En los años finales de la tiranía trujillista, un joven y valeroso sacerdote cibaeño arriesgó su vida en acción conspirativa, sumando voluntades con su dinamismo e incidencia, especialmente en la juventud católica estudiantil y universitaria, para abrir surcos de libertad y de esperanza en medio de la larga noche de oprobio por la que atravesaba el pueblo dominicano.

El Padre Daniel Cruz en sus años postreros.

El nombre del padre Daniel Antonio Cruz Inoa no merece permanecer en la densa penumbra de la ingratitud y del olvido. Debe figurar en sitial de respeto y admiración por su fe y compromiso; por su testimonio admirable de entereza y gallardía y su entrega denodada en favor de la dignidad humana y los mejores intereses del pueblo dominicano en una de sus etapas más difíciles .

1.- Breves datos biográficos y formación sacerdotal.

El Padre Daniel Antonio Cruz Inoa nació en José Contreras, Villa Trina, Moca, el 3 de enero de 1929. Estudió en el Colegio Padre Fantino, en Santo Cerro, La Vega. Sus estudios sacerdotales los realizó en el Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino, en Santo Domingo, dirigido entonces los padres jesuitas.

Fueron sus progenitores Don Emilio Cruz Pérez y Doña Atanagilda  Inoa de Cruz, , personas de fe y de trabajo, dedicados con tesón a las faenas agrícolas. Procrearon 16 hijos, de los cuales tres se orientaron a la vida consagrada, un sacerdote (Daniel Antonio) y dos religiosas, Sor Celia y Sor Hipólita Sabina.

Penosamente, Doña Atanagilda falleció en agosto de 1954, por lo que  no pudo ver a su hijo ordenarse sacerdote.

La ordenación sacerdotal del Padre Daniel se efectuó el miércoles 29 de junio de 1955 en la Catedral Primada de Santo Domingo por imposición de manos de Monseñor Salvatore Siino, para entonces Nuncio Apostólico de Su Santidad el Papa Pío XII  y como concelebrante Monseñor Ricardo Pittini, entre otros dignatarios eclesiásticos.

Junto a él fueron ordenados  los seminaristas Gerónimo Tomás Abreu Herrera (1930-2012), de la Vega, que sería luego el primer obispo de la Diócesis Mao-Montecristi, Pedro M. Ramírez y Francisco Sicard, también de la Vega; Daniel Taveras Hernández y Eufrasio Bolívar Abreu, de la Diócesis de Santiago y Rafael Isidro Marcial Silva, de la Arquidiócesis de Santo Domingo.

Era la primeva vez que en el secular devenir de  la Iglesia dominicana se ordenaba tal  alto número de sacerdotes nativos.

El padre Daniel Cruz Inoa, entonces un joven sacerdote

En la misma ceremonia fueron ordenados Subdiáconos los seminaristas Felipe Vinicio Bello y Rafael Mauricio Vargas, de la Diócesis de la Vega y recibieron las órdenes menores los tonsurados Juan de la Cruz Batista, Sergio Díaz, Evangelista Disla, Hipólito Fernández, Wilfredo Mercedes, Juan Pablo Polanco y Sigfredo Santiago y los seminaristas puertorriqueños Pedro Ballester, Guillermo de Jesús, Marcos Pancorbo, Augusto Rivera, Luis Felipe Rivera y Juan Francisco Vélez. Recibió las mismas órdenes, el español José Vicente López, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Como era costumbre durante la tiranía, los nuevos sacerdotes ordenados recibirían un mensaje del generalísimo, en el que les significaba: “les felicito con motivo de recibir sus órdenes sacerdotales a la vez que formulo mis cordiales votos porque su ejercicio sea en bien de la Iglesia e intensificación del culto católico entre todos los dominicanos”.

Ya desde su etapa de seminarista, destacó Daniel Cruz por su especial dinamismo pastoral y marcada sensibilidad por las realidades políticas y sociales. Prueba de ello fue su interés manifiesto por incursionar en los medios de comunicación.

