En todos los países donde impera un régimen democrático y republicano, como lo es la República Dominicana, es importante que para el desarrollo de dicho sistema, para su fortalecimiento institucional, para el equilibrio político y para la propia gobernanza, exista una sólida oposición política, capaz de canalizar y enfrentar todos los descontentos, deficiencias, errores, desaciertos, actos de corrupción e improvisaciones de las actuales autoridades, a través de denuncias objetivas, críticas constructivas, así como propuestas a las posibles soluciones a las necesidades y a los graves males que afectan a la ciudadanía.
En la pasada contienda electoral siempre fui del criterio de que el gobernante Partido Revolucionario Moderno (PRM) no estaba fuerte, la oposición fue la que se manifestó muy débil, no fue capaz de aglutinar las fuerzas necesarias para derrotarlo, de denunciar los males existentes ni de convencer a la población para que la apoyara; mientras esta se mantuvo al margen de los acontecimientos políticos, económicos y sociales, brillando siempre por su ausencia, dicho partido se mantuvo siempre jugando solo en la arena política.
En los actuales momentos nuestro país atraviesa por una gran crisis económica y social, por una gran deficiencia de los servicios en las principales instituciones y ministerios públicos, como son: el alto costo de la canasta familiar, una pésima gestión en educación, salud (falta de atenciones y medicamentos en nuestros hospitales), agua potable, aumento de la tarifa de la energía eléctrica, seguridad social y ciudadana, medio ambiente, problemas migratorios, entre otros. Ahora el Presidente de la República Luis Abinader Corona acaba de someter al Congreso Nacional una serie de reformas: fiscal, laboral y a la Constitución de la República, las que sin duda alguna, provocarán graves consecuencias económicas, políticas y sociales al país.
De ahí que, nunca como ahora se hace tan necesario y tan crucial para el país la existencia de una sólida oposición política, que aglutine y logre encausar las inquietudes, disgustos y antagonismos que de seguro se van a presentar con dichas reformas
El propio gobierno y el PRM no deben continuar buscando culpables y excusas sin fundamentos en administraciones pasadas (PLD), como vienen haciéndolo, pues ya tienen cuatro años en el poder. Deben aportar las soluciones oportunas a los constantes problemas que está demandando la sociedad.
Dicha oposición debe aprovechar las diferencias, apatías, desilusiones, decepciones y desengaños que ya comienza a manifestarse en el partido de gobierno, debido a las falsas expectativas creadas; a las promesas incumplidas y a la falta de oportunidades para poder atender las tantas demandas de empleos y nombramientos de su militancia y de los partidos aliados. En la medida en que, fruto de la gran mayoría congresual que posee el partido de gobierno, se aprueben y entren en vigencia dichas reformas, cada vez aumentarán los disgustos en su militancia y en los partidos aliados, pues esta también será afectada por los efectos de las mismas. A esto se le suma las diferencias que internamente ya están aflorando entre algunos de sus altos dirigentes, fruto de las cancelaciones, renuncias de funcionarios electos y por las sustituciones del partido oficial por los de los partidos aliados.
En su momento, tanto el PRD como el PLD tuvieron una gran mayoría congresual, municipal y ministerial, sin embargo, ambos partidos políticos fueron desplazados del poder, fruto de las crisis políticas y económicas que ambos tuvieron, que se les presentaron. De ahí que la oposición debe estar preparada para poder enfrentar los acontecimientos que de seguro habrán de producirse y que debe capitalizar para su beneficio.