlo! ¡Salud!