Siendo seminarista de término, grabó junto a un sacerdote jesuita el rezo del Ángelus, el cual llegaba a todos los hogares dominicanos a través de la Voz Dominicana a las 12: 00 a.m. Estaba dotado de una voz suave y sonora.

En aquel entonces realizó esfuerzos por introducir a través de la televisión “El Minuto de Dios”, iniciativa de la Corporación con el mismo nombre fundada en Colombia por Don Rafael García Herreros.

Precisamente, hacia 1955, año de su ordenación, estuvo en Colombia junto al Padre Marcial Silva a fines de conocer y luego implementar en el país proyectos sociales, especialmente de vivienda y alimentación, a favor de los pobres. Dichos esfuerzos no prosperaron entonces dado que Trujillo no vio dicha iniciativa con agrado.

Siento entonces un joven sacerdote, dirigía a través  de la Radio Cibao a las 7: 00 p.m  el rezo del Santo Rosario y luego una charla instructiva en tono muy coloquial, las cuales tuvieron gran impacto en las familias de la provincia de Santiago y toda la región del Cibao, en momentos en que la radio era el principal vehículo de comunicación masiva.

Una de las primeras tareas pastorales del Padre Daniel Cruz Inoa fue la de dirigir en la Diócesis de Santiago la obra diocesana de las vocaciones sacerdotales. A ella se entregó con celo y dedicación admirable. 

2.- El germen de su lucha antitrujillista. Su tortura e involuntario exilio

En la realización de su trabajo pastoral, especialmente promoviendo las vocaciones sacerdotales, el Padre Daniel Cruz se  trasladaba por todas las comunidades de Santiago y las provincias contiguas que entonces conformaban la Diócesis de Santiago.

Este frecuente contacto con el sentir de los feligreses y, muy especialmente con los jóvenes, sería el  germen de lo que con el paso del tiempo  vendría a convertirse en el Movimiento Acción Clero-Cultural, organización laical juvenil que fundara con el propósito de realizar labor clandestina de concientización contra la tiranía. Las charlas y encuentros juveniles católicos eran el medio preferido, a fines de evitar sospechas por parte del régimen.

El primero de estos encuentros se llevó a efecto en el verano de 1959 en San José de Conuco, Salcedo, con la presencia de los seminaristas Pedro Vinicio Disla Almánzar, Ramón Pons Bloise (Monchú),  Tobías Cruz González, Luis Ramón Peña González (Papilin), Hipólito Medina Mariano García (Marién), de Moca y  los estudiantes universitarios  Francisco González (Pachico), Rafael- Fafa- Taveras y Ezequiel González.

Eran momentos de efervescencia nacional; de encendida llama libertaria, tras el cruento sacrificio de los jóvenes expedicionarios que en junio de 1959 vinieron a inmolarse, abonando con su sangre la lucha contra la implacable tiranía.

Acción Clero-Cultural uniría sus esfuerzos al movimiento clandestino 14 de junio después de varias reuniones de acercamiento y coordinación propiciadas por el Padre Cruz con  Manuel Aurelio Grisanty (Cayeyo) y el Dr. Manuel Aurelio Tavárez Justo, entre otros.

Esto explica el hecho de que, tras  develarse el movimiento clandestino, a partir del 11 de enero de 1960, todos los jóvenes inicialmente reclutados por el Padre Cruz, ya integrados al 1J4, serían apresados, torturados y muchos de ellos vilmente asesinados.

La persecución contra la iglesia no se hizo esperar tras la publicación y lectura de la carta pastoral en todas las parroquias del país el último domingo de enero de 1960. Se hizo frecuente la expulsión de  sacerdotes extranjeros; la prohibición de ir a misa a todo empleado público; robos de carros; incendio de iglesias; sabotaje en actos de culto. Prensa, radio y televisión ensañados contra la iglesia.

El obispado de Santiago se vio precisado a devolver la planta física donde operaba y desde cuyas oficinas se atendía a gran parte del Cibao.  Se trataba de la mansión de Trujillo, un caserón de madera situado entre las calles Restauración e Independencia.

Campeaba el temor. Una gran dispersión de los sacerdotes.  Una parte de ellos se alojaría en la segunda planta de un local alquilado por el entonces Padre Juan Antonio Flores, destinado a albergar el Instituto de Cultura Católica, situado entonces en la calle del sol No. 95. Allí se habilitó el obispado y la residencia del obispo junto al cual vivían seis sacerdotes.

En aquellos días de oprobio, en que más hirientes eran los zarpazos de la agonizante tiranía, el padre Daniel Cruz no cejó un ápice en el ejercicio de la caridad pastoral. El confesionario era el lugar privilegiado para la escucha, el consejo y el aliento espiritual para tantas personas y familias angustiadas y perseguidas.

Giannella Perdomo, que tan cerca le trató junto a su madre, en los días angustiosos en que su padre y su hermano fueron desaparecidos y asesinados por los esbirros del régimen, ha escrito sobre el Padre Daniel Cruz:

Por las tardes, al finalizar mis tareas escolares, acompañaba a mi madre a la hoy Catedral Santiago Apóstol el Mayor. Allí escuchábamos la Misa, hacíamos la novena del mes y al finalizar, pasábamos a la Sacristía a visitar al Padre Daniel Cruz Inoa. Sus palabras eran un gran consuelo para ambas; él le pedía a mi mamá tener paciencia, que continuara rezando, que a mi papá podría verlo un día cualquiera. Aunque ella viajaba cada semana a la cárcel, ya transcurrían muchos meses sin que le permitieran verlo”.

No transigía con los desmanes inmisericordes de la tiranía. Se cuenta que unos días después de la expedición libertaria del 14 y 20 de junio de 1959, transitaba el padre Daniel en servicio pastoral por la ruta comprendida entre Luperón y el Mamey, en Puerto Plata, zona que había quedado completamente desolada tras el lanzamiento de las bombas incendiarias lanzadas contra los expedicionarios. Vio a unos pobres campesinos comiendo semillas de algodón guisadas en vez de habichuelas y se enfureció tanto, que clamó a voz en grito contra aquel acto de ignominia, sin temor a ser apresado o denunciado. El bueno del Padre Juan de la Cruz Batista, párroco de la zona, hubo de calmarlo con su habitual mansedumbre: “¡Cálmate, Daniel, son cosas que no dependen de mí!”

Una calurosa tarde de aquel pesado verano de 1960, hasta la sacristía de la Iglesia Catedral de Santiago- en cuyo segundo nivel vivía el Padre Daniel Cruz junto al Padre Gilberto Jiménez-se apersonaron los esbirros del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), la policía política de la dictadura, en un temible Volkswagen(cepillos), con órdenes de  apresarle.

Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, Obispo de Santiago, fue avisado inmediatamente y se cuenta que  tal fue el impacto anímico de la noticia, que hubo de pedir a su amo de llaves Francisco Rosario un vaso de agua y un tranquilizante a fines de poder afrontar en mejores condiciones aquella imprevista y preocupante situación. Ya en aquel momento partían con el Padre Daniel hacia la terrible cárcel de la 40.

Allí lo presentaron a los demás encarcelados. Por ejemplo, a Rafael- Fafa- Taveras, a quien le preguntaron que si lo conocía. Respondió con firmeza: “Es un sacerdote digno de respeto y admiración”.

Allí fue torturado inmisericordemente y entregado en estado de desnudez a Monseñor Polanco, para hacer más patente su humillación.  Polanco intercedió ante el tirano a fines de que le fuera conmutada al Padre Daniel la prisión y segura muerte, por el destierro de su patria, destierro disfrazado de viaje de estudio. Lo montaron en un avión hacia Múnich.

A este respecto, Rafael Valera Benítez, en “Complot develado”, escribiría lo siguiente: “el  principal dirigente de los seminaristas y estudiantes era un valiente sacerdote rural: el padre Daniel Cruz Inoa, que fue detenido y encarcelado en los subterráneos del Palacio de la Policía Nacional. Luego se lo entregarían desnudo a Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito para concretar un ultraje y una irreverencia”.

En su edición del 9 de julio de 1960 el periódico El Caribe daba cuenta de que el en la mañana del día anterior, Monseñor Polanco, entonces obispo de la Diócesis de Santiago de Los Caballeros y el Padre Daniel Cruz Inoa fueron recibidos por el Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo y su hermano Héctor Bienvenido (Negro), quien a la sazón se desempeñaba como Presidente en funciones desde 1957. Estaba presente, además, Rafael Paino Pichardo, en el momento Senador de la República.

La lacónica notica señalaba que el “El Padre Cruz Inoa se despidió de los estadistas en ocasión de su partida para Europa en viaje de estudios. Asimismo, agradeció las felicidades y consideraciones que ha recibido para la realización de este viaje”.

Por supuesto, el periódico del régimen validaba la farsa, pues se trataba nada más y nada menos que de un disfrazado extrañamiento.

Entre tanto, los calieses  no dejarían de rondar su casa paterna y asediar a su padre, a quien hicieron preso, aunque por pocas horas, dada la intervención del prestigioso jurista mocano Artagan Pérez Méndez, quien expresó a los esbirros: “ suelten a ese hombre indefenso. Solo sabe rezar”.

Nunca faltaría al Padre Daniel, aún en los momentos más pesarosos, su fino sentido del humor. Refiriéndose a aquellos momentos de su forzosa salida del país, refería como anécdota, que al llegar a Alemania, en pleno invierno, se dirigió a un restaurant a pedir algo para calentarse (Consomé, Whisky…). Como no hablaba alemán, señaló en la carpeta del menú lo que deseaba le sirvieran, y en doble  porción .  A poco,  aparece el camarero con dos copas grandes de helados. ¡Cual no sería su sorpresa y la de los clientes!. Con abrigo, bufanda de lana y sombrero comió sus helados, pagó su cuenta  y luego pediría un  “Coñac” doble. Eso lo reconfortó en medio de tan gélido ambiente.

Tras permanecer poco tiempo en  Alemania, se trasladó a la Universidad Lateranense de Roma a cursar estudios de sociología. De allí regresaría en junio de 1961, ya ajusticiado el tirano.

3.- Sus servicios pastorales tras la caída del régimen

Sirvió en la Parroquia Catedral y parroquias vecinas de la Diócesis de Santiago (pueblo nuevo, Nibaje y Baitoa); Parroquia San Rafael, de Villa Tapia; Nuestra Señora del Rosario, de Moca, la cual cubría, entre otras demarcaciones, las caobas hasta Jamao, Ortega y Estancia Nueva.

Los últimos 24 años de su vida, a partir del año 1969,  sirvió en Puerto Plata, específicamente en Imbert y  en la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, que fundara en el Ensanche Miramar y donde era tan querido y admirado por la feligresía. El Cabildo Puertoplateño, en honor a sus altos merecimientos, le declaró “ Hijo Adoptivo”.

Aún en medio de los terribles embates de la enfermedad que le aquejaba, no dejaba escapar la ocasión para alegrar a todos con una nota de humor. Se cuenta que, ingresado en la  clínica Doctor Bournigal, en Puerto Plata, vino a verle desde Higuey el Padre Benito Taveras, su compañero de ordenación, en un viejo jeep land rover.  Cuando el Padre Benito entró a la habitación del ya casi moribundo, lo saluda y le dice: “Daniel, vengo a despedirme”.  El Padre Daniel le contesta, con voz jadeante: ¿Y tú, para dónde vas?.

El 20 de junio de 1992, a la edad de 63 años, bajo el cuidado amoroso de Doña Rafaela y su familia, que le hicieron parte suya,  entregó su alma al creador, tras largos padecimientos, este gran servidor de la Iglesia y de la Patria a quien rendimos hoy agradecido tributo de respeto y recordación.

El padre Daniel Cruz Inoa junto a una de sus sobrinas.