En estos momentos en que nuestro país atraviesa por una gran inflación económica, por una gran deuda social en todos los servicios públicos, en que el propio gobierno ha tenido que reconocer que sus ingresos fiscales se han caído, fruto de la gran evasión fiscal y por las tantas exenciones; en que precisamente el Presidente de la República, Luis Abinader tuvo que retirar del Congreso Nacional el proyecto de “modernización fiscal”, por no contar con el consenso de los sectores económicos, políticos y sociales del país, el gobierno debe poner el ejemplo, estableciendo urgentemente un Plan de Austeridad, efectivo y real, en todas las instituciones públicas, pues no podemos continuar con un derroche y tirando por la borda, por un tubo y siete llaves, los recursos públicos, cuando existen en todo el país tantas necesidades básicas que satisfacer. Pero este Plan de Austeridad debe ir acompañado de la aplicación de un régimen de consecuencia para aquellos funcionarios que no cumplan con el mismo.

Es absurdo, abusivo e irracional lo que está ocurriendo con los contratos escandalosos de alquileres de edificios para alojar a instituciones públicas, sin cumplir con la Ley de Compras y Contrataciones Públicas, con cuyos montos saldría más económico construir los mismos, los cuales pasarían a formar parte de los bienes del Estado dominicano. Todo parece indicar que dicha operación es con el objetivo de beneficiar a terceras personas relacionadas. Entre estos contratos de alquileres se encuentran el del edificio para la ubicación de la Oficina Gubernamental de Tecnologías de la Información y Comunicación (OGTIC), para las oficinas de la Dirección General de Pasaportes, entre otros, por sumas de miles de millones de pesos

Se debe eliminar el gran derroche en una publicidad estéril, que no aporta nada, solo para promover a funcionarios del gobierno, incluso, algunas que corresponden a funcionarios que ya no ocupan esas posiciones; el gasto corriente, la compra de vehículos de lujos y de alta gama que hacen todos los que llegan a funciones pública.

Debemos recordar al señor Miguel Cocco, quien siendo director de la Dirección General de Aduanas adquirió el edificio donde hoy está alojada esa dependencia recaudadora de impuestos, por unos mil millones de pesos, en plena Avenida Abraham Lincoln. Cuando se le quiso cuestionar sobre dicha adquisición, respondió que lo hizo con recursos propios, obtenidos persiguiendo el contrabando de mercancías y la evasión de impuestos aduanales, y ahí tiene el Estado ese gran patrimonio, con lo que queda demostrado que lo que hace falta es voluntad política.

En esta temporada de navidad se deben prohibir las francachelas, el desbordamiento, las exageradas y costosas canastas navideñas, los regalos, las fiestas a 10 orquestas, como las que hace el Banco de Reservas a todos sus empleados y otras instituciones públicas, a cuyos invitados se les prohíbe utilizar sus celulares para evitar que publiquen el derroche y los excesos que allí se presenta, como si tratara de un país que le sobran los recursos y que no tiene ningún tipo de necesidades que cumplir ni deudas contraídas, cumpliendo fielmente con aquel refrán que reza “lo que nada nos cuesta hagámoslo fiesta”.

Presidente Abinader, esto fue lo que a usted le hizo falta, pues al mismo tiempo que sometía su proyecto de reforma infernal al Congreso Nacional, en vez de aplicar un plan de austeridad, mantuvo el desenfrenado endeudamiento externo y el derroche de los recursos públicos, al tiempo que se le pedía más sacrificios a los sectores de la clase media y a los de bajos ingresos; recuerde, “que si se sigue apretando la tuerca, se puede correr la roca”.