Los orígenes de las noticias falsas se pierden en el pasado remoto y probablemente existen desde la aparición de los periódicos. Sin embargo, no fue hasta los años 1800 cuando se registró por vez primera el término "fake news" en los periódicos norteamericanos, donde apareció la primera noticia categorizada como tal.
Se cuenta que en 1835 el periódico The Sun, de Nueva York, publicó una serie de artículos que afirmaban que había vida en la luna y que se había visto seres extraños en su superficie. Aunque se trataba de una historia completamente falsa, la primera de muchas que habrían de venir, fue muy popular y generó un gran revuelo en la sociedad de la época.
Desde entonces hasta nuestros días las noticias falsas se han multiplicado al mismo ritmo que los medios de comunicación masiva han ido aumentado sus capacidades de inmediatez y de alcance, de forma tal que han proliferado a un ritmo constante, pero también han contado con puntos de inflexión.
Un punto de inflexión en la historia de las noticias falsas ocurrió en 2016, con la incursión formal de Donald Trump en la política y la discusión europea sobre el Brexit. De hecho, fue uno de los asesores de Trump, concretamente la asesora Kellyanne Conway, quien acuñó en una entrevista de televisión, en 2017, el eufemismo de "hechos alternativos" (alternative facts), para referirse a la afirmación, comprobadamente falsa, de que la juramentación del presidente número 45 de Estados Unidos fue la más concurrida de la historia.
Aunque se amplifica de manera más notable en la política, las práctica de las noticias falsas también está causando estragos brutales en el mundo de los negocios. En este territorio, las noticias falsas suelen ser menos burdas, pero pueden provocar peor efecto, porque causan daños reputacionales que no pocas veces tienen un costo de millones de dólares para sus víctimas.
El mal periodismo también es noticia falsa
En sentido estricto, una noticia falsa es una noticia falseada deliberadamente con la intención expresa de engañar. Sin embargo, en un sentido más amplio, las noticias falsas también se refieren a la mala cobertura periodística de los hechos y al pobre trabajo de edición en las salas de redacción de los medios.
Una noticia muy probablemente será falsa si solo cubre un solo lado de una historia. En esa situación quizás no estemos frente a una mentira burda, pero sí frente a “una verdad a medias” y, por ello, con mayores posibilidades de engañar a la audiencia.
Cada vez que un editor publica una denuncia sobre hechos no confirmados, no verificados, no contrastados o con fuentes no calificadas, se expone a una real probabilidad de que el resultado sea también una noticia falsa.
Hasta 2023, las noticias falsas se construían fundamentalmente con palabras, aunque en la historia haya habido casos notables de foto adulteración, como esa famosa y chapucera adulteración en la que Stalin eliminó a Trotsky de una foto con Lenin y se puso él mismo al lado del ideólogo de la Revolución Rusa.
Una imagen engaña más que mil palabras
Desde la entrega de herramientas de Inteligencia Artificial generativa en manos de cualquiera, como es el caso de ChatGPT, para crear textos, y de MidJourney, para crear imágenes, estamos asistiendo al otro gran salto cuantitativo y cualitativo de las noticias falsas, de una forma exponencial y nunca vista.
En semanas recientes, por ejemplo, han estado circulando fotos del papa Francisco vestido de Prada, con un elegante y acojinado abrigo blanco, y del Sumo Pontífice sobre una moto de aventuras. Putin y Trump, en fotos distintas, siendo sometidos a la obediencia por agentes del orden, son imágenes con tal verosimilitud y en contextos noticiosos tales que se prestan para superar los filtros de cualquier editor profesional, y mucho más de un ciudadano promedio, tan proclive a creer todo lo que ve.
Pero si estas noticias falsas se están viralizando en países sin regulación para su difusión a través de los medios sociales, lo verdaderamente sorprendente es que también ocurra en Alemania, donde hay fuertes penalizaciones y multas para los medios y las plataformas que se presten para difundir noticias falsas y discursos de odio.
Allí también, en la nación germana, en días recientes estuvo circulando una entrevista falsa al corredor de autos Michael Schumacher, con respuestas generadas con Inteligencia Artificial, pese a que el piloto alemán no da entrevistas desde diciembre de 2013, cuando se accidentó de gravedad mientras practicaba esquí y sufrió un traumatismo cerebral del que no se ha podido recuperar hasta el día de hoy
El hecho cierto es que, con regulación o sin ella, las noticias falsas son indetenibles, y es claro que irán en ascenso muy rápidamente, a gran escala y con un nivel de sofisticación que será imposible diferenciar una imagen real de una artificial. Este tipo de engaño resulta favorecido por la arraigada creencia de que una imagen vale más que mil palabras. Salvo que ahora también ocurre que una imagen engaña más que mil palabras.
¿Qué hacer?
"¿Qué hacer?", como se preguntaba Lenin en su famoso libro de 1902 en el que respondía a los obreros con una guía sobre cómo debían protagonizar la revolución que habría de venir 15 años después. En el caso de la IA, la respuesta es tan compleja que ni los propios padres de la Inteligencia Artificial ni las mentes mejor dotadas de la ciencia, la tecnología y la innovación saben cómo controlar el lado oscuro de este invento. Ni en los negocios ni en los gobiernos hay respuestas. La humanidad se encuentra en jaque frente a su creación, y no sabe cómo encontrar un equilibrio entre las infinitas bondades de la criatura y el infinito potencial de daño del engendro.
Optimista, creo que cuando se tenga respuesta, será un conjunto de medidas que pasará por la regulación y la supervisión de los poderes públicos, pero no creo que esto pueda ser suficiente sin que la educación de los ciudadanos tenga un rol protagónico.
Cuando hablo de educación, me refiero específicamente a la alfabetización mediática como una asignatura imprescindible y transversal en la educación básica, intermedia y superior, al igual que las matemáticas y la lengua materna.
Solo el ciudadano entrenado en el pensamiento crítico y en el sano escepticismo puede navegar con mayor o menor habilidad en el océano de noticias falsas en el que nos movemos y el que sin duda alguna se agitará aún más en el futuro